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¿Amigos o algo más?

1​

Elías y yo nos habíamos conocido en unas fiestas patronales. Yo tenía 19 y el 28. Nos había presentado una amiga en común y desde el principio congeniamos. Como nos caímos muy bien, nos agregamos en Facebook y nos seguimos hablando por ahí.

Un mes más tarde él se fue a California a trabajar durante 6 meses, por lo que no lo volví a ver en persona. Sin embargo, nos seguimos hablando. Nunca hubo entre nosotros alguna intención romántica o sexual, más bien nos convertimos en ese tipo de amigos que parecen conocerse de toda la vida.

Compartíamos el mismo sentido del humor, valores y coincidíamos en la forma de ver la vida. No fue difícil hacer que nuestra amistad se volviera sólida. Ambos vivíamos situaciones difíciles en ese entonces. Yo tenía problemas familiares, estaba terminando el bachillerato en la U y venía saliendo de una relación muy tóxica. Él llevaba 10 años viviendo la mitad de su vida en California y la otra en CR y ya estaba cansado de la situación y cada vez se le daba más el mal de patria. Pero su mamá estaba muy enferma y él era quien la mantenía casi al 100% y se encargaba de los gastos médicos, así que no podía permitirse dejar el trabajo de Estados pues aunque lo odiaba en 6 meses ganaba más de lo que habría ganado en CR trabajando 2 años continuos.

La cosa es que nos volvimos los mejores amigos del mundo y estábamos ansiosos por volver a vernos en persona y llevar esa amistad a algo más allá que hablar a kilómetros de distancia a través de una pantalla.
Justo cuando faltaban unas semanas para que él volviera, yo empecé a salir con un mae luego de tener como 8 meses sin relacionarme con nadie en plan romántico.
Así que cuando Elías y yo volvimos a vernos, yo andaba ilusionada con el otro mae. Y él no salía con nadie. Lo que no fue un problema pues en verdad lo de nosotros era solo amistad.

Las cosas fueron así por al rededor de unos ocho meses. Nuestra amistad era increíble, la conexión que teníamos no era normal en absoluto. Yo formalicé la relación con el mae que salía y Elías a su vez también empezó a salir con una chica.

Sin embargo, todo cambió una noche lluviosa en la que salimos a ver un partido de la sele a un bar y tomamos un poco de más.

¿Qué tan normal es hablar de gustos sexuales en la mesa de un bar mientras juega la Sele? Ni idea, pero eso fue lo que desató todo. Hubo un punto en el que ya ni nos dábamos cuenta de qué equipo era el que marcaba y cuál el que se rezagaba.

No consigo recordar qué desencadenó el tema pero de pronto me encontré confesándole que a mí me excitaba muchísimo tener sexo semidesnuda.
-¿Semidesnuda? -preguntó Elías con verdadera incredulidad.
-Ajá -contesté yo-. Sí, ya sé que suena de lo más normal y así, pero es que...
-¿Que?
-No sé, me pone como loca. Siento como que el mae tiene tantas ganas de cogerme que ni siquiera pierde el tiempo en quitarme la ropa.
-¿Que tan semidesnuda? -preguntó.
-No importa qué tanto. Con solo tener algo de ropa encima... Pero lo que más me gusta es cuando solo tengo el hilo y él llega me pone de cuatro, corre el hilo y me la mete de una hasta el fondo. Diosssss eso me pone demasiado.

Elías no pudo evitar atragantarse con la cerveza que se estaba tomando en ese momento, lo que me hizo ser consciente de lo explicita que había sido. La verdad es que sí me dio pena. Sí bien éramos muy amigos, ese tema no era precisamente uno que hubiésemos tocado antes.

-Nunca había escuchado que alguien le excitara eso exactamente -dijo él luego de un incómodo silencio en que fingimos ver el partido-. A mí lo que me pone como loco es que haya espejos en donde estoy cogiendo y ver a la wila disfrutando de todo lo que le hago... Ufff... Me encanta.

Yo sentí un escalofrío ante esa confesión. Podía entender su punto y la verdad estaba de acuerdo en que lo del espejo daba morbo.

-A las mujeres nos encanta vernos en el espejo, nos hace sentirnos más malvadas y empoderadas.
-Ni me lo diga que me pongo malo.
Yo reí nerviosa intentando no darle vueltas a lo que sus palabras significaban. Pero era imposible. Un demonio estaba creciendo ahí y yo quería alimentarlo.
-Andrey y yo siempre tenemos sexo completamente desnudos -dije refiriéndome a mi actual pareja.
Él guardó silencio un momento.
-¿No le ha dicho que le gusta hacerlo con algo de ropa?
-No tengo problema con desnudarme y la verdad es que no ha surgido de otra forma.
-Pero ud quiere hacerlo sin desnudarse por completo, ¿cierto?
Sentí un escalofrío por toda mi columna vertebral.
-Hace mucho que no me lo hacen así. La verdad es que ni siquiera me importaría que no hubiera previos. Me encantaría que Andrey solo llegara me besara, me pusiera contra la pared, me bajara los pantalones y me cogiera como si no hubiera un mañana.
Elías se tomó más de la mitad de su cerveza de un solo trago.
-Deje de poner imágenes en mi mente -me regaño él-. No ve que después va a ser imposible poder sacarlas.
-No las saque entonces.

Habíamos tomado de más aunque no estábamos borrachos del todo. Eso era lo que me hacía hablar de más, sin duda.
-Ay, Agatha, ud no sabe lo que eso significa para un mae.
-Dígamelo para saber -lo rete.
-Uno no puede tener esas imágenes en la cabeza así como si nada. Sí ud supiera lo que es un dolor de bolas...
-¿Dolor de bolas? -pregunté riendo.
-Sí, justo lo que voy a tener si no me la sobo.
Yo dejé de reírme de inmediato cuando la spalabras empezaron a tener sentido.
-¿Que quiere decir?
-Que lo que me dijo me dejó templado y eso hay que solucionarlo o si no...
-¿Que?
-Los huevos me van a doler tanto que hasta el roce del boxer va a ser una tortura.

