¡Ay, Dios mío! Qué bronca nos cayó encima, má! Resulta que la pareja implicada en el espantoso caso de los turistas alemanes, José David Elizondo y Natalia Rubio, andaban metidos en otra vaina mucho antes de que llegaran a Cerros de Quepos. Parece que estos dos tienen la costumbre de meterse en problemas de esos que te dejan boquiabierto.
Según información que llegó al Foro de Costa Rica, la pareja, ahora bajo arresto preventivo por el doble homicidio de Manuela Daxer y Rüdiguer Schickhaus, tenía en la mira una mansión de lujo en La Unión de Cartago. La chota es que esta propiedad, valorada en unos $250,000, pertenecía a alguien más y ellos intentaron apoderarse de ella utilizando métodos bastante turbios, diríamos nosotros. Ahí sí que se jalaron una torta.
La investigación del OIJ revela que Natalia Rubio, con la ayuda de un amigo y un notario –siempre hay alguien picoteando en esas cosas–, urdió un plan para quedarse con la casa. Dicen que usó un contrato de alquiler como pretexto para entrar, luego dejó de cumplir con sus responsabilidades y empezó a alquilarla subrepticiamente. ¡Un verdadero despiche!
Y ahí no acabó la película, porque el subarrendatario, aprovechándose de la situación, convenció al verdadero dueño para que firmara un contrato de alquiler con promesa de compraventa. Este contrato sirvió como excusa para seguir en la propiedad, recolectar documentos y, finalmente, ejecutar el golpe maestro. ¡Qué nivel de maña para hacer daño!
Los investigadores aseguran que Natalia presentó documentos falsificados y afirmó que su ocupación era legal, logrando así engañar a todos. Su intención era inscribir la propiedad en nombre de una sociedad anónima por apenas ¢10 millones, generando un enorme perjuicio económico al propietario. ¡Así no hay quien le gane!
Pero la cosa se pone aún más interesante: Natalia se autopromociona en redes sociales como una experta en bienes raíces, igual que su marido, ambos socios de la empresa Gestionadora de Bienes e Inversiones GBI RJ. Este brete de negocios parece haberles dado acceso a una vida de lujos, con casas costosas, carros importados y demás… una vida que ahora podría acabar detrás de los barrotes. Quién lo iba a decir.
Recordemos que José David Elizondo, el presunto líder del grupo responsable del asesinato de los turistas, llevaba una vida plena, financiándola supuestamente con los ingresos de este negocio inmobiliario. Todo esto salió a la luz tras los allanamientos realizados por el OIJ este miércoles, revelando una red de posibles fraudes y estafas que involucran a varias personas, incluyendo a un peluquero que atendía al Presidente Chaves a domicilio. Ya ven, qué vara tan fea.
Definitivamente, este caso nos deja pensando: ¿Cómo es posible que personas acusadas de crímenes tan atroces puedan operar impunemente en el mundo de los bienes raíces, aprovechándose de la confianza ajena para cometer fraudes? ¿Deberíamos revisar los controles y regulaciones en este sector para evitar que estas situaciones se repitan? Les leo en los comentarios, pura verborrea constructiva, ¡díganme qué piensan!
Según información que llegó al Foro de Costa Rica, la pareja, ahora bajo arresto preventivo por el doble homicidio de Manuela Daxer y Rüdiguer Schickhaus, tenía en la mira una mansión de lujo en La Unión de Cartago. La chota es que esta propiedad, valorada en unos $250,000, pertenecía a alguien más y ellos intentaron apoderarse de ella utilizando métodos bastante turbios, diríamos nosotros. Ahí sí que se jalaron una torta.
La investigación del OIJ revela que Natalia Rubio, con la ayuda de un amigo y un notario –siempre hay alguien picoteando en esas cosas–, urdió un plan para quedarse con la casa. Dicen que usó un contrato de alquiler como pretexto para entrar, luego dejó de cumplir con sus responsabilidades y empezó a alquilarla subrepticiamente. ¡Un verdadero despiche!
Y ahí no acabó la película, porque el subarrendatario, aprovechándose de la situación, convenció al verdadero dueño para que firmara un contrato de alquiler con promesa de compraventa. Este contrato sirvió como excusa para seguir en la propiedad, recolectar documentos y, finalmente, ejecutar el golpe maestro. ¡Qué nivel de maña para hacer daño!
Los investigadores aseguran que Natalia presentó documentos falsificados y afirmó que su ocupación era legal, logrando así engañar a todos. Su intención era inscribir la propiedad en nombre de una sociedad anónima por apenas ¢10 millones, generando un enorme perjuicio económico al propietario. ¡Así no hay quien le gane!
Pero la cosa se pone aún más interesante: Natalia se autopromociona en redes sociales como una experta en bienes raíces, igual que su marido, ambos socios de la empresa Gestionadora de Bienes e Inversiones GBI RJ. Este brete de negocios parece haberles dado acceso a una vida de lujos, con casas costosas, carros importados y demás… una vida que ahora podría acabar detrás de los barrotes. Quién lo iba a decir.
Recordemos que José David Elizondo, el presunto líder del grupo responsable del asesinato de los turistas, llevaba una vida plena, financiándola supuestamente con los ingresos de este negocio inmobiliario. Todo esto salió a la luz tras los allanamientos realizados por el OIJ este miércoles, revelando una red de posibles fraudes y estafas que involucran a varias personas, incluyendo a un peluquero que atendía al Presidente Chaves a domicilio. Ya ven, qué vara tan fea.
Definitivamente, este caso nos deja pensando: ¿Cómo es posible que personas acusadas de crímenes tan atroces puedan operar impunemente en el mundo de los bienes raíces, aprovechándose de la confianza ajena para cometer fraudes? ¿Deberíamos revisar los controles y regulaciones en este sector para evitar que estas situaciones se repitan? Les leo en los comentarios, pura verborrea constructiva, ¡díganme qué piensan!
