¡Qué alivio, mae! Después de seis largos años aguantando chinchorros y de recibir clases en espacios que parecían sacados de otra época, los más de 308 estudiantes de la Escuela Clemente Marín, allá en Cuatro Esquinas de Pital, podrán respirar tranquilos. El gobierno anunció hoy que oficialmente arrancaron las obras para construirles una escuela nueva, ¡y a todo dar!
Imagínate la situación: tras la clausura de la escuela original en 2019, por problemas graves – termitas, inundaciones constantes y hasta la visita no deseada del mosqueto Aedes aegypti, portador de dengue, zika y chikungunya– , los niños tuvieron que conformarse con el salón comunal de El Encanto. Un brete, vamos, porque ahí no había ni las condiciones mínimas para aprender decentemente.
La verdad, fue una chincha lo que tuvo que pasar esa comunidad educativa. Los padres de familia, los maestros, todos haciendo esfuerzos extras para sacar adelante la educación de esos puros. Pero bueno, parece que al fin escucharon sus reclamos, porque ayer mismo, en una ceremonia que contó con la presencia del ministro de Educación, Leonardo Sánchez, y el mismísimo presidente Rodrigo Chaves, pusieron la primera piedra de la nueva escuela.
La inversión, ¡y vaya que es harta!, supera los ¢1.873 millones. Eso sí que es echarle ganas, mae. No es varita mágica, sino una apuesta seria por el futuro de esos nenes. Piensa que esto no es un chuyo, esto es una inversión en el capital humano del país, y eso siempre sale a cuenta.
Y qué te cuento de lo que van a tener ahora: doce aulas académicas que sí cumplen con los estándares, tres aulas especiales para el preescolar, baños decentes, una oficina pa’ los administrativos, una sala pa’ los profes, un laboratorio de computación pa’ que no se queden atrás en la tecnología, una biblioteca con libros y todo, un lugar pa’ escuchar música, un comedor donde puedan comer rico y nutritivo, ¡hasta una cancha techada pa’ practicar deportes bajo techo! Una escuela completa, diay.
El ministro Sánchez no se anduvo con rodeos: “Esto es una enorme ilusión para la comunidad”, dijo. “Era necesario darle a estos estudiantes una infraestructura de calidad, algo que los motive a estudiar y a crecer”. Y el presidente Chaves, fiel a su estilo, soltó alguna que otra frasecita: “Estamos llevando soluciones a todas las comunidades del país. Algunos dicen que no hay ‘ruta de la educación’, pero nosotros la estamos construyendo con hechos concretos”. Ya saben, el político hablando…
Pero dejando a un lado las arengas políticas, lo importante es que estos niños tendrán un lugar seguro, cómodo y equipado para aprender. Una oportunidad pa’ despegar, pa’ soñar con un futuro mejor, sin tener que lidiar con chinchorros ni mosquitos molestos. Esto sí que es un avance, y nos deja con una sonrisa en la cara, ¿eh?
Ahora, dime la verdad, ¿qué te parece este gran paso para la educación en zonas rurales? ¿Crees que este tipo de inversiones deberían ser priorizadas en otras áreas del país también, o qué otras necesidades educativas crees que son urgentes de atender?
Imagínate la situación: tras la clausura de la escuela original en 2019, por problemas graves – termitas, inundaciones constantes y hasta la visita no deseada del mosqueto Aedes aegypti, portador de dengue, zika y chikungunya– , los niños tuvieron que conformarse con el salón comunal de El Encanto. Un brete, vamos, porque ahí no había ni las condiciones mínimas para aprender decentemente.
La verdad, fue una chincha lo que tuvo que pasar esa comunidad educativa. Los padres de familia, los maestros, todos haciendo esfuerzos extras para sacar adelante la educación de esos puros. Pero bueno, parece que al fin escucharon sus reclamos, porque ayer mismo, en una ceremonia que contó con la presencia del ministro de Educación, Leonardo Sánchez, y el mismísimo presidente Rodrigo Chaves, pusieron la primera piedra de la nueva escuela.
La inversión, ¡y vaya que es harta!, supera los ¢1.873 millones. Eso sí que es echarle ganas, mae. No es varita mágica, sino una apuesta seria por el futuro de esos nenes. Piensa que esto no es un chuyo, esto es una inversión en el capital humano del país, y eso siempre sale a cuenta.
Y qué te cuento de lo que van a tener ahora: doce aulas académicas que sí cumplen con los estándares, tres aulas especiales para el preescolar, baños decentes, una oficina pa’ los administrativos, una sala pa’ los profes, un laboratorio de computación pa’ que no se queden atrás en la tecnología, una biblioteca con libros y todo, un lugar pa’ escuchar música, un comedor donde puedan comer rico y nutritivo, ¡hasta una cancha techada pa’ practicar deportes bajo techo! Una escuela completa, diay.
El ministro Sánchez no se anduvo con rodeos: “Esto es una enorme ilusión para la comunidad”, dijo. “Era necesario darle a estos estudiantes una infraestructura de calidad, algo que los motive a estudiar y a crecer”. Y el presidente Chaves, fiel a su estilo, soltó alguna que otra frasecita: “Estamos llevando soluciones a todas las comunidades del país. Algunos dicen que no hay ‘ruta de la educación’, pero nosotros la estamos construyendo con hechos concretos”. Ya saben, el político hablando…
Pero dejando a un lado las arengas políticas, lo importante es que estos niños tendrán un lugar seguro, cómodo y equipado para aprender. Una oportunidad pa’ despegar, pa’ soñar con un futuro mejor, sin tener que lidiar con chinchorros ni mosquitos molestos. Esto sí que es un avance, y nos deja con una sonrisa en la cara, ¿eh?
Ahora, dime la verdad, ¿qué te parece este gran paso para la educación en zonas rurales? ¿Crees que este tipo de inversiones deberían ser priorizadas en otras áreas del país también, o qué otras necesidades educativas crees que son urgentes de atender?