Sentí un cosquilleo en el vientre ante esas palabras. Ahora yo también tenía imágenes en mi mente.
-No es para tanto -dije.
-Con solo imaginarmela en 4 con un hilito y agarrarla así... Ay, mae, hasta el pulso se me acelera. Y eso de la pared... Deberíamos de cambiar de tema, mejor.
Elías pidió 2 cervezas más en ese momento.
-A mí me gusta este tema -comenté.
-A mí también, pero...
-¿Usted ya lo hizo frente a un espejo con la chica con la que está saliendo? -lo interrumpí.

Se me quedó viendo serio, pero al final contestó.
-Aun no hemos tenido sexo -admitió.
-Pero lo ha imaginado, ¿verdad?
-Claro, igual que ud ha imaginado cosas con Andrey.
-¿Qué ha imaginado exactamente?
Elías se acercó a mí y me dijo al oído:
-Quiero que Lucía se me suba encima mientras se ve en el reflejo del espejo, se agarre esas tetas tan ricas que tiene y se las toque todas como una puta mientras yo le hundo los dedos en las caderas y la ayudo a qué se mueva más y más. Luego quiero ponerla frente al espejo mientras yo me la cojo por detrás y verla retorcerse con cada envestida, que le tiemblen las piernas cuando la haga venirse...

Quizá yo no fuera a tener un dolor de bolas tal como Elías había dicho, pero sí que tendría que solucionar la tensión de mi vientre.
-Me parece que Lucía se está perdiendo de mucho -admití.
Él sonrió con malicia.
-Supongo que puedo decir lo mismo de Andrey.
Yo le devolví la sonrisa.
-Supongo que sí.

Justo en ese momento un amigo de Elías apareció en el lugar, lo que provocó que la conversación muriera ahí.

Sin embargo, esa noche cuando llegué a la casa no pude evitar pensar en sus palabras. Solo que en lugar de imaginar a Lucía con Elías, me imaginaba a mí. Encima de él, luego frente al espejo.

Me quité la blusa que andaba y el brassier y me puse de rodillas sobre mi cama, luego empecé a tocarme los pechos e imaginar que en efecto sus dedos se hundían en mi piel. Mis caderas se movían como si tuviera su pene entero clavado en mi cuerpo. Yo agarraba los pezones con fuerza con una mano en y la otra la llevaba a mi entrepierna.

Acariciaba mi clítoris según el ritmo de mis caderas y cuando sentí que el orgasmo de aproximaba me dejé caer en la cama de espaldas, abrí las piernas y recibí la explosión de placer. Luego, porque definitivamente no era suficiente, empecé a imaginarme la escena frente al espejo.

Continué masturbándome y tocandome excitada y un poco borracha. Deseando que fueran las manos de Elías las que lo hicieran. Imaginé mi reflejo en un espejo mientras él hundía con fuerza su pene en mi vagina. Llegué al orgasmo cuando lo imaginé regando toda su leche entre mis nalgas.

Me quedé varios minutos con el corazón a mil y las piernas temblorosas mirando hacia la oscuridad.

Entonces sonó un mensaje en mi teléfono. Era Elías, el mensaje era simple y conciso: ¡Del dolor de huevos que me acabo de salvar!

A partir de ese momento nada volvió a ser igual. Ese solo sería el primer calentón de un deseó que no parecía tener límites.
 
Última edición:
Con 19 años ya estaba terminando el bachillerato universitario, vaya que crack....
¿Por qué? Varios de mis compañeros de cole lo terminaron parecido a mí y algunos de la U también. De un cole público se sale a los 17 (yo recién cumpliéndolos) y un bachillerato en una privada son 8 cuatris (sin adelantar nada). O sea que, para cualquiera que pueda pertmitirselo es normal 🙄
 
¿Por qué? Varios de mis compañeros de cole lo terminaron parecido a mí y algunos de la U también. De un cole público se sale a los 17 (yo recién cumpliéndolos) y un bachillerato en una privada son 8 cuatris (sin adelantar nada). O sea que, para cualquiera que pueda pertmitirselo es normal 🙄
Una carrera universitaria dura mínimo 4 años... quizá un técnico universitario si lo hace en dos años.
 
Una carrera universitaria dura mínimo 4 años... quizá un técnico universitario si lo hace en dos años.
Un bachillerato en una U privada dura en promedio 2 años y 8 meses y se puede durar menos si se adelantan materias.
Como sea, el tema no es ese. Pero en efecto la edad y los datos están bien y no entiendo qué tan difícil es comprender y por qué la gente opina sin siquiera saber de lo que hablan.
Además 19 años y 10/11 meses... Siguen siendo 19 años. Y terminar un bachillerato puede ser 6 o 4 meses antes de que este en efecto llegué a su fin.
 
Con 19 le creo en esas u patito supongo y carreras como sicología, educación preescolar, cualquier curso aprueba d tontos, se lo creo, yo salí de la mejor universidad estatal y luego trabajando pague una Patito para ver q tal son, me metí en Electromecánica en la Universidad Fidelitas y legal esas u está para vagos y tontos, para pasar los cursos no había q ponerle mucho y ahora con WhatsApp es más fácil pasarse las tareas y exámenes, son universidades para q el estudiante se sienta tranquilo y satisfecho con lo q está pagando

Hay historias de profesores q los despiden x quedar a los estudiantes o ser exigentes
 
maes mas payasos da igual si es verdad o mentira lo de la U e inclusive la historia simplemente la trama es buena y el que quiere se deja llevar y el q no no, legal q hay gente dolor de bolas seguro elias le tenia nombre a los huevos uno se llama Thomas y el otro Inteligente jajaja
 
De verdad, no entiendo, aquí cuesta que las mujeres vengan y aporten a tomas de este tipo, y cuando una lo hace lo que se les ocurre es calcular la edad de los participantes. En lugar de enfocarse en el tema, que vida¡¡¡ Agatha a los que si nos interesa el tema de fondo, espero que continúes como va escalando la historia, te esperamos.
 

