¡Qué chiná! Parece que la tierra se nos vino abajo, literalmente. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) anda con la mosca detrás de la oreja porque tenemos ni bien y malamente 140 deslizamientos activos repartidos por 36 cantones del país. Sí, has leído bien, ¡casi la mitad del territorio! Uno piensa, ¿qué estará pasando?
Según la CNE, Puriscal y Turrialba son los cantones que más nos pegaron este año, ambos con 11 puntos críticos. Imagínate la preocupación por allá, ¡una torta! En lo corrido del 2025 ya vamos por 411 incidentes relacionados con deslizamientos, siendo San Carlos y Desamparados los que encabezan la lista de afectados, con 55 y 17 incidentes respectivamente. Definitivamente, esto no pinta nada bien y nos obliga a pensar en qué medidas podemos tomar para protegernos.
Y ojo, que la mayoría de estos problemas ocurren en nuestras rutas nacionales y cantonales. Eso significa que viajar se ha convertido en una aventura llena de incertidumbre y precauciones extra. Uno ya no sabe si salir a carretera o quedarse encerrado en casa, ¡diay! Es que la situación se puso más complicada de lo que pensábamos y eso le preocupa a muchos, especialmente a quienes tienen que moverse diariamente por trabajo o estudios.
La institución no tarda en recordarnos que nuestra geografía, con esas montañas empinadas y valles profundos, no ayuda mucho. Sumándole la expansión urbana desenfrenada, que a veces se hace sin pedir permiso a la naturaleza, y las construcciones en terrenos inestables... pues ahí tienes la receta perfecta para el desastre. Parece que a veces olvidamos que vivimos en un país vulnerable a estas cosas, y pagamos las consecuencias.
Pero no todo está perdido, amigos. La CNE asegura que mantienen una vigilancia constante, identificando esos cambios sutiles en el terreno que pueden indicar un problema. Eso suena bueno, pero uno siempre piensa: ¿realmente están preparados para actuar rápido cuando la cosa se pone fea? Porque aunque tengan todos los recursos, si la respuesta llega tarde, el daño ya está hecho. La prevención es clave, y esperar a que ocurra una tragedia para reaccionar no es precisamente la mejor estrategia.
Para eso, tienen trabajando duro a Lidier Esquivel, jefe de la Unidad de Investigación y Análisis del Riesgo de la CNE. Él nos explica que ahora cuentan con tecnología de punta, como estaciones hídricas que miden la lluvia en tiempo real y nos dan una idea de cuánto está saturado el suelo. También andan capacitando a las comunidades cercanas a las zonas de riesgo, para que ellas mismas puedan detectar cualquier señal de peligro. Así que, ¡atención, vecinos! Si ven algo raro en su colina, avisen a las autoridades, ¡podrían salvar vidas!
Y hablando de tecnología, parece que ahora también usan drones, cámaras, sensores de ríos y hasta fotos satelitales para vigilar las zonas más peligrosas. Entre estos lugares destacan la ladera del Volcán Irazú, la zona alta de Aguas Zarcas, y sectores como Tapezco (Santa Ana) y Burío (Aserrí), donde han instalado pluviómetros para medir la lluvia acumulada. Todo eso suena muy sofisticado, pero al final del día, lo importante es que funcionen y nos mantengan informados de lo que está pasando. Porque una alerta temprana puede marcar la diferencia entre un susto y una desgracia.
Con todo esto, la CNE nos pide mantenernos tranquilos y seguir prestándoles atención a sus recomendaciones. Pero, sinceramente, ¿ustedes creen que las instituciones realmente están haciendo todo lo posible para proteger a la población, o estamos condenados a repetir los mismos errores de siempre? ¿Cuál debería ser la medida más urgente que debemos implementar para garantizar la seguridad de nuestros hogares y comunidades frente a esta amenaza constante?
Según la CNE, Puriscal y Turrialba son los cantones que más nos pegaron este año, ambos con 11 puntos críticos. Imagínate la preocupación por allá, ¡una torta! En lo corrido del 2025 ya vamos por 411 incidentes relacionados con deslizamientos, siendo San Carlos y Desamparados los que encabezan la lista de afectados, con 55 y 17 incidentes respectivamente. Definitivamente, esto no pinta nada bien y nos obliga a pensar en qué medidas podemos tomar para protegernos.
Y ojo, que la mayoría de estos problemas ocurren en nuestras rutas nacionales y cantonales. Eso significa que viajar se ha convertido en una aventura llena de incertidumbre y precauciones extra. Uno ya no sabe si salir a carretera o quedarse encerrado en casa, ¡diay! Es que la situación se puso más complicada de lo que pensábamos y eso le preocupa a muchos, especialmente a quienes tienen que moverse diariamente por trabajo o estudios.
La institución no tarda en recordarnos que nuestra geografía, con esas montañas empinadas y valles profundos, no ayuda mucho. Sumándole la expansión urbana desenfrenada, que a veces se hace sin pedir permiso a la naturaleza, y las construcciones en terrenos inestables... pues ahí tienes la receta perfecta para el desastre. Parece que a veces olvidamos que vivimos en un país vulnerable a estas cosas, y pagamos las consecuencias.
Pero no todo está perdido, amigos. La CNE asegura que mantienen una vigilancia constante, identificando esos cambios sutiles en el terreno que pueden indicar un problema. Eso suena bueno, pero uno siempre piensa: ¿realmente están preparados para actuar rápido cuando la cosa se pone fea? Porque aunque tengan todos los recursos, si la respuesta llega tarde, el daño ya está hecho. La prevención es clave, y esperar a que ocurra una tragedia para reaccionar no es precisamente la mejor estrategia.
Para eso, tienen trabajando duro a Lidier Esquivel, jefe de la Unidad de Investigación y Análisis del Riesgo de la CNE. Él nos explica que ahora cuentan con tecnología de punta, como estaciones hídricas que miden la lluvia en tiempo real y nos dan una idea de cuánto está saturado el suelo. También andan capacitando a las comunidades cercanas a las zonas de riesgo, para que ellas mismas puedan detectar cualquier señal de peligro. Así que, ¡atención, vecinos! Si ven algo raro en su colina, avisen a las autoridades, ¡podrían salvar vidas!
Y hablando de tecnología, parece que ahora también usan drones, cámaras, sensores de ríos y hasta fotos satelitales para vigilar las zonas más peligrosas. Entre estos lugares destacan la ladera del Volcán Irazú, la zona alta de Aguas Zarcas, y sectores como Tapezco (Santa Ana) y Burío (Aserrí), donde han instalado pluviómetros para medir la lluvia acumulada. Todo eso suena muy sofisticado, pero al final del día, lo importante es que funcionen y nos mantengan informados de lo que está pasando. Porque una alerta temprana puede marcar la diferencia entre un susto y una desgracia.
Con todo esto, la CNE nos pide mantenernos tranquilos y seguir prestándoles atención a sus recomendaciones. Pero, sinceramente, ¿ustedes creen que las instituciones realmente están haciendo todo lo posible para proteger a la población, o estamos condenados a repetir los mismos errores de siempre? ¿Cuál debería ser la medida más urgente que debemos implementar para garantizar la seguridad de nuestros hogares y comunidades frente a esta amenaza constante?
