¡Ay, Dios mío! La Organización Mundial de la Salud (OMS), esos señores siempre preocupados por nuestra salud, soltaron la bomba hace poco: las enfermedades neurológicas están afectando a más de 3.000 millones de personas en todo el planeta. Eso sí que es una cifra que te pone los pelos de punta, ¿verdad, mae?
Para ponerle pausa a la vida, nos dicen que estos problemas de cerebro le quitan la vida a más de 11 millones de personas anualmente. Imagínate la torta que eso representa a nivel mundial. Entre las dolencias que más daño están causando están el infarto, las migrañas terribles, el Alzheimer que roba recuerdos poquito a poquito, y hasta la epilepsia que puede aparecer cuando menos lo esperas. No es jaco, esto es serio.
La OMS, bien chévere como siempre, ha lanzado un llamado urgente a todos los países para que le ponganle atención a esto. Dicen que necesitamos invertir en prevención, diagnóstico temprano y tratamientos efectivos. Pero bueno, ya sabemos cómo andamos por acá... ¿cuántos colones realmente destinamos al cuidado del cerebro en nuestro sistema público de salud?
Según datos recientes, solo 63 países tienen políticas nacionales para abordar estas enfermedades, y apenas 34 de esos reportan tener fondos dedicados exclusivamente para ello. ¡Eso es un brete! Con tanta crisis económica y prioridades confusas, parece que el cerebro queda relegado a segundo plano, ¿no?
Y la cosa se complica aún más si miramos las diferencias entre países ricos y pobres. En los lugares donde hay más recursos, hay muchísimos más neurólogos que en los países en vías de desarrollo. Esto significa que muchos pacientes, sobre todo en áreas rurales y alejadas, no tienen acceso a un diagnóstico adecuado o a un tratamiento oportuno. ¡Imagínate qué sal!, vivir con una enfermedad neurológica sin poder recibir ayuda especializada.
En Costa Rica, la situación tampoco es precisamente color de rosa. Aunque tenemos un sistema de salud pública relativamente bueno, todavía faltan especialistas, equipos e infraestructura para atender a todos los que lo necesitan. Además, el estigma asociado a las enfermedades mentales sigue siendo un problema importante que impide que muchas personas busquen ayuda a tiempo. Hay que cambiar esa vaina, porque nadie quiere sentir que lo están viendo como diferente.
Otro punto clave que señala la OMS es la falta de inversión en investigación. Se necesita más ciencia para entender mejor estas enfermedades y desarrollar nuevos tratamientos. Y claro, la investigación requiere plata, y eso implica que los gobiernos tengan que priorizarla en sus presupuestos. Si seguimos igual, vamos a seguir corriendo atrás de los avances científicos.
Así que, mis queridos foreros, la pregunta es la siguiente: ¿qué podemos hacer nosotros, como ciudadanos costarricenses, para exigir a nuestros representantes que le den más importancia al cuidado del cerebro y a la lucha contra las enfermedades neurológicas? ¿Deberíamos organizar protestas pacíficas, crear campañas de concientización o presionar a los legisladores para que aprueben leyes que favorezcan la investigación y el acceso a la atención médica? ¡Déjenme sus opiniones!
Para ponerle pausa a la vida, nos dicen que estos problemas de cerebro le quitan la vida a más de 11 millones de personas anualmente. Imagínate la torta que eso representa a nivel mundial. Entre las dolencias que más daño están causando están el infarto, las migrañas terribles, el Alzheimer que roba recuerdos poquito a poquito, y hasta la epilepsia que puede aparecer cuando menos lo esperas. No es jaco, esto es serio.
La OMS, bien chévere como siempre, ha lanzado un llamado urgente a todos los países para que le ponganle atención a esto. Dicen que necesitamos invertir en prevención, diagnóstico temprano y tratamientos efectivos. Pero bueno, ya sabemos cómo andamos por acá... ¿cuántos colones realmente destinamos al cuidado del cerebro en nuestro sistema público de salud?
Según datos recientes, solo 63 países tienen políticas nacionales para abordar estas enfermedades, y apenas 34 de esos reportan tener fondos dedicados exclusivamente para ello. ¡Eso es un brete! Con tanta crisis económica y prioridades confusas, parece que el cerebro queda relegado a segundo plano, ¿no?
Y la cosa se complica aún más si miramos las diferencias entre países ricos y pobres. En los lugares donde hay más recursos, hay muchísimos más neurólogos que en los países en vías de desarrollo. Esto significa que muchos pacientes, sobre todo en áreas rurales y alejadas, no tienen acceso a un diagnóstico adecuado o a un tratamiento oportuno. ¡Imagínate qué sal!, vivir con una enfermedad neurológica sin poder recibir ayuda especializada.
En Costa Rica, la situación tampoco es precisamente color de rosa. Aunque tenemos un sistema de salud pública relativamente bueno, todavía faltan especialistas, equipos e infraestructura para atender a todos los que lo necesitan. Además, el estigma asociado a las enfermedades mentales sigue siendo un problema importante que impide que muchas personas busquen ayuda a tiempo. Hay que cambiar esa vaina, porque nadie quiere sentir que lo están viendo como diferente.
Otro punto clave que señala la OMS es la falta de inversión en investigación. Se necesita más ciencia para entender mejor estas enfermedades y desarrollar nuevos tratamientos. Y claro, la investigación requiere plata, y eso implica que los gobiernos tengan que priorizarla en sus presupuestos. Si seguimos igual, vamos a seguir corriendo atrás de los avances científicos.
Así que, mis queridos foreros, la pregunta es la siguiente: ¿qué podemos hacer nosotros, como ciudadanos costarricenses, para exigir a nuestros representantes que le den más importancia al cuidado del cerebro y a la lucha contra las enfermedades neurológicas? ¿Deberíamos organizar protestas pacíficas, crear campañas de concientización o presionar a los legisladores para que aprueben leyes que favorezcan la investigación y el acceso a la atención médica? ¡Déjenme sus opiniones!