2​

Elías y yo no volvimos a tocar el tema, seguimos con nuestra amistad de forma normal. Él formalizó con Lucía y eso provocó que nos habláramos menos, pero todo seguía bien, a pesar de que los 2 sabíamos que se había cruzado un límite y que a veces es difícil retroceder.

Lo que pasó aquella vez me dejó con cierto morbo; sin embargo, el tiempo cura hasta las calenturas. Hasta que unos 2 meses después llegó el cumpleaños de nuestra amiga Dany. Los 2 llegamos en pareja, lo que eliminaba el peligro... Ay, qué equivocada estaba.

La familia de Dany tenía una cabaña en un área montañosa y alejada. Fue ahí donde se le festejó el cumple. Dado que era invierno y estábamos prácticamente en mitad de la jungla, llegar a la fiesta era toda una experiencia de aventura o suicidio. Con todo y los caminos enlodados, la falta de señal celular y la lluvia, émos como 15 personas en total. La fiesta empezó el sábado como a las 4 de la tarde y quizá esa fue la razón por la que a las 12 muchos ya no sabían ni cómo se llamaban. Yo no estaba borracha a ese punto, pero sí había tomado algo. Mi novio, Andrey, estaba igual que yo.

Yo no había hablado mucho con Elías. La verdad es que la novia de él era muy buena gente y todo, pero cero fiestera y por lo tanto no se la estaba pasando muy bien que digamos. Así que él no se había apartado de ella, imagino que para que ella no se hartara más de lo que ya estaba. Ella no tomó nada y Elías tampoco, a pesar de que él sí tomaba. Yo misma le había ofrecido una cerveza y me había dicho que no porque ellos no se iban a quedar a dormir y la calle estaba demasiado peligrosa para andar así.

Andrey y yo estábamos en una esquina, yo sentada en las piernas de él, cuando empecé a sentir que se estaba templando. Cosa que fue bastante evidente pues yo llevaba una enagua y él metió la mano entre mis piernas y me atrajo hacia su pene. Estaba duro y caliente. Me volví hacia él riéndome.

-¿Diay qué está pasando ahí? -le dije mientras me restregaba un poco.
-No sé... ¿Por qué no subimos un toque?
Él me dio un beso en el hombro. Justo en ese momento me di cuenta de que Elías nos estaba observando. Cogí la mano de Andrey y la saqué de entre mis piernas pues me sentí incómoda al saber que nos estaba viendo alguien, sobre todo porque era justo Elías.

-Vamos -insistió Andrey-. Aquí no estamos haciendo nada y vea como me tiene usted.
Agarró mi mano y se la puso en el paquete, apretando con fuerza. Por el rabillo del ojo vi que Elías seguía viendo hacia nosotros.
-Bueno, vamos -le dije-. Antes de que empiecen a caer los borrachos y vomitar todo.
Nos levantamos y nos dirigimos a las escaleras. Elías y su novia estaban justo en un sofá al lado de donde teníamos que pasar nosotros, cuando pasamos frente a ellos Elías y yo nos miramos a los ojos, aunque solo fue un instante, me sentí extraña.

Andrey no se esperó ni a qué llegáramos a un cuarto. En el pasillo me subió la enagua y empezó a acariciarme mientras me besaba. Sus dedos primero tocaron por encima de mi ropa interior y pronto los sentí hundirse en mí. Para ese punto yo también me sentía como Andrey, así que le safé la faja y el botón del pantalón, saqué su pene duro y se la comencé a sobar.

A como pudimos entramos a uno de los cuartos, pero ya alguien nos había ganado la oportunidad. En la cama había dos chicas con un mae en lo más y mejor. Salimos y nos fuimos al otro cuarto, solo eran dos. Ese estaba completamente libre. Entramos rápido y ni siquiera nos preocupamos por ponerle seguro a la puerta. Andrey se quitó la camiseta mientras yo hacía lo mismo con mi blusa. Me tiró a la cama y luego se colocó sobre mí. Empezó besándome en la boca, luego bajó al cuello y después me sacó las tetas y empezó a chuparmelas.

Yo le apreté los testículos cada vez que él me mordía el cuello o los pezones. Eso le encantaba y a mí me excitaba un montón. Andrey se apartó para quitarse el pantalón, luego se arrodilló y me quitó la enagua. Se puso frente a mí me cogió por las rodillas y me abrió las piernas todo lo que pudo, luego apartó el hilo que yo llevaba y pasó la lengua despacio muy despacio. Yo me retorcí y se me escapó un jadeo. A ese punto Andrey ya sabía que me gustaba eso de hacerlo semidesnuda.

Se apartó un poco y empezó a lamerme y besarme los muslos. Yo me removía, ansiosa para que regresará al clítoris, pero él estaba disfrutando la tortura. Justo cuando empezó a subir hacia mi entrepierna, la puerta se abrió de golpe. Eran Elías y su novia. Andrey levantó la cabeza de entre mis piernas.

-¿Podemos usar el balcón? -dijo Elías.
Andrey se encogió de hombros, luego volvió a meter su cabeza entre mis piernas y entonces empezó a mover su lengua por todo mi sexo. Vi borroso cómo Elías y su novia entraban al cuarto y él sí se aseguraba de ponerle seguro a la puerta.
Nuestras miradas se cruzaron un segundo antes de que él agarrara a su novia de la mano y se la llevará al balcón. Era un balcón pequeño al igual que todo en esa cabaña.

Me agarré a la sábana con fuerza cuando Andrey hundió dos dedos dentro de mí.
-¿Así? -me preguntó él mientras metía los dedos al tiempo que con la lengua jugaba con mi clítoris.
-Sí, no pare -gemí yo.
Se me erizó toda la piel cuando escuché otro gemido, este proveniente del balcón. No pude evitarlo y miré. Elías había dejado la puerta abierta. No podía ver a Lucía, pero sí a él. Estaban de pie y la tenía contra la pared que daba al cuarto en qué estábamos nosotros. Se me secó la boca cuando vi la mano de Lucia sacando el pene de Elías del pantalón. Tan solo vi la punta, pero fue suficiente para que un orgasmo tremendo me estallara desde el clítoris hasta el ombligo.

