¡Aguante, pura vida! Pues resulta que el INEC soltó la bomba este lunes: la inflación de noviembre llegó al techo, siendo la más alta de todo el año. Ya nos estaba costando mantener el carrete, pero esto… esto es otro rollo. Parece que el bolsillo ya no rinde ni pa’ un chorrito de agua.
Según los números fríos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) siguió subiendo por segunda vez consecutiva, con un buenazo de 0,47%. Nelson Castillo, el coordinador de la Unidad de Índices de Precios, nos explicó que esto es porque algunas cositas se pusieron más caras. Pero “cositas” es poco decir, ¿verdad?
Para empezar, la telefonía móvil se infló un 9,76%, ¡imagínate! Que si te cambian el plan, que si suben la tarifa... uno ya no sabe qué hacer pa' estar conectado. Luego, los boletos aéreos se dispararon un 21,10%. Olvídate de irte de vacaciones al Caribe, a menos que vendas la casa, diay. Y ni hablar del tomate, que andaba a $80 la libra, ¡una barbaridad! Hasta los paquetes turísticos al extranjero sintieron el pinchazo, con un aumento del 4%.
Pero eso no es todo, parce. Otros productos básicos también sufrieron cambios considerables. El chile dulce, que tanto le gusta a mi abuela pa' sus picadillos, aumentó un 13,41%. Las papas, que siempre andaban tranquilas, subieron un 4,18%. El transporte en bus, que usamos todos para movernos, se encareció aunque sea poquito, un 0,74%. Uno pensaría que al menos el culantro se mantendría barato, pero no, ¡subió un 9,32%! ¡Esto sí que está salado!
Ahora, por supuesto, hubo algunos alivios, como el arroz (-4,77%), la gasolina (-1,25%) e incluso algunos carros nuevos que bajaron un poquito (-0,63%). Hasta los frijoles, que son sagrados en nuestra mesa, se dieron una rebaja del -2,36%. Pero vamos, esos pequeños descuentos no alcanzan a tapar el agujero que está haciendo la inflación en nuestros bolsillos. Además, ojo, que el atún en conserva también bajó, pero a mí me da cuenta que ya no hay quien se pueda comprar esas cosas, ¿eh?
Si miramos el panorama general, desde enero hasta noviembre de este año, el IPC acumuló una caída del -1,31%, mientras que interanualmente retrocedió -0,38%. A ver, a mí eso no me suena muy bien, porque yo siento que mis quincenas han desaparecido mágicamente. El brete es que los precios siguen subiendo, y los salarios... bueno, digamos que no les siguen el ritmo, ¿me entienden?
Esta situación nos deja pensando, ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos comunes, para enfrentar esta crisis? ¿Será hora de exigirle más al gobierno, de buscar alternativas más económicas, o simplemente resignarnos a apretar el cinturón? A propósito, ¿ustedes sienten que la inflación está afectando su calidad de vida tanto como a mí? Cuéntenme qué estrategias están usando para sobrevivir a este aprieto, ¡el foro necesita ideas frescas!”,
Al final del día, parece que estamos en medio de un huracán económico. Hay que agarrarle la onda, ponerle creatividad, y esperar que las cosas mejoren pronto. Porque, como dice el dicho, “cuando el río suena, agua lleva”. Espero que no lleve toda nuestra lana, eh.
Según los números fríos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) siguió subiendo por segunda vez consecutiva, con un buenazo de 0,47%. Nelson Castillo, el coordinador de la Unidad de Índices de Precios, nos explicó que esto es porque algunas cositas se pusieron más caras. Pero “cositas” es poco decir, ¿verdad?
Para empezar, la telefonía móvil se infló un 9,76%, ¡imagínate! Que si te cambian el plan, que si suben la tarifa... uno ya no sabe qué hacer pa' estar conectado. Luego, los boletos aéreos se dispararon un 21,10%. Olvídate de irte de vacaciones al Caribe, a menos que vendas la casa, diay. Y ni hablar del tomate, que andaba a $80 la libra, ¡una barbaridad! Hasta los paquetes turísticos al extranjero sintieron el pinchazo, con un aumento del 4%.
Pero eso no es todo, parce. Otros productos básicos también sufrieron cambios considerables. El chile dulce, que tanto le gusta a mi abuela pa' sus picadillos, aumentó un 13,41%. Las papas, que siempre andaban tranquilas, subieron un 4,18%. El transporte en bus, que usamos todos para movernos, se encareció aunque sea poquito, un 0,74%. Uno pensaría que al menos el culantro se mantendría barato, pero no, ¡subió un 9,32%! ¡Esto sí que está salado!
Ahora, por supuesto, hubo algunos alivios, como el arroz (-4,77%), la gasolina (-1,25%) e incluso algunos carros nuevos que bajaron un poquito (-0,63%). Hasta los frijoles, que son sagrados en nuestra mesa, se dieron una rebaja del -2,36%. Pero vamos, esos pequeños descuentos no alcanzan a tapar el agujero que está haciendo la inflación en nuestros bolsillos. Además, ojo, que el atún en conserva también bajó, pero a mí me da cuenta que ya no hay quien se pueda comprar esas cosas, ¿eh?
Si miramos el panorama general, desde enero hasta noviembre de este año, el IPC acumuló una caída del -1,31%, mientras que interanualmente retrocedió -0,38%. A ver, a mí eso no me suena muy bien, porque yo siento que mis quincenas han desaparecido mágicamente. El brete es que los precios siguen subiendo, y los salarios... bueno, digamos que no les siguen el ritmo, ¿me entienden?
Esta situación nos deja pensando, ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos comunes, para enfrentar esta crisis? ¿Será hora de exigirle más al gobierno, de buscar alternativas más económicas, o simplemente resignarnos a apretar el cinturón? A propósito, ¿ustedes sienten que la inflación está afectando su calidad de vida tanto como a mí? Cuéntenme qué estrategias están usando para sobrevivir a este aprieto, ¡el foro necesita ideas frescas!”,
Al final del día, parece que estamos en medio de un huracán económico. Hay que agarrarle la onda, ponerle creatividad, y esperar que las cosas mejoren pronto. Porque, como dice el dicho, “cuando el río suena, agua lleva”. Espero que no lleve toda nuestra lana, eh.
