Bueno, mi gente, agárrense porque llegó otra bronca pa’l cuello. Resulta que Avianca, la aerolínea que recién había empezado a volar de San José a Puerto Rico, se va. Sí, así nomás, se desconecta el brete, dejando a muchos enganchados y con planes aplazados. Se dice que es el 24 de octubre cuando bajan la cortina, pero la verdad es que esto ya pinta feo.
Y no es que esto caiga del cielo, chunches. Ya hace rato que GOL y Volaris se estaban agarrando la crisma con sus propias rutas, dejando claro que el panorama aéreo en Costa Rica no está precisamente pintando color de rosa. Esto nos demuestra, una vez más, que el turismo, nuestra gallina de los huevos de oro, anda medio espantao’. ¿Será que estamos haciendo algo mal?
Dicen los técnicos, y yo que soy periodista, no técnico, que Avianca evaluó el desempeño de la ruta y decidió que no estaba dando lo suficiente. Qué sal! Pero la realidad es que esto afecta a muchísima gente: los que querían ir a Puerto Rico de vacaciones, los que tenían negocios allá, los que simplemente buscaban una opción más económica pa’ visitar la isla. Ahora hay que andar buscando escalas y pagando más, qué torta!
Pero ojo, que esto no es solo un problema de turistas. También afecta al comercio, al intercambio cultural, a la imagen del país. Cuando una aerolínea se va, manda el mensaje de que Costa Rica no es un destino confiable o atractivo. Y eso, mis amigos, no es bueno ni para el bolsillo ni para el orgullo nacional. Tenemos que ponerle pausa a estas cosas.
La explicación oficial de Avianca es la de siempre: “ajustes de red”. Suspiro… Como si ajustar la red significara dejar tirados a los pasajeros y perjudicar al país. Lo que nadie te dice es que operar una aerolínea en Costa Rica tiene sus complicaciones: impuestos altos, infraestructura limitada, competencia feroz. Y parece que muchas empresas no están dispuestas a lidiar con eso, diay.
Ahora bien, ¿quién agarra el relevo? Ahí es donde la cosa se pone difícil. No podemos quedarnos esperando milagros. Necesitamos que el gobierno, el ministerio de turismo, el aeropuerto Juan Santamaría pongan manos a la obra y busquen soluciones. Incentivos fiscales, acuerdos de código compartido, negociaciones con otras aerolíneas… Hay muchas opciones, pero hay que actuar rápido, porque el tiempo se nos está acabando.
Algunos sugieren que podríamos enfocarnos en atraer aerolíneas de bajo costo, que ofrecen tarifas más accesibles. Otros proponen mejorar la infraestructura aeroportuaria, para hacerla más eficiente y competitiva. Y, por supuesto, no podemos olvidar la importancia de promover Costa Rica como un destino seguro y sostenible, que ofrezca experiencias únicas e inolvidables. Al final, tenemos mucho que mostrar al mundo, pero necesitamos que nos traigan hasta acá.
Con todo este panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿Estamos condenados a perder nuestras conexiones aéreas y a quedarnos varados en el mapa mundial? ¿O vamos a encontrar la forma de reinventarnos y de seguir siendo un destino turístico atractivo y competitivo? Me gustaría saber su opinión al respecto, mi gente: ¿cuáles creen que deberían ser las medidas prioritarias para solucionar esta crisis aérea?
Y no es que esto caiga del cielo, chunches. Ya hace rato que GOL y Volaris se estaban agarrando la crisma con sus propias rutas, dejando claro que el panorama aéreo en Costa Rica no está precisamente pintando color de rosa. Esto nos demuestra, una vez más, que el turismo, nuestra gallina de los huevos de oro, anda medio espantao’. ¿Será que estamos haciendo algo mal?
Dicen los técnicos, y yo que soy periodista, no técnico, que Avianca evaluó el desempeño de la ruta y decidió que no estaba dando lo suficiente. Qué sal! Pero la realidad es que esto afecta a muchísima gente: los que querían ir a Puerto Rico de vacaciones, los que tenían negocios allá, los que simplemente buscaban una opción más económica pa’ visitar la isla. Ahora hay que andar buscando escalas y pagando más, qué torta!
Pero ojo, que esto no es solo un problema de turistas. También afecta al comercio, al intercambio cultural, a la imagen del país. Cuando una aerolínea se va, manda el mensaje de que Costa Rica no es un destino confiable o atractivo. Y eso, mis amigos, no es bueno ni para el bolsillo ni para el orgullo nacional. Tenemos que ponerle pausa a estas cosas.
La explicación oficial de Avianca es la de siempre: “ajustes de red”. Suspiro… Como si ajustar la red significara dejar tirados a los pasajeros y perjudicar al país. Lo que nadie te dice es que operar una aerolínea en Costa Rica tiene sus complicaciones: impuestos altos, infraestructura limitada, competencia feroz. Y parece que muchas empresas no están dispuestas a lidiar con eso, diay.
Ahora bien, ¿quién agarra el relevo? Ahí es donde la cosa se pone difícil. No podemos quedarnos esperando milagros. Necesitamos que el gobierno, el ministerio de turismo, el aeropuerto Juan Santamaría pongan manos a la obra y busquen soluciones. Incentivos fiscales, acuerdos de código compartido, negociaciones con otras aerolíneas… Hay muchas opciones, pero hay que actuar rápido, porque el tiempo se nos está acabando.
Algunos sugieren que podríamos enfocarnos en atraer aerolíneas de bajo costo, que ofrecen tarifas más accesibles. Otros proponen mejorar la infraestructura aeroportuaria, para hacerla más eficiente y competitiva. Y, por supuesto, no podemos olvidar la importancia de promover Costa Rica como un destino seguro y sostenible, que ofrezca experiencias únicas e inolvidables. Al final, tenemos mucho que mostrar al mundo, pero necesitamos que nos traigan hasta acá.
Con todo este panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿Estamos condenados a perder nuestras conexiones aéreas y a quedarnos varados en el mapa mundial? ¿O vamos a encontrar la forma de reinventarnos y de seguir siendo un destino turístico atractivo y competitivo? Me gustaría saber su opinión al respecto, mi gente: ¿cuáles creen que deberían ser las medidas prioritarias para solucionar esta crisis aérea?