Andrey levantó la cabeza, yo aparté la mirada del pene de Elías y vi a mi novio. Tenía la barbilla mojada y una sonrisa de satisfacción. Él subió y me besó, luego yo lo hice rodar para que él quedará abajo y entonces fui yo quien bajó y sin pensarmelo me metí todo su pene duro en la boca. Andrey me empujó la cabeza hasta el fondo y yo se lo permití. Después empecé a pasarle la lengua por toda la cabeza, recordando lo que acababa de ver en el balcón. Eso me mojó demasiado, sobre todo cuando descubrí que había un espejo al lado de la cama y en ese ángulo de visión que yo tenía se veía lo que había fuera del balcón. Mi mirada se cruzó con la de Elías, la aparté de inmediato al sentirme descubierta y seguí mamándosela a Andrey.

Andrey solía cerrar los ojos cuando yo le hacía sexo oral, así que eso hizo que me sintiera más tentada de volver a ver hacia el espejo. Me atraganté cuando vi a Elías pasando la lengua por el pezón de Lucia, sin dejar de mirarme. Hasta un escalofrío sentí y él lo termino de rematar cuando me sonrió. Era una sonrisa maliciosa, traviesa y provocativa.

Tuve que apartar la mirada porque Andrey me habló:
-Saque un condón -me dijo.
Yo me bajé de la cama y busque un condón en su pantalón. Luego se lo puse. Él me atrajo hacia él, con la intención de que me le subiera encima, yo obedecí. Sin embargo, justo en ese momento empezó a sonar ese típico sonido que se produce cuando se tiene sexo y la mujer está de espaldas al hombre. No podía ver por el espejo porque Andrey se habría dado cuenta, pero sabía que lo que escuchaba era el golpe de las caderas de Elías contra las nalgas de Lucía.
-Hagamoslo de cuatro -le dije a Andrey.
Él no se quejó. Todo lo contrario.

Me acomodé justo en el lugar en el que sabía que podía ver el reflejo de Elías. Y así, mientras Andrey me metía su pene con fuerza, Elías le hacía lo mismo a Lucía. Los dos nos miramos en todo momento. Yo lo único en lo que podía pensar era que quien me estaba cogiendo era Elías. Andrey no existía en ese momento. Me mordía el labio con fuerza cada vez que su pene se abría espacio dentro de mí.
Los gemidos míos se mezclaron con los de Lucía, al igual que el sonido del rebote de nuestras nalgas.

Esa noche fue como si hubiéramos tenido sexo ardiente y salvaje, a pesar de que no nos tocamos ni un pelo. Pero ambos miramos la cara del otro cuando llegamos al orgasmo y sabíamos, que Andrey y Lucía no eran los responsables de esos orgasmos.
 

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Elías y yo no volvimos a tocar el tema, seguimos con nuestra amistad de forma normal. Él formalizó con Lucía y eso provocó que nos habláramos menos, pero todo seguía bien, a pesar de que los 2 sabíamos que se había cruzado un límite y que a veces es difícil retroceder.

Lo que pasó aquella vez me dejó con cierto morbo; sin embargo, el tiempo cura hasta las calenturas. Hasta que unos 2 meses después llegó el cumpleaños de nuestra amiga Dany. Los 2 llegamos en pareja, lo que eliminaba el peligro... Ay, qué equivocada estaba.

La familia de Dany tenía una cabaña en un área montañosa y alejada. Fue ahí donde se le festejó el cumple. Dado que era invierno y estábamos prácticamente en mitad de la jungla, llegar a la fiesta era toda una experiencia de aventura o suicidio. Con todo y los caminos enlodados, la falta de señal celular y la lluvia, émos como 15 personas en total. La fiesta empezó el sábado como a las 4 de la tarde y quizá esa fue la razón por la que a las 12 muchos ya no sabían ni cómo se llamaban. Yo no estaba borracha a ese punto, pero sí había tomado algo. Mi novio, Andrey, estaba igual que yo.

Yo no había hablado mucho con Elías. La verdad es que la novia de él era muy buena gente y todo, pero cero fiestera y por lo tanto no se la estaba pasando muy bien que digamos. Así que él no se había apartado de ella, imagino que para que ella no se hartara más de lo que ya estaba. Ella no tomó nada y Elías tampoco, a pesar de que él sí tomaba. Yo misma le había ofrecido una cerveza y me había dicho que no porque ellos no se iban a quedar a dormir y la calle estaba demasiado peligrosa para andar así.

Andrey y yo estábamos en una esquina, yo sentada en las piernas de él, cuando empecé a sentir que se estaba templando. Cosa que fue bastante evidente pues yo llevaba una enagua y él metió la mano entre mis piernas y me atrajo hacia su pene. Estaba duro y caliente. Me volví hacia él riéndome.

-¿Diay qué está pasando ahí? -le dije mientras me restregaba un poco.
-No sé... ¿Por qué no subimos un toque?
Él me dio un beso en el hombro. Justo en ese momento me di cuenta de que Elías nos estaba observando. Cogí la mano de Andrey y la saqué de entre mis piernas pues me sentí incómoda al saber que nos estaba viendo alguien, sobre todo porque era justo Elías.

-Vamos -insistió Andrey-. Aquí no estamos haciendo nada y vea como me tiene usted.
Agarró mi mano y se la puso en el paquete, apretando con fuerza. Por el rabillo del ojo vi que Elías seguía viendo hacia nosotros.
-Bueno, vamos -le dije-. Antes de que empiecen a caer los borrachos y vomitar todo.
Nos levantamos y nos dirigimos a las escaleras. Elías y su novia estaban justo en un sofá al lado de donde teníamos que pasar nosotros, cuando pasamos frente a ellos Elías y yo nos miramos a los ojos, aunque solo fue un instante, me sentí extraña.

