¡Aguántense! Parece que Donald Trump anda chambeando a marchas forzadas para recortarle hasta la sopa a la ayuda humanitaria de la ONU. Resulta que Estados Unidos, que siempre ha sido el gallito que pone la plata, bajó drásticamente su contribución para 2026 a apenas dos mil millones de dólares. Una miseria comparada con los once mil que echaban antes, ¡qué despiche!
La jugada es parte de una estrategia más amplia de recortes para la asistencia exterior que promueve el gobierno actual, y la verdad es que la cosa está fea. Según datos de la ONU, en 2025, el llamado humanitario global superó los cuarenta y cinco mil millones de dólares, pero solo se juntaron doce mil. ¡Doce mil pa’ echar unas manos! Eso permitió ayudar a noventa y ocho millones de personas, veinticinco millones menos que el año anterior. Vaya, vaya… La cosa está más que salada.
Y ni hablar de lo que viene. La ONU ya había lanzado un SOS a principios de diciembre, fustigando la apatía mundial ante tanto sufrimiento. Hablan de casi doscientos cuarenta millones de personas necesitadas –víctimas de guerras, temblores, sequías, todo el paquete–, y pa' apoyar a ciento treinta y cinco de ellas en lugares críticos como Gaza, Sudán, Haití, Myanmar, Congo y Ucrania, necesitan veintitrés mil millones de dólares. Una vara alta, ahí sí.
Tom Fletcher, el jefe de operaciones humanitarias de la ONU, tuvo que poner el cinturón y presentar un plan “hiperpriorizado”, buscando veintitrés mil millones para ayudar a ochenta y siete millones de personas. Dice que son decisiones de vida o muerte, y espera que así logren convencer a los estadounidenses de voltear a ver la realidad. Él creyéndole, ¡qué inocente! Pero bueno, hay que darle crédito por intentar hacer magia con poco.
Aunque Estados Unidos sigue siendo el principal donante, la caída es abismal. En 2025 aportaron dos mil setecientos millones, un golpe tremendo si consideramos que en 2024 pusieron once mil. Esto impacta directamente en la capacidad de respuesta ante emergencias. Pura bronca para las organizaciones que trabajan en terreno, que ahora tendrán que estirar la liga aún más.
La ONU, entre tantas prioridades, quiere enfocar recursos en Gaza y Cisjordania, donde piden cuatro mil quinientos millones de dólares para asistir a tres millones de personas. También Sudán, con dos mil novecientos millones para veinte millones de damnificados. Son focos de conflicto y crisis humanitaria que necesitan atención inmediata. Pa’ estas varas no hay excusa, diay.
Muchos se preguntan cómo afectará esto a los países latinoamericanos, especialmente aquellos que dependen de la cooperación internacional. Costa Rica, por ejemplo, aunque no estamos en primera línea, recibimos apoyo técnico y financiero en áreas cruciales como educación y salud. Un recorte de esta magnitud podría tener consecuencias negativas a largo plazo. Siempre nos toca remar contracorriente, como dice mi abu.
Con este panorama, me pregunto: ¿Será que la comunidad internacional finalmente va a tomar cartas en el asunto y encontrar nuevas formas de financiar la ayuda humanitaria, o seguiremos viendo cómo el sufrimiento de millones de personas se agrava por la falta de compromiso político y económico? ¡Damos nuestro punto de vista, compas del foro! ¿Cómo creen que deberíamos reaccionar ante esta situación?
La jugada es parte de una estrategia más amplia de recortes para la asistencia exterior que promueve el gobierno actual, y la verdad es que la cosa está fea. Según datos de la ONU, en 2025, el llamado humanitario global superó los cuarenta y cinco mil millones de dólares, pero solo se juntaron doce mil. ¡Doce mil pa’ echar unas manos! Eso permitió ayudar a noventa y ocho millones de personas, veinticinco millones menos que el año anterior. Vaya, vaya… La cosa está más que salada.
Y ni hablar de lo que viene. La ONU ya había lanzado un SOS a principios de diciembre, fustigando la apatía mundial ante tanto sufrimiento. Hablan de casi doscientos cuarenta millones de personas necesitadas –víctimas de guerras, temblores, sequías, todo el paquete–, y pa' apoyar a ciento treinta y cinco de ellas en lugares críticos como Gaza, Sudán, Haití, Myanmar, Congo y Ucrania, necesitan veintitrés mil millones de dólares. Una vara alta, ahí sí.
Tom Fletcher, el jefe de operaciones humanitarias de la ONU, tuvo que poner el cinturón y presentar un plan “hiperpriorizado”, buscando veintitrés mil millones para ayudar a ochenta y siete millones de personas. Dice que son decisiones de vida o muerte, y espera que así logren convencer a los estadounidenses de voltear a ver la realidad. Él creyéndole, ¡qué inocente! Pero bueno, hay que darle crédito por intentar hacer magia con poco.
Aunque Estados Unidos sigue siendo el principal donante, la caída es abismal. En 2025 aportaron dos mil setecientos millones, un golpe tremendo si consideramos que en 2024 pusieron once mil. Esto impacta directamente en la capacidad de respuesta ante emergencias. Pura bronca para las organizaciones que trabajan en terreno, que ahora tendrán que estirar la liga aún más.
La ONU, entre tantas prioridades, quiere enfocar recursos en Gaza y Cisjordania, donde piden cuatro mil quinientos millones de dólares para asistir a tres millones de personas. También Sudán, con dos mil novecientos millones para veinte millones de damnificados. Son focos de conflicto y crisis humanitaria que necesitan atención inmediata. Pa’ estas varas no hay excusa, diay.
Muchos se preguntan cómo afectará esto a los países latinoamericanos, especialmente aquellos que dependen de la cooperación internacional. Costa Rica, por ejemplo, aunque no estamos en primera línea, recibimos apoyo técnico y financiero en áreas cruciales como educación y salud. Un recorte de esta magnitud podría tener consecuencias negativas a largo plazo. Siempre nos toca remar contracorriente, como dice mi abu.
Con este panorama, me pregunto: ¿Será que la comunidad internacional finalmente va a tomar cartas en el asunto y encontrar nuevas formas de financiar la ayuda humanitaria, o seguiremos viendo cómo el sufrimiento de millones de personas se agrava por la falta de compromiso político y económico? ¡Damos nuestro punto de vista, compas del foro! ¿Cómo creen que deberíamos reaccionar ante esta situación?
