¡Aguante!, pues, esto sí que cayó de sorpresa. Resulta que nuestro querido Estadio Nacional, el coloso de La Sabana donde hemos vivido tantas emociones, desde goles épicos hasta conciertos inolvidables, ahora tiene nuevo nombre: INS Estadio. Sí, así mismo te lo leo, con la bendición del Instituto Nacional de Seguros. La noticia explotó como una bomba este lunes, justo antes del partido contra Nicaragua, y la polémica ya está candela.
Para ponerlos en el contexto, el INS firmó un acuerdo de patrocinio con la junta administradora del estadio por un buen tramo, hasta el 2028. El lema, según ellos, es "Pasión Asegurada". Dicen que buscan garantizar la sostenibilidad del estadio, invertir en mejoras y mantenerlo como el mejor escenario deportivo de Centroamérica. Suena lindo en el papel, ¿verdad?, pero muchos nos preguntamos si vale la pena sacrificar nuestra historia y patrimonio cultural por unos cuantos millones.
La exministra de deportes, Giselle Goyenaga, no se anduvo con rodeos y soltó una frase que dio vuelta al país: "¡Horror de los errores!". En sus redes sociales, criticó duramente la decisión, diciendo que debieron haber encontrado otra forma de hacerle promoción al INS, manteniendo el nombre original. Argumenta que el "Estadio Nacional" es un símbolo patrio, una identificación que todos los costarricenses llevamos en el corazón. Y vaya que tiene razón, caramba.
Según Goyenaga, lo ideal era agregar el nombre del INS como un complemento, ya sea adelante o atrás. Imagínate, "INS Estadio Nacional” o “Estadio Nacional presentado por INS”. Algo así, que no se borrara la identidad del lugar. Pero no, parece que alguien decidió que era más importante lucirse con un nombre pegajoso que respetar la tradición. ¿Será que estos políticos no entienden ni papa de cómo valoramos nuestras raíces?
Por otro lado, Gabriela Chacón, presidenta ejecutiva del INS, defiende el acuerdo como una oportunidad única para fortalecer el legado del estadio. Dice que esta alianza va a asegurar que el estadio siga siendo un espacio vibrante para el deporte y la cultura. Y Donaldo Rojas, el ministro del Deporte, también salió a respaldar la jugada, prometiendo que el estadio seguirá siendo "el mejor escenario deportivo de Centroamérica", aunque ahora lleve la marca del seguro.
Pero la verdad es que hay mucha bronca popular al respecto. Muchísima gente siente que están vendiendo la cara al sacar el nombre del Estadio Nacional. En redes sociales, la crítica es constante y la frustración se palpa en el aire. Muchos recuerdan los momentos gloriosos vividos allí, desde la victoria contra México en el '98 hasta los conciertos de Soda Stereo y otros artistas internacionales. ¿Cómo vamos a sentirnos orgullosos entrando a un estadio que lleva el nombre de una empresa de seguros, diay?
El caso es complejo. Por un lado, necesitamos inversión y modernización para seguir teniendo un estadio a la altura. El Estadio Nacional necesita una manito de gato urgente, y encontrar patrocinadores es una forma de conseguirlo. Pero por el otro, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir esos fondos? ¿Vale la pena sacrificar nuestra identidad, nuestros símbolos patrios, por unas pocas monedas? Esto es más grande que un simple cambio de nombre, es sobre lo que queremos preservar de nuestra cultura y memoria colectiva.
Y ahora dime tú, mi pana: ¿Crees que la alianza con el INS fue un error imperdonable o una solución necesaria para el futuro del Estadio Nacional? ¿Deberían haber buscado otras alternativas para financiar el estadio sin sacrificar su nombre? ¡Déjame leer tus opiniones en los comentarios!
Para ponerlos en el contexto, el INS firmó un acuerdo de patrocinio con la junta administradora del estadio por un buen tramo, hasta el 2028. El lema, según ellos, es "Pasión Asegurada". Dicen que buscan garantizar la sostenibilidad del estadio, invertir en mejoras y mantenerlo como el mejor escenario deportivo de Centroamérica. Suena lindo en el papel, ¿verdad?, pero muchos nos preguntamos si vale la pena sacrificar nuestra historia y patrimonio cultural por unos cuantos millones.
La exministra de deportes, Giselle Goyenaga, no se anduvo con rodeos y soltó una frase que dio vuelta al país: "¡Horror de los errores!". En sus redes sociales, criticó duramente la decisión, diciendo que debieron haber encontrado otra forma de hacerle promoción al INS, manteniendo el nombre original. Argumenta que el "Estadio Nacional" es un símbolo patrio, una identificación que todos los costarricenses llevamos en el corazón. Y vaya que tiene razón, caramba.
Según Goyenaga, lo ideal era agregar el nombre del INS como un complemento, ya sea adelante o atrás. Imagínate, "INS Estadio Nacional” o “Estadio Nacional presentado por INS”. Algo así, que no se borrara la identidad del lugar. Pero no, parece que alguien decidió que era más importante lucirse con un nombre pegajoso que respetar la tradición. ¿Será que estos políticos no entienden ni papa de cómo valoramos nuestras raíces?
Por otro lado, Gabriela Chacón, presidenta ejecutiva del INS, defiende el acuerdo como una oportunidad única para fortalecer el legado del estadio. Dice que esta alianza va a asegurar que el estadio siga siendo un espacio vibrante para el deporte y la cultura. Y Donaldo Rojas, el ministro del Deporte, también salió a respaldar la jugada, prometiendo que el estadio seguirá siendo "el mejor escenario deportivo de Centroamérica", aunque ahora lleve la marca del seguro.
Pero la verdad es que hay mucha bronca popular al respecto. Muchísima gente siente que están vendiendo la cara al sacar el nombre del Estadio Nacional. En redes sociales, la crítica es constante y la frustración se palpa en el aire. Muchos recuerdan los momentos gloriosos vividos allí, desde la victoria contra México en el '98 hasta los conciertos de Soda Stereo y otros artistas internacionales. ¿Cómo vamos a sentirnos orgullosos entrando a un estadio que lleva el nombre de una empresa de seguros, diay?
El caso es complejo. Por un lado, necesitamos inversión y modernización para seguir teniendo un estadio a la altura. El Estadio Nacional necesita una manito de gato urgente, y encontrar patrocinadores es una forma de conseguirlo. Pero por el otro, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir esos fondos? ¿Vale la pena sacrificar nuestra identidad, nuestros símbolos patrios, por unas pocas monedas? Esto es más grande que un simple cambio de nombre, es sobre lo que queremos preservar de nuestra cultura y memoria colectiva.
Y ahora dime tú, mi pana: ¿Crees que la alianza con el INS fue un error imperdonable o una solución necesaria para el futuro del Estadio Nacional? ¿Deberían haber buscado otras alternativas para financiar el estadio sin sacrificar su nombre? ¡Déjame leer tus opiniones en los comentarios!