Andrey no se esperó ni a qué llegáramos a un cuarto. En el pasillo me subió la enagua y empezó a acariciarme mientras me besaba. Sus dedos primero tocaron por encima de mi ropa interior y pronto los sentí hundirse en mí. Para ese punto yo también me sentía como Andrey, así que le safé la faja y el botón del pantalón, saqué su pene duro y se la comencé a sobar.

A como pudimos entramos a uno de los cuartos, pero ya alguien nos había ganado la oportunidad. En la cama había dos chicas con un mae en lo más y mejor. Salimos y nos fuimos al otro cuarto, solo eran dos. Ese estaba completamente libre. Entramos rápido y ni siquiera nos preocupamos por ponerle seguro a la puerta. Andrey se quitó la camiseta mientras yo hacía lo mismo con mi blusa. Me tiró a la cama y luego se colocó sobre mí. Empezó besándome en la boca, luego bajó al cuello y después me sacó las tetas y empezó a chuparmelas.

Yo le apreté los testículos cada vez que él me mordía el cuello o los pezones. Eso le encantaba y a mí me excitaba un montón. Andrey se apartó para quitarse el pantalón, luego se arrodilló y me quitó la enagua. Se puso frente a mí me cogió por las rodillas y me abrió las piernas todo lo que pudo, luego apartó el hilo que yo llevaba y pasó la lengua despacio muy despacio. Yo me retorcí y se me escapó un jadeo. A ese punto Andrey ya sabía que me gustaba eso de hacerlo semidesnuda.

Se apartó un poco y empezó a lamerme y besarme los muslos. Yo me removía, ansiosa para que regresará al clítoris, pero él estaba disfrutando la tortura. Justo cuando empezó a subir hacia mi entrepierna, la puerta se abrió de golpe. Eran Elías y su novia. Andrey levantó la cabeza de entre mis piernas.

-¿Podemos usar el balcón? -dijo Elías.
Andrey se encogió de hombros, luego volvió a meter su cabeza entre mis piernas y entonces empezó a mover su lengua por todo mi sexo. Vi borroso cómo Elías y su novia entraban al cuarto y él sí se aseguraba de ponerle seguro a la puerta.
Nuestras miradas se cruzaron un segundo antes de que él agarrara a su novia de la mano y se la llevará al balcón. Era un balcón pequeño al igual que todo en esa cabaña.

Me agarré a la sábana con fuerza cuando Andrey hundió dos dedos dentro de mí.
-¿Así? -me preguntó él mientras metía los dedos al tiempo que con la lengua jugaba con mi clítoris.
-Sí, no pare -gemí yo.
Se me erizó toda la piel cuando escuché otro gemido, este proveniente del balcón. No pude evitarlo y miré. Elías había dejado la puerta abierta. No podía ver a Lucía, pero sí a él. Estaban de pie y la tenía contra la pared que daba al cuarto en qué estábamos nosotros. Se me secó la boca cuando vi la mano de Lucia sacando el pene de Elías del pantalón. Tan solo vi la punta, pero fue suficiente para que un orgasmo tremendo me estallara desde el clítoris hasta el ombligo.

Andrey levantó la cabeza, yo aparté la mirada del pene de Elías y vi a mi novio. Tenía la barbilla mojada y una sonrisa de satisfacción. Él subió y me besó, luego yo lo hice rodar para que él quedará abajo y entonces fui yo quien bajó y sin pensarmelo me metí todo su pene duro en la boca. Andrey me empujó la cabeza hasta el fondo y yo se lo permití. Después empecé a pasarle la lengua por toda la cabeza, recordando lo que acababa de ver en el balcón. Eso me mojó demasiado, sobre todo cuando descubrí que había un espejo al lado de la cama y en ese ángulo de visión que yo tenía se veía lo que había fuera del balcón. Mi mirada se cruzó con la de Elías, la aparté de inmediato al sentirme descubierta y seguí mamándosela a Andrey.

Andrey solía cerrar los ojos cuando yo le hacía sexo oral, así que eso hizo que me sintiera más tentada de volver a ver hacia el espejo. Me atraganté cuando vi a Elías pasando la lengua por el pezón de Lucia, sin dejar de mirarme. Hasta un escalofrío sentí y él lo termino de rematar cuando me sonrió. Era una sonrisa maliciosa, traviesa y provocativa.

Tuve que apartar la mirada porque Andrey me habló:
-Saque un condón -me dijo.
Yo me bajé de la cama y busque un condón en su pantalón. Luego se lo puse. Él me atrajo hacia él, con la intención de que me le subiera encima, yo obedecí. Sin embargo, justo en ese momento empezó a sonar ese típico sonido que se produce cuando se tiene sexo y la mujer está de espaldas al hombre. No podía ver por el espejo porque Andrey se habría dado cuenta, pero sabía que lo que escuchaba era el golpe de las caderas de Elías contra las nalgas de Lucía.
-Hagamoslo de cuatro -le dije a Andrey.
Él no se quejó. Todo lo contrario.

Me acomodé justo en el lugar en el que sabía que podía ver el reflejo de Elías. Y así, mientras Andrey me metía su pene con fuerza, Elías le hacía lo mismo a Lucía. Los dos nos miramos en todo momento. Yo lo único en lo que podía pensar era que quien me estaba cogiendo era Elías. Andrey no existía en ese momento. Me mordía el labio con fuerza cada vez que su pene se abría espacio dentro de mí.
Los gemidos míos se mezclaron con los de Lucía, al igual que el sonido del rebote de nuestras nalgas.

Esa noche fue como si hubiéramos tenido sexo ardiente y salvaje, a pesar de que no nos tocamos ni un pelo. Pero ambos miramos la cara del otro cuando llegamos al orgasmo y sabíamos, que Andrey y Lucía no eran los responsables de esos orgasmos.

Qué rica historia Ágatha! Espero ansioso el desenlace!


Enviado desde mi iPad utilizando Tapatalk
 

3​

Ni Lucía ni Andrey supieron lo que en verdad había pasado aquella noche en la cabaña. Lo cierto era que Elías y yo ya no podíamos negar lo que sucedía, había una tensión sexual entre nosotros. El resto de la fiesta nos habíamos evitado, pero cuando él llegó a despedirse me dijo al oído que debíamos hablar.

