¡Aguante si me entienden! Resulta que el mundo anduvo creciendo económicamente como chimenea este siglo, se duplicó el PIB, ¿eh? Pero aquí seguimos batallando para comer, tener techo y ver al médico. ¡Una verdadera torta! Un estudio gringo recién salió en Nature y nos pone la cara color changuala, mostrando cómo los países ricos se llevaron la mejor tajada y nosotros, los que estamos apretados, pagamos la peor parte.
Este estudio, hecho por unos académicos de Oxford y otro laboratorio de estos, miró datos de 35 cosas diferentes –economía, medio ambiente, todo– entre el 2000 y el 2022. Hicieron un “tablero” anual, le llamaron “Doughnut,” para ver quién gana y quién pierde con todo este rollo del crecimiento. Básicamente, te pinta la cruda realidad de cómo algunos se dan vuelo y otros se van al traste.
Y lo que dicen es pa’ sacarle punta al lápiz: tenemos que acelerar cinco veces la lucha contra la pobreza para cumplir las metas globales de 2030. ¡Cinco veces, diay! Y eso no es todo, también hay que darle marcha atrás a toda esta destrucción del planeta al doble de la velocidad actual, porque sino, nos vamos a quedar sin aire, agua y comida. ¿Se imaginan la bronca?
Miren los números: dividieron a todos los países en tres grupos: los más pobres (el 40%), los del medio (otro 40%) y los más ricos (el 20%). Lo que encontraron es que el crecimiento económico se disparó, pero reducir la pobreza apenas se movió. Entre el 2000 y el 2022, el PIB mundial se duplicó, pero bajar la pobreza fue a paso de tortuga. ¡Un chiste de sabores!
Además, echaron lupa a cuánto daña cada país al planeta. Descubrieron que el 20% más rico del mundo es responsable de más del 40% del daño ambiental. ¡Imagínense! Mientras que nosotros, el 40% más pobre, sufrimos más del 60% de las consecuencias negativas. Eso sí que es un brete, ¿verdad?
El estudio dice clarito que tenemos que dejar de medir el éxito solo con el PIB. Hay que cambiar el chip y buscar economías que sirvan para que todos tengamos una vida digna y que, al mismo tiempo, cuiden el planeta. Han puesto una página web interactiva para que los políticos y demás entiendan bien la cosa y puedan tomar mejores decisiones. Qué buena vara que hagan esas cosas, aunque a veces siento que caen en saco roto.
Kate Raworth, una de las autoras, dijo que seguirle la corriente a este modelo de crecimiento infinito, especialmente en los países ricos, nos está alejando de un futuro próspero. Ella propone que construyamos economías que sean regenerativas y distribuyan mejor la riqueza. Fanning, el otro investigador, también expresa que necesitamos economías que equilibren el bienestar humano y la salud del planeta. ¡Ya era hora de decirnos la verdad!
Entonces, aquí está la gran pregunta, compadres: ¿Es posible realmente cambiar el sistema económico global y construir un futuro más justo y sostenible para todos, o estamos condenados a repetir los mismos errores y dejar a nuestros hijos heredando un planeta en ruinas? ¡Den su opinión, quiero saber qué piensan ustedes!
Este estudio, hecho por unos académicos de Oxford y otro laboratorio de estos, miró datos de 35 cosas diferentes –economía, medio ambiente, todo– entre el 2000 y el 2022. Hicieron un “tablero” anual, le llamaron “Doughnut,” para ver quién gana y quién pierde con todo este rollo del crecimiento. Básicamente, te pinta la cruda realidad de cómo algunos se dan vuelo y otros se van al traste.
Y lo que dicen es pa’ sacarle punta al lápiz: tenemos que acelerar cinco veces la lucha contra la pobreza para cumplir las metas globales de 2030. ¡Cinco veces, diay! Y eso no es todo, también hay que darle marcha atrás a toda esta destrucción del planeta al doble de la velocidad actual, porque sino, nos vamos a quedar sin aire, agua y comida. ¿Se imaginan la bronca?
Miren los números: dividieron a todos los países en tres grupos: los más pobres (el 40%), los del medio (otro 40%) y los más ricos (el 20%). Lo que encontraron es que el crecimiento económico se disparó, pero reducir la pobreza apenas se movió. Entre el 2000 y el 2022, el PIB mundial se duplicó, pero bajar la pobreza fue a paso de tortuga. ¡Un chiste de sabores!
Además, echaron lupa a cuánto daña cada país al planeta. Descubrieron que el 20% más rico del mundo es responsable de más del 40% del daño ambiental. ¡Imagínense! Mientras que nosotros, el 40% más pobre, sufrimos más del 60% de las consecuencias negativas. Eso sí que es un brete, ¿verdad?
El estudio dice clarito que tenemos que dejar de medir el éxito solo con el PIB. Hay que cambiar el chip y buscar economías que sirvan para que todos tengamos una vida digna y que, al mismo tiempo, cuiden el planeta. Han puesto una página web interactiva para que los políticos y demás entiendan bien la cosa y puedan tomar mejores decisiones. Qué buena vara que hagan esas cosas, aunque a veces siento que caen en saco roto.
Kate Raworth, una de las autoras, dijo que seguirle la corriente a este modelo de crecimiento infinito, especialmente en los países ricos, nos está alejando de un futuro próspero. Ella propone que construyamos economías que sean regenerativas y distribuyan mejor la riqueza. Fanning, el otro investigador, también expresa que necesitamos economías que equilibren el bienestar humano y la salud del planeta. ¡Ya era hora de decirnos la verdad!
Entonces, aquí está la gran pregunta, compadres: ¿Es posible realmente cambiar el sistema económico global y construir un futuro más justo y sostenible para todos, o estamos condenados a repetir los mismos errores y dejar a nuestros hijos heredando un planeta en ruinas? ¡Den su opinión, quiero saber qué piensan ustedes!
