Shankleto
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Esa lección la aprendió --afirma ella que para siempre--, la modelo, surfista y estudiante avanzada de periodismo Andreína Samudio el viernes antepasado, cuando golpeó a un motociclista con su carro, a las 7 de la mañana, mientras manejaba contra vía en el Paseo Colón.
Una vez pasado el incidente, Andreína se disculpó con su familia, amigos y allegados por el mal rato que les hizo pasar, pues ella es muy querida entre quienes la conocen, ya que es una muchacha que pasa concentrada en lo suyo: el surf, las artes marciales, otros tantos deportes y sus estudios de periodismo.
“Son situaciones que pasan en la vida y que no tienen excusa, que se salen de las manos, por dicha los involucrados salimos ilesos, estamos bien de salud, estos son retos que uno atraviesa con mucho dolor, pero en mi caso me concentro en aprender, madurar, escalar, evolucionar y saltar para ser una persona de bien, no hay nadie perfecto pero sí puedo procurar ser cada vez más responsable de mis actos, sobre todo cuando pueden afectar a otros”, nos dijo Andreína.
A nosotros, eso sí, nos quedó un sinsabor tras todo el episodio, pues nuevamente algunos comesantos-cagadiablos, los talibanes de la doble moral, tuvieron su festín para destrozar, difamar y humillar. La rifa se la sacó Andreína, con todo y serie. Las salivas de la envidia salieron nuevamente del closet, donde deberían quedarse para siempre. Ahora ella hace infructuosos esfuerzos para recoger los pedazos de su honra. Sí, claro, se puso para que le dieran, eso nadie lo duda, pero antes de vilipendiarla de la forma en que muchos lo hicieron ¿volverían a ver hacia adentro a ver cuántas veces han estado expuestos, ellos mismos, a provocar un accidente, una tragedia, por andar manejando borrachos y hasta borrachiticos?
Jamás promoveremos quebrantar las leyes, pero tampoco ignoraremos escarnios como este. Conocemos bien a Andreína. Su cuerpo, forjado en el gimnasio, en las competencias deportivas, en el surf, en la alimentación sana y en la práctica del yoga son responsables de su tonificada anatomía.
Andreína se levanta de madrugada a ejercitarse, es un ejemplo de disciplina y eso a la larga genera mucha envidia, en especial en aquellos clientes frecuentes de consultorios de medicina estética. Aquella noche, que ella preferiría borrar, es inexcusable, pero eso no la define como persona.
Andreína se equivocó. Lo demás lo vimos multiplicado en las redes: seis policías sacándola a la fuerza de su auto y un oficial de Tránsito irrespetuoso, sarcástico y grosero. También vimos a una Andreína asustada, amedrentada, acorralada, mientras a su alrededor la ‘concurrencia’ gritaba y gozaba con la detención, en medio de insultos, chistes y especulaciones que en minutos se viralizaron en videos que se pasaron de mano en mano, de teléfono en teléfono.
En la escena también hubo otro actor (su acompañante en el auto), al que ella misma le rogó abandonar el sitio para asumir ella todas las consecuencias de sus actos.
Entonces se especuló sobre la identidad de su acompañante, pero el morbo se esfumó, a la que había que atacar, la carne de cañón, era solamente ella. Ahora nadie comenta el incidente, el escándalo ya se enfrió y solo quedaron tirados los retazos de honra, que Andreína intenta reparar. Con estos primeros fríos de diciembre, ella sigue meditando seriamente en tan nefasta pesadilla: “Aprendí la lección y eso es lo que cuenta. He pensado en dar la otra versión, mi versión, porque hubo tergiversaciones en los medios, pero a estas alturas quizá no sea relevante. Lo importante es que yo aprendí de la peor manera, aunque insisto, en medio de todo, le doy gracias a Dios de que mi equivocación me costó cara a mí, pero no hay daños humanos que lamentar. Yo aprendí por cabeza propia, en estas fechas, especialmente, ojalá que esto sirva para que cada quien reflexione sin tener que pasar por una situación tan penosa”.
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