La conversación llegó 2 días más tarde. Él fue quien me envió un WhatsApp. Lo que antes había sido tan normal para nosotros, hablarnos y escribirnos, se había vuelto peligroso. Como una bomba de tiempo a punto de estallar.

El mensaje de WhatsApp decía:
-Esto no puede seguir así, Agatha. Tenemos que resolverlo.
No le contesté de inmediato. Porque la verdad es que tenía miedo de hacerlo. Me sentía demasiado confundida y no entendía qué era lo que él pretendía. Así que esperé a que llegara la noche para hacerlo.

-¿Resolverlo? Espero que eso no signifique lo que estoy pensando -contesté yo luego de mucho pensarlo.
-¿Qué está pensando? -respondió casi de inmediato.
-¡No vamos a ir más allá! Ud y yo solo somos amigos y esto es una locura.
-¿Tener sexo? -insistió él.
-Sí. Los 2 tenemos pareja y dudo que ellos se merezcan lo que les estamos haciendo. Andrey y yo estamos muy bien y yo no quiero hacer nada de lo que me pueda arrepentir. Además, ud y yo tenemos una amistad de esas que no se encuentran en cualquier lado, no se vale echarla a perder solo por una tontería...

Elías vio el mensaje, pero no contestó. Lo hizo una hora más tarde. Desde el primer momento en que vi la notificación en mi celular, supe que no debía abrir el mensaje. Era un vídeo. Me repetí que no debía hacerlo, que eso no estaba bien y que las cosas no se solucionarían así... Pero de nada sirvió. Al final caí en la tentación.

Se me cortó la respiración cuando le di al botón de reproducir. El pene grande, duro y venoso de Elías aparecía en primer plano. Se lo estaba sujetando con una mano. Estaba en el baño, el agua escurría desde la punta hasta bajar por sus testículos y luego perderse en su piernas.

Comenzó a masajear su pene de arriba abajo, primero despacio y luego más rápido, a veces lo hacía con fuerza dejando su cabeza totalmente descubierta, sonrojada y deliciosa. Mi ropa interior se humedecía cada vez más. Cuando él empezó a acariciar sus testículos, yo por instinto me llevé la mano libre a mis pechos. Metí la mano por debajo de la blusa y el bra y comencé a acariciarme. Mis pezones estaban tan duros y calientes que se me escapó un jadeo con el primer roce.

Apreté mis tetas con fuerza, pellizqué mis pezones, me mojé los dedos y luego humecté mis pezones duros. Deleitada con lo que estaba viendo en el vídeo. Cuando Elías comenzó a acariciar su glande con movimientos circulares, yo metí mi mano entre mis piernas. Estaba empapada. Mi mano quedó super mojada de todo el deseo que sentía por Elías. Mi clítoris estaba erecto, sobresalía del capuchón, hipersensible a mis caricias. Me temblaron las piernas con el contacto de mi dedo corazón sobre él, lo estimulé con suavidad pero estaba tan sensible que no pude resistir y me retorcí con el calambre que se provocó en mi vientre.

El vídeo acabó justo en ese momento. Aún me temblaban las piernas cuando le di al botón de videollamada. Esta vez Elías contestó de inmediato. No estaba en el baño, pero se notaba que acaba de salir de él. Tenía el cabello húmedo y pequeñas gotas de agua le resbalaban por el pecho.

No nos dijimos nada, los 2 sabíamos lo que estaba a punto de ocurrir. Yo coloqué el teléfono sobre la cama, apoyado en una almohada y mientras Elías me veía a través de la pantalla, me quité la blusa. Cogí mis tetas aún con el brassier puesto y las apreté. Elías no apartaba los ojos. Luego bajé los tirantes del brassier muy despacio, hasta que esté resbaló un poco. Uno de mis pezones apenas se asomó, pero el otro fue menos tímido y quedó prensado justo en el límite del brassier. Me metí un dedo a la boca y lo saqué muy húmedo para después tocar con él mi pezón.

Elías eligió ese momento para apoyar su celular en algún sitio. Cuando por fin lo consiguió vi que llevaba el paño atado a su cintura. Estaba tan duro que era súper evidente y me pregunté cómo su erección enorme y rica no había hecho saltar el paño. Él se dio un fuerte apretón por encima de la tela.
-Enséñeme las tetas -me ordenó.
Yo sonreí de lado, luego me mordí el labio y me di media vuelta. Me desabroché el bra despacio, luego me volví un poco, lance el brassier hacia él y me cubrí las tetas con los brazos, dejándolo ver solo un poco.
-Me está matando -dijo él.
-No fui yo quien empezó este juego -susurré.

Le di la espalda de nuevo y esta vez me despojé del short blanco que llevaba puesto.
-¡Qué rica! exclamó él cuando vio el diminuto hilito blanco que llevaba puesto y se perdía entre mis nagas.
Me llevé las manos a las nalgas y las estreché, también me di una nalgada que resonó por toda mi habitación. Después me toqué desde atrás, abrí las piernas y corrí el hilo un poco para acariciarme.

Por encima de mi hombro veía cómo Elías no se perdía de nada. Entonces aparté mi mano, me volví y le enseñé mis tetas. Hice un rebote suave sobre mis pies porque quería ver su cara cuando viera mis tetas grandes saltando ante sus ojos. Podía ver el deseo en su rostro.
-Quítese el paño -ordené yo está vez-. Enseñeme eso tan grande que tiene ahí. Vea -me cogí las tetas- quiero eso aquí en medio, entre mis tetas. Quiero sobárselo con ellas hasta sacarle toda la leche y que se riegue en mi cara. Uy, no sabe cuánto quiero esa leche caliente cayendo desde mi barbilla a mis tetas.

Elías se quitó el paño sin chistar. Su pene me volvía loca, cuánto habría dado por poder tocarlo, por hundirlo en lo más profundo de mi garganta y luego sentarme sobre él y cogermelo cómo nadie se lo iba a coger nunca. Estaba tan caliente y deseosa de Elías.

