¡Ay, Dios mío, qué pana! Resulta que la Contraloría General metió el dedo en la llaga del presupuesto 2026, y vaya que lo hizo. Este miércoles, Marta Acosta, la jefa del ente, se presentó en la Comisión de Asuntos Hacendarios con un informe técnico que no pintaba nada lindo. Parece que seguimos arrastrando debilidades estructurales, y eso no es precisamente motivo de celebración para nadie.
Acosta fue directa: el problema viene desde hace rato. Según explicó, estamos en una situación donde la carga tributaria está sufriendo un deterioro importante, y además tenemos un déficit corriente que nos deja dependientes del endeudamiento. En otras palabras, gastamos más de lo que ganamos, y para cubrir la diferencia, nos prestan plata, lo cual nunca es bueno a largo plazo. ¡Un brete!
Y ni hablar del déficit financiero, que según el informe, podría alcanzar el 3,7% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto revierte la tendencia positiva que habíamos tenido después de la pandemia, y nos pone en riesgo de tener una relación deuda-PIB muy alta, alrededor del 62%, ¿se imaginan cómo nos puede afectar eso en el futuro?
Pero la Contraloría no solo diagnosticó el problema, también propuso soluciones. Lo primordial, según Acosta, es diseñar un plan de recaudación a mediano plazo que sea integral. No solo subir impuestos, ni solamente atacar la informalidad, sino abordar temas mucho más profundos relacionados con el diseño y la gestión del sistema tributario. ¡Tiene razón, necesitamos echarle ojo a esos detalles!
Además, la contralora resaltó la importancia de irnos a toda máquina con la implementación de una “Hacienda Digital”. Dice que si queremos ser eficientes en la recolección de impuestos, tenemos que apostarle a la tecnología. Ya saben, dejar atrás el papeleo y modernizar los procesos. ¡Eso sí sería una chiva!
Lo preocupante es que, según Acosta, el presupuesto mismo está perdiendo credibilidad. Siente que a veces nos desconcentramos y se convierte en un mero ejercicio de gasto sin una visión clara de política pública. Señaló varios puntos críticos, como la subestimación de resultados financieros, el incumplimiento del principio de equilibrio, y la falta de trazabilidad en el uso de los recursos destinados al gasto social. ¡Una verdadera torta!
Entre las sugerencias de la Contraloría para recuperar la confianza, destacan fortalecer la transparencia, profundizar la discusión sobre la deuda pública, mejorar la cobertura del Sistema de Cuentas del sector público, y buscar ajustes de fondo que nos permitan enfrentar los grandes desafíos nacionales. También, insistieron en la necesidad de evaluar las exoneraciones fiscales y revisar si realmente son necesarias. ¡Hay que ponerle cabeza fría a estas cosas!
Ahora bien, con todos estos datos encima de la mesa, me pregunto: ¿Estamos dispuestos como país a tomar las medidas necesarias para corregir el rumbo fiscal, o vamos a seguir postergando las decisiones difíciles hasta que sea demasiado tarde? ¿Crees que el gobierno escuchará las recomendaciones de la Contraloría, o seguirá con su propia agenda, aunque ésta ponga en peligro la estabilidad económica del país? ¡Déjame saber tu opinión en el foro!
Acosta fue directa: el problema viene desde hace rato. Según explicó, estamos en una situación donde la carga tributaria está sufriendo un deterioro importante, y además tenemos un déficit corriente que nos deja dependientes del endeudamiento. En otras palabras, gastamos más de lo que ganamos, y para cubrir la diferencia, nos prestan plata, lo cual nunca es bueno a largo plazo. ¡Un brete!
Y ni hablar del déficit financiero, que según el informe, podría alcanzar el 3,7% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto revierte la tendencia positiva que habíamos tenido después de la pandemia, y nos pone en riesgo de tener una relación deuda-PIB muy alta, alrededor del 62%, ¿se imaginan cómo nos puede afectar eso en el futuro?
Pero la Contraloría no solo diagnosticó el problema, también propuso soluciones. Lo primordial, según Acosta, es diseñar un plan de recaudación a mediano plazo que sea integral. No solo subir impuestos, ni solamente atacar la informalidad, sino abordar temas mucho más profundos relacionados con el diseño y la gestión del sistema tributario. ¡Tiene razón, necesitamos echarle ojo a esos detalles!
Además, la contralora resaltó la importancia de irnos a toda máquina con la implementación de una “Hacienda Digital”. Dice que si queremos ser eficientes en la recolección de impuestos, tenemos que apostarle a la tecnología. Ya saben, dejar atrás el papeleo y modernizar los procesos. ¡Eso sí sería una chiva!
Lo preocupante es que, según Acosta, el presupuesto mismo está perdiendo credibilidad. Siente que a veces nos desconcentramos y se convierte en un mero ejercicio de gasto sin una visión clara de política pública. Señaló varios puntos críticos, como la subestimación de resultados financieros, el incumplimiento del principio de equilibrio, y la falta de trazabilidad en el uso de los recursos destinados al gasto social. ¡Una verdadera torta!
Entre las sugerencias de la Contraloría para recuperar la confianza, destacan fortalecer la transparencia, profundizar la discusión sobre la deuda pública, mejorar la cobertura del Sistema de Cuentas del sector público, y buscar ajustes de fondo que nos permitan enfrentar los grandes desafíos nacionales. También, insistieron en la necesidad de evaluar las exoneraciones fiscales y revisar si realmente son necesarias. ¡Hay que ponerle cabeza fría a estas cosas!
Ahora bien, con todos estos datos encima de la mesa, me pregunto: ¿Estamos dispuestos como país a tomar las medidas necesarias para corregir el rumbo fiscal, o vamos a seguir postergando las decisiones difíciles hasta que sea demasiado tarde? ¿Crees que el gobierno escuchará las recomendaciones de la Contraloría, o seguirá con su propia agenda, aunque ésta ponga en peligro la estabilidad económica del país? ¡Déjame saber tu opinión en el foro!
