Imagínate, mae, llegar de vacas tranquilamente y terminar perdiendo los bracitos y piernotas. Así le pasó a una señora en Estados Unidos, víctima de una bacteria que todos nuestros peludos tienen en la boca. Una historia que te hace pensar dos veces antes de darle un beso a Firulais, ¿eh?
Marie Trainer, una americana de unos 60 años, regresó de República Dominicana pensando que todo iba bien. Pero parece que algo se trajo del Caribe, aunque no sea exactamente un souvenir típico. Resulta que su perrito, Taylor, un pastor alemán de pura cepa, le dio unas muestras de cariño con la lengua, y BAM, la bronca se desató.
Al principio, solo sintió un malestar general, esos dolores que te dejan pensando si es gripe o si te comiste algo raro. Pero la cosa escaló rapidito: dolor de panza, espaldazo y un cansancio que ni café negro la levantaba. Claramente, esto no andaba bien, y vaya que no andaba.
Y aquí viene lo bizarro, lo de película de terror. En cuestión de horas, la pobre Marie se desplomó y tuvieron que llevarla corriendo al hospital. Estaba tan grave que la mandaron en ambulancia aérea a otro centro médico, donde hasta se durmió mientras los doctores intentaban descifrar qué demonios le pasaba. ¡Qué sal!
Después de mil pruebas, llegaron a la conclusión: la culpable era una bacteria llamada Capnocytophaga canimorsus, que vive tranquila en la boquita de los perros y gatos. Generalmente, no pasa nada, pero en ocasiones excepcionales, puede meter tremenda bronca a los humanos. Parece mentira, ¿verdad? Que tu propia mascota te haga pasar por esto…
Lo peor es que la bacteria entró por un raspón chiquitito que Marie tenía en el brazo, producto de un accidente en el viaje. Un rasguñito insignificante que no le dio mayor importancia, pero que sirvió de puerta de entrada para este bichito indeseado. Desde ahí, se metió al torrente sanguíneo y desató una sepsis, esa reacción violenta del cuerpo que puede hacerle de todo, hasta fallarte los órganos.
Cuando Marie despertó de un coma que duró nueves días, la noticia la golpeó como un balde de agua fría: para salvarle la vida, tenían que amputarle los cuatro miembros. ¡Se imaginan la tortura! Además, tuvo otras complicaciones, hasta en la nariz, y requirió trece cirugías para estabilizarse. Lo que significa que, digamos, la recuperacion fue larga y jodona.
Ahora, la señora está aprendiendo a vivir con prótesis, a moverse diferente, a tener una nueva realidad. Ha sido un proceso duro, tanto físico como emocional, pero muestra una fortaleza admirable. Y lo más importante: no le echa la culpa a su perro, dice que fue una coincidencia desafortunada. Pero, díganme, ¿ustedes cómo se sentirían? Ahora, cuéntenme, ¿qué medidas creen que deberían tomarse para prevenir este tipo de situaciones? ¿Sería justo prohibir el contacto labial con mascotas, o exageramos con esas precauciones?
Marie Trainer, una americana de unos 60 años, regresó de República Dominicana pensando que todo iba bien. Pero parece que algo se trajo del Caribe, aunque no sea exactamente un souvenir típico. Resulta que su perrito, Taylor, un pastor alemán de pura cepa, le dio unas muestras de cariño con la lengua, y BAM, la bronca se desató.
Al principio, solo sintió un malestar general, esos dolores que te dejan pensando si es gripe o si te comiste algo raro. Pero la cosa escaló rapidito: dolor de panza, espaldazo y un cansancio que ni café negro la levantaba. Claramente, esto no andaba bien, y vaya que no andaba.
Y aquí viene lo bizarro, lo de película de terror. En cuestión de horas, la pobre Marie se desplomó y tuvieron que llevarla corriendo al hospital. Estaba tan grave que la mandaron en ambulancia aérea a otro centro médico, donde hasta se durmió mientras los doctores intentaban descifrar qué demonios le pasaba. ¡Qué sal!
Después de mil pruebas, llegaron a la conclusión: la culpable era una bacteria llamada Capnocytophaga canimorsus, que vive tranquila en la boquita de los perros y gatos. Generalmente, no pasa nada, pero en ocasiones excepcionales, puede meter tremenda bronca a los humanos. Parece mentira, ¿verdad? Que tu propia mascota te haga pasar por esto…
Lo peor es que la bacteria entró por un raspón chiquitito que Marie tenía en el brazo, producto de un accidente en el viaje. Un rasguñito insignificante que no le dio mayor importancia, pero que sirvió de puerta de entrada para este bichito indeseado. Desde ahí, se metió al torrente sanguíneo y desató una sepsis, esa reacción violenta del cuerpo que puede hacerle de todo, hasta fallarte los órganos.
Cuando Marie despertó de un coma que duró nueves días, la noticia la golpeó como un balde de agua fría: para salvarle la vida, tenían que amputarle los cuatro miembros. ¡Se imaginan la tortura! Además, tuvo otras complicaciones, hasta en la nariz, y requirió trece cirugías para estabilizarse. Lo que significa que, digamos, la recuperacion fue larga y jodona.
Ahora, la señora está aprendiendo a vivir con prótesis, a moverse diferente, a tener una nueva realidad. Ha sido un proceso duro, tanto físico como emocional, pero muestra una fortaleza admirable. Y lo más importante: no le echa la culpa a su perro, dice que fue una coincidencia desafortunada. Pero, díganme, ¿ustedes cómo se sentirían? Ahora, cuéntenme, ¿qué medidas creen que deberían tomarse para prevenir este tipo de situaciones? ¿Sería justo prohibir el contacto labial con mascotas, o exageramos con esas precauciones?