Él comenzó a acariciarse. Luego se acercó más a la cámara del teléfono.
-Vea como me tiene -dijo.
Yo sentí un escalofrío. De su punta salía una gota de líquido espesa y trasparente que él esparció por todo el glande con su dedo pulgar.
-Me encantaría hacer eso con mi lengua -confesé.
-Y a mí me encantaría que lo hiciera. Quiero cogerle esa boca y metersela hasta el fondo, que se atragante, pero esté tan dispuesta a mamármela que ni siquiera eso la detenga. Quiero agarrarla del pelo mientras se la meto entre esos labios rosaditos. Que me vuelva a ver con ojos llorosos mientras hunde las uñas en mis nalgas porque no soporta tener ni un centímetro de mi pene afuera de la boca.

Me quité el hilo, después con una mano me tocaba las tetas y con otra me tocaba entre las piernas. Le enseñé a Elías mis dedos humedos, luego me los llevé a los labios y los lamí de la misma forma en que quería lamerlo a él.
Los dos nos tocamos al mismo tiempo y nos decíamos todo lo que fantaseabamos. Yo me coloqué en una posición en la que él pudiera ver cómo hundía mis dedos en mi vagina y yo pudiera seguir viendo como se masturbaba él.

-Se la quiero meter tan duro, Agatha.
Yo gemí, pellizqué mi clítoris y contesté:
-Quiero que me la meta todo lo duro que pueda. Cómo nunca se la ha metido a nadie. Lo quiero todo dentro. Duro, salvaje, sin piedad.
Elías no pudo más, vi cómo la leche salía disparada de su pene. Me excité demasiado si es qué eso era posible ya, ojalá se hubiera regado sobre mí. Volví a tomar mi clítoris sin dejar de ver su pene palpitante goteando semen, entonces dejé que el orgasmo se liberara en mi cuerpo. Tuve que coger una almohada y hundir mi cara en ella para poder acallar el grito que se escapó de mi boca.

Necesitamos de varios minutos para tomar aliento. Justo cuando él iba a decir algo, mi teléfono mostró la notificación de una nueva videollamada. Se me heló el cuerpo al ver que era mi novio quién estaba llamando. En tan solo una milésima de segundo volví a caer a la realidad.
 
me identifico con elias y el dolór de huevos, que clase de relato, me dejó como si viera una porno de mi actriz favorita siendo totalmente destrozada de placer
 
Con 19 le creo en esas u patito supongo y carreras como sicología, educación preescolar, cualquier curso aprueba d tontos, se lo creo, yo salí de la mejor universidad estatal y luego trabajando pague una Patito para ver q tal son, me metí en Electromecánica en la Universidad Fidelitas y legal esas u está para vagos y tontos, para pasar los cursos no había q ponerle mucho y ahora con WhatsApp es más fácil pasarse las tareas y exámenes, son universidades para q el estudiante se sienta tranquilo y satisfecho con lo q está pagando

Hay historias de profesores q los despiden x quedar a los estudiantes o ser exigentes
Me interesa bro, sinceramente a mi lo que me interesa es sacar un titulo universitario, estuve en la UCR y la verdad no pego ahí, quisiera algo mas suave... me da igual que me etiqueten de mediocre, yo solo quiero graduarme y si hay una forma mas fácil y sencilla la quiero tomar... entonces si es asi de sencillo como ud lo pinta?
 

3​

Ni Lucía ni Andrey supieron lo que en verdad había pasado aquella noche en la cabaña. Lo cierto era que Elías y yo ya no podíamos negar lo que sucedía, había una tensión sexual entre nosotros. El resto de la fiesta nos habíamos evitado, pero cuando él llegó a despedirse me dijo al oído que debíamos hablar.

La conversación llegó 2 días más tarde. Él fue quien me envió un WhatsApp. Lo que antes había sido tan normal para nosotros, hablarnos y escribirnos, se había vuelto peligroso. Como una bomba de tiempo a punto de estallar.

El mensaje de WhatsApp decía:
-Esto no puede seguir así, Agatha. Tenemos que resolverlo.
No le contesté de inmediato. Porque la verdad es que tenía miedo de hacerlo. Me sentía demasiado confundida y no entendía qué era lo que él pretendía. Así que esperé a que llegara la noche para hacerlo.

-¿Resolverlo? Espero que eso no signifique lo que estoy pensando -contesté yo luego de mucho pensarlo.
-¿Qué está pensando? -respondió casi de inmediato.
-¡No vamos a ir más allá! Ud y yo solo somos amigos y esto es una locura.
-¿Tener sexo? -insistió él.
-Sí. Los 2 tenemos pareja y dudo que ellos se merezcan lo que les estamos haciendo. Andrey y yo estamos muy bien y yo no quiero hacer nada de lo que me pueda arrepentir. Además, ud y yo tenemos una amistad de esas que no se encuentran en cualquier lado, no se vale echarla a perder solo por una tontería...

Elías vio el mensaje, pero no contestó. Lo hizo una hora más tarde. Desde el primer momento en que vi la notificación en mi celular, supe que no debía abrir el mensaje. Era un vídeo. Me repetí que no debía hacerlo, que eso no estaba bien y que las cosas no se solucionarían así... Pero de nada sirvió. Al final caí en la tentación.

Se me cortó la respiración cuando le di al botón de reproducir. El pene grande, duro y venoso de Elías aparecía en primer plano. Se lo estaba sujetando con una mano. Estaba en el baño, el agua escurría desde la punta hasta bajar por sus testículos y luego perderse en su piernas.

Comenzó a masajear su pene de arriba abajo, primero despacio y luego más rápido, a veces lo hacía con fuerza dejando su cabeza totalmente descubierta, sonrojada y deliciosa. Mi ropa interior se humedecía cada vez más. Cuando él empezó a acariciar sus testículos, yo por instinto me llevé la mano libre a mis pechos. Metí la mano por debajo de la blusa y el bra y comencé a acariciarme. Mis pezones estaban tan duros y calientes que se me escapó un jadeo con el primer roce.

