¡Aguante, pura vida! Resulta que el famoso Intercambio Taras-La Lima, allá en Cartago, parece que se le fue la onda. Empezaron a construirlo pensando que estaría listo hace dos años, ¡pero todavía no estamos ni cerca! Y mientras tanto, la cartera del país sigue sangrando, ¡qué torta!
La Cámara Costarricense de la Construcción (CCC), esos sí que le ponen el lupa a las cosas, hicieron unos cálculos que dan escalofríos. Se dieron cuenta de cuánto dinero extra estamos perdiendo los nacionales porque esa obra no termina. Y la cifra es abismal: ¡más de 55 millones de dólares! Ese es el costo de oportunidades que no estamos aprovechando, dice el ingeniero Pablo Quirós, vicepresidente del comité de infraestructura de la CCC.
Pa’ entender cómo llegaron a ese número, los técnicos de la CCC revisaron los planes del Ministerio de Planificación. Ahí encontraron el “valor actual económico equivalente”, que básicamente es el beneficio que esperábamos obtener una vez que el intercambio estuviera listo. Pero como anda así de retrasado, ese beneficio se esfumó, y con él, una gran suma de dinero. Randall Murillo, el director ejecutivo de la CCC, lo puso clarito: “No pudimos disfrutar de los beneficios de esa infraestructura por la que el país está invirtiendo porque no estuvo”.
La jugada se puso aún más fea porque el proyecto originalmente costaba 57.9 millones de dólares, pero con tantos problemas en el diseño y luego con los arreglitos que tuvieron que hacer, ¡la cifra subió hasta los 73.4 millones! Así que, hasta ahora, el gasto que no estamos recuperando es igual al costo inicial de la obra. ¡Menuda carga!
Pero no es el único brete en el que estamos metidos. La CCC analizó otras obras que también van con retraso, y los números son alarmantes. Tenemos la Ruta 32, que va de Moín a la Nacional 4, con 1940 días de atraso; la Circunvalación Norte, Unidad Funcional V, con 841 días; el Intercambio Hatillo 4, con 65 días; y la Ruta Nacional 1, Barranca-Limonal, con 1752 días, ¡diay, pa’ poner algunos ejemplos! Un verdadero fiestón de obras inconclusas.
Y ojo, porque Murillo no andaba jugando. Según él, todas estas demoras son un reflejo de por qué seguimos siendo un país subdesarrollado, con problemas económicos y sociales. “Por qué no alcanza la plata para nada, por qué los programas sociales se han detenido, por qué hoy la educación y la salud ya no son prioridad como fueron en su momento”, soltó. ¡Qué sal!
Entonces, ¿por qué pasa esto? Pues resulta que la CCC dice que la principal causa es la falta de planificación. Aunque siempre culpamos a la Contraloría, los expertos aseguran que el problema es que se empiezan proyectos sin terminar los estudios previos. De hecho, las obras que inician sin una buena base técnica tienen un atraso promedio del 220% y un sobrecosto del 38%. ¡Una barbaridad! Y aunque dice que no todos los funcionarios de Conavi son malos, Murillo insiste en que hay que limpiar la casa, traer gente que sepa realmente planificar y ejecutar.
Ahora, la pregunta que me quito de encima: ¿Cuántas multas le ha puesto la administración al consorcio encargado de Taras-La Lima, H Solís – La Estrella? ¡Ninguna! Porque, según Murillo, los atrasos son culpa de la misma administración. Es que cuando metemos la política dentro de la necesidad de infraestructura, terminamos en situaciones como estas. Y al final, ¿quién paga la factura? Todos nosotros, los costarricenses, que vemos cómo nuestro dinero se va al traste. Entonces, ¿crees que la solución es cambiar las leyes, las instituciones, o necesitamos urgentemente un cambio cultural en la forma en que planificamos y ejecutamos nuestras obras públicas?
La Cámara Costarricense de la Construcción (CCC), esos sí que le ponen el lupa a las cosas, hicieron unos cálculos que dan escalofríos. Se dieron cuenta de cuánto dinero extra estamos perdiendo los nacionales porque esa obra no termina. Y la cifra es abismal: ¡más de 55 millones de dólares! Ese es el costo de oportunidades que no estamos aprovechando, dice el ingeniero Pablo Quirós, vicepresidente del comité de infraestructura de la CCC.
Pa’ entender cómo llegaron a ese número, los técnicos de la CCC revisaron los planes del Ministerio de Planificación. Ahí encontraron el “valor actual económico equivalente”, que básicamente es el beneficio que esperábamos obtener una vez que el intercambio estuviera listo. Pero como anda así de retrasado, ese beneficio se esfumó, y con él, una gran suma de dinero. Randall Murillo, el director ejecutivo de la CCC, lo puso clarito: “No pudimos disfrutar de los beneficios de esa infraestructura por la que el país está invirtiendo porque no estuvo”.
La jugada se puso aún más fea porque el proyecto originalmente costaba 57.9 millones de dólares, pero con tantos problemas en el diseño y luego con los arreglitos que tuvieron que hacer, ¡la cifra subió hasta los 73.4 millones! Así que, hasta ahora, el gasto que no estamos recuperando es igual al costo inicial de la obra. ¡Menuda carga!
Pero no es el único brete en el que estamos metidos. La CCC analizó otras obras que también van con retraso, y los números son alarmantes. Tenemos la Ruta 32, que va de Moín a la Nacional 4, con 1940 días de atraso; la Circunvalación Norte, Unidad Funcional V, con 841 días; el Intercambio Hatillo 4, con 65 días; y la Ruta Nacional 1, Barranca-Limonal, con 1752 días, ¡diay, pa’ poner algunos ejemplos! Un verdadero fiestón de obras inconclusas.
Y ojo, porque Murillo no andaba jugando. Según él, todas estas demoras son un reflejo de por qué seguimos siendo un país subdesarrollado, con problemas económicos y sociales. “Por qué no alcanza la plata para nada, por qué los programas sociales se han detenido, por qué hoy la educación y la salud ya no son prioridad como fueron en su momento”, soltó. ¡Qué sal!
Entonces, ¿por qué pasa esto? Pues resulta que la CCC dice que la principal causa es la falta de planificación. Aunque siempre culpamos a la Contraloría, los expertos aseguran que el problema es que se empiezan proyectos sin terminar los estudios previos. De hecho, las obras que inician sin una buena base técnica tienen un atraso promedio del 220% y un sobrecosto del 38%. ¡Una barbaridad! Y aunque dice que no todos los funcionarios de Conavi son malos, Murillo insiste en que hay que limpiar la casa, traer gente que sepa realmente planificar y ejecutar.
Ahora, la pregunta que me quito de encima: ¿Cuántas multas le ha puesto la administración al consorcio encargado de Taras-La Lima, H Solís – La Estrella? ¡Ninguna! Porque, según Murillo, los atrasos son culpa de la misma administración. Es que cuando metemos la política dentro de la necesidad de infraestructura, terminamos en situaciones como estas. Y al final, ¿quién paga la factura? Todos nosotros, los costarricenses, que vemos cómo nuestro dinero se va al traste. Entonces, ¿crees que la solución es cambiar las leyes, las instituciones, o necesitamos urgentemente un cambio cultural en la forma en que planificamos y ejecutamos nuestras obras públicas?