¡Duro, duro! Después de tanto batallar, parece que la Universidad de Costa Rica (UCR) finalmente le dará en la cara a sus funcionarios con un jugoso ajuste retroactivo. Hablamos de más de 22 mil millones de colones que estaban echándose polvo desde el 2020, ¡una verdadera torta que dejó a muchos con el alma en pena! Pero agárrense, porque la cosa no siempre fluye como queremos.
Para entender la magnitud del asunto, hay que remontarse unos años atrás. Con la Ley 9635 mordiéndole el hígado a las finanzas públicas, la UCR tuvo que frenar las anualidades, esas bonificaciones por experiencia y antigüedad que son pan de todos los días en la vida pública. Se redujeron al mínimo, un 1.94% para los profesionales y un 2.54% para los demás, dejando a miles de trabajadores con la sensación de que alguien se estaba equivocando… y tenías toda la razón, parce.
Pero la historia da giros inesperados, y en este caso, el giro es a nuestro favor. Una resolución de la Sala Constitucional – esos jueces que a veces demoran, pero al final nos rescatan – sentenció que las universidades tienen autonomía para manejar sus asuntos financieros. ¡Y eso abrió la puerta para que la UCR recuperara su libertad!
Entonces, llegó la famosa circular ORH-24-2025, un documento que prometía aclarar cómo y cuándo se iban a pagar esas anualidades pendientes. Pero, ¡pam! Justo cuando todos estaban celebrando con café con leche, la echaron para atrás. Resultó que necesitaban hacerle algunos “ajustes”, como dijeron en la oficina de recursos humanos. La verdad, era que el papeleo estaba listo, pero aún no podían ponerle la firma oficial, ¡qué fastidio!
Las malas lenguas dicen que esto es pura burocracia, un ejemplo perfecto de cómo a veces las instituciones se complican hasta para hacer las cosas bien. Otros aseguran que es una estrategia para controlar el gasto público, aunque ahora con la sentencia de la Sala Consti, eso ya no debería ser un problema. Lo cierto es que la UCR ya aprobó una modificación presupuestaria de 22.350 millones de colones, ¡lo que demuestra que la intención es darle ese gusto a los funcionarios!
De esos 22 mil millones, 7.876 millones se destinarán a empezar a saldar esa deuda acumulada. Imagínate, compañeros docentes y administrativos, recibiendo en sus cuentas bancarias ese dinero extra que tanto esperaban. Algunos podrán hasta darse el lujo de unas buenas vacaciones, ¡o comprarse ese chunche que tanto querían!
Ahora, analicemos el panorama más amplio. Esta movida de la UCR no solo beneficia a sus empleados, también envía un mensaje claro al gobierno. Demuestra que la universidad no se va a dejar intimidar por las políticas de austeridad y que va a defender su autonomía con uñas y dientes. Esto seguro encenderá las alarmas en el Ministerio de Hacienda, especialmente pensando en la próxima negociación del FEES (Fondo de Financiamiento Educativo Especial), donde habrá mucha tela que cortar, créeme.
Así que, íbamos llegando a la conclusión de que todo marcha viento en popa, pero qué les digo ustedes... ¿Creen que esta vez sí vamos a ver ese aguinaldo caer en nuestras cuentas o simplemente será otra promesa incumplida? Díganme, ¿qué esperan del futuro de las finanzas en la UCR?
Para entender la magnitud del asunto, hay que remontarse unos años atrás. Con la Ley 9635 mordiéndole el hígado a las finanzas públicas, la UCR tuvo que frenar las anualidades, esas bonificaciones por experiencia y antigüedad que son pan de todos los días en la vida pública. Se redujeron al mínimo, un 1.94% para los profesionales y un 2.54% para los demás, dejando a miles de trabajadores con la sensación de que alguien se estaba equivocando… y tenías toda la razón, parce.
Pero la historia da giros inesperados, y en este caso, el giro es a nuestro favor. Una resolución de la Sala Constitucional – esos jueces que a veces demoran, pero al final nos rescatan – sentenció que las universidades tienen autonomía para manejar sus asuntos financieros. ¡Y eso abrió la puerta para que la UCR recuperara su libertad!
Entonces, llegó la famosa circular ORH-24-2025, un documento que prometía aclarar cómo y cuándo se iban a pagar esas anualidades pendientes. Pero, ¡pam! Justo cuando todos estaban celebrando con café con leche, la echaron para atrás. Resultó que necesitaban hacerle algunos “ajustes”, como dijeron en la oficina de recursos humanos. La verdad, era que el papeleo estaba listo, pero aún no podían ponerle la firma oficial, ¡qué fastidio!
Las malas lenguas dicen que esto es pura burocracia, un ejemplo perfecto de cómo a veces las instituciones se complican hasta para hacer las cosas bien. Otros aseguran que es una estrategia para controlar el gasto público, aunque ahora con la sentencia de la Sala Consti, eso ya no debería ser un problema. Lo cierto es que la UCR ya aprobó una modificación presupuestaria de 22.350 millones de colones, ¡lo que demuestra que la intención es darle ese gusto a los funcionarios!
De esos 22 mil millones, 7.876 millones se destinarán a empezar a saldar esa deuda acumulada. Imagínate, compañeros docentes y administrativos, recibiendo en sus cuentas bancarias ese dinero extra que tanto esperaban. Algunos podrán hasta darse el lujo de unas buenas vacaciones, ¡o comprarse ese chunche que tanto querían!
Ahora, analicemos el panorama más amplio. Esta movida de la UCR no solo beneficia a sus empleados, también envía un mensaje claro al gobierno. Demuestra que la universidad no se va a dejar intimidar por las políticas de austeridad y que va a defender su autonomía con uñas y dientes. Esto seguro encenderá las alarmas en el Ministerio de Hacienda, especialmente pensando en la próxima negociación del FEES (Fondo de Financiamiento Educativo Especial), donde habrá mucha tela que cortar, créeme.
Así que, íbamos llegando a la conclusión de que todo marcha viento en popa, pero qué les digo ustedes... ¿Creen que esta vez sí vamos a ver ese aguinaldo caer en nuestras cuentas o simplemente será otra promesa incumplida? Díganme, ¿qué esperan del futuro de las finanzas en la UCR?