Apreté mis tetas con fuerza, pellizqué mis pezones, me mojé los dedos y luego humecté mis pezones duros. Deleitada con lo que estaba viendo en el vídeo. Cuando Elías comenzó a acariciar su glande con movimientos circulares, yo metí mi mano entre mis piernas. Estaba empapada. Mi mano quedó super mojada de todo el deseo que sentía por Elías. Mi clítoris estaba erecto, sobresalía del capuchón, hipersensible a mis caricias. Me temblaron las piernas con el contacto de mi dedo corazón sobre él, lo estimulé con suavidad pero estaba tan sensible que no pude resistir y me retorcí con el calambre que se provocó en mi vientre.

El vídeo acabó justo en ese momento. Aún me temblaban las piernas cuando le di al botón de videollamada. Esta vez Elías contestó de inmediato. No estaba en el baño, pero se notaba que acaba de salir de él. Tenía el cabello húmedo y pequeñas gotas de agua le resbalaban por el pecho.

No nos dijimos nada, los 2 sabíamos lo que estaba a punto de ocurrir. Yo coloqué el teléfono sobre la cama, apoyado en una almohada y mientras Elías me veía a través de la pantalla, me quité la blusa. Cogí mis tetas aún con el brassier puesto y las apreté. Elías no apartaba los ojos. Luego bajé los tirantes del brassier muy despacio, hasta que esté resbaló un poco. Uno de mis pezones apenas se asomó, pero el otro fue menos tímido y quedó prensado justo en el límite del brassier. Me metí un dedo a la boca y lo saqué muy húmedo para después tocar con él mi pezón.

Elías eligió ese momento para apoyar su celular en algún sitio. Cuando por fin lo consiguió vi que llevaba el paño atado a su cintura. Estaba tan duro que era súper evidente y me pregunté cómo su erección enorme y rica no había hecho saltar el paño. Él se dio un fuerte apretón por encima de la tela.
-Enséñeme las tetas -me ordenó.
Yo sonreí de lado, luego me mordí el labio y me di media vuelta. Me desabroché el bra despacio, luego me volví un poco, lance el brassier hacia él y me cubrí las tetas con los brazos, dejándolo ver solo un poco.
-Me está matando -dijo él.
-No fui yo quien empezó este juego -susurré.

Le di la espalda de nuevo y esta vez me despojé del short blanco que llevaba puesto.
-¡Qué rica! exclamó él cuando vio el diminuto hilito blanco que llevaba puesto y se perdía entre mis nagas.
Me llevé las manos a las nalgas y las estreché, también me di una nalgada que resonó por toda mi habitación. Después me toqué desde atrás, abrí las piernas y corrí el hilo un poco para acariciarme.

Por encima de mi hombro veía cómo Elías no se perdía de nada. Entonces aparté mi mano, me volví y le enseñé mis tetas. Hice un rebote suave sobre mis pies porque quería ver su cara cuando viera mis tetas grandes saltando ante sus ojos. Podía ver el deseo en su rostro.
-Quítese el paño -ordené yo está vez-. Enseñeme eso tan grande que tiene ahí. Vea -me cogí las tetas- quiero eso aquí en medio, entre mis tetas. Quiero sobárselo con ellas hasta sacarle toda la leche y que se riegue en mi cara. Uy, no sabe cuánto quiero esa leche caliente cayendo desde mi barbilla a mis tetas.

Elías se quitó el paño sin chistar. Su pene me volvía loca, cuánto habría dado por poder tocarlo, por hundirlo en lo más profundo de mi garganta y luego sentarme sobre él y cogermelo cómo nadie se lo iba a coger nunca. Estaba tan caliente y deseosa de Elías.

Él comenzó a acariciarse. Luego se acercó más a la cámara del teléfono.
-Vea como me tiene -dijo.
Yo sentí un escalofrío. De su punta salía una gota de líquido espesa y trasparente que él esparció por todo el glande con su dedo pulgar.
-Me encantaría hacer eso con mi lengua -confesé.
-Y a mí me encantaría que lo hiciera. Quiero cogerle esa boca y metersela hasta el fondo, que se atragante, pero esté tan dispuesta a mamármela que ni siquiera eso la detenga. Quiero agarrarla del pelo mientras se la meto entre esos labios rosaditos. Que me vuelva a ver con ojos llorosos mientras hunde las uñas en mis nalgas porque no soporta tener ni un centímetro de mi pene afuera de la boca.

Me quité el hilo, después con una mano me tocaba las tetas y con otra me tocaba entre las piernas. Le enseñé a Elías mis dedos humedos, luego me los llevé a los labios y los lamí de la misma forma en que quería lamerlo a él.
Los dos nos tocamos al mismo tiempo y nos decíamos todo lo que fantaseabamos. Yo me coloqué en una posición en la que él pudiera ver cómo hundía mis dedos en mi vagina y yo pudiera seguir viendo como se masturbaba él.

-Se la quiero meter tan duro, Agatha.
Yo gemí, pellizqué mi clítoris y contesté:
-Quiero que me la meta todo lo duro que pueda. Cómo nunca se la ha metido a nadie. Lo quiero todo dentro. Duro, salvaje, sin piedad.
Elías no pudo más, vi cómo la leche salía disparada de su pene. Me excité demasiado si es qué eso era posible ya, ojalá se hubiera regado sobre mí. Volví a tomar mi clítoris sin dejar de ver su pene palpitante goteando semen, entonces dejé que el orgasmo se liberara en mi cuerpo. Tuve que coger una almohada y hundir mi cara en ella para poder acallar el grito que se escapó de mi boca.

Necesitamos de varios minutos para tomar aliento. Justo cuando él iba a decir algo, mi teléfono mostró la notificación de una nueva videollamada. Se me heló el cuerpo al ver que era mi novio quién estaba llamando. En tan solo una milésima de segundo volví a caer a la realidad.
Cuando viene la parte 4?
muy buena la historia como para que quede así!
 

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