¡Brenda, mi gente! Quién iba a decir que el ícono de la tele, don Ítalo Marenco, se llevaría todos los reflectores en los toros de Zapote. No por una corrida espectacular, ni por sus conocimientos taurinos, sino por un momentito… digamos, humanísimo. El caso es que las redes sociales no han parado de hervir desde ayer y yo, como buena periodista del Foro, tenía que traerles el juguito completo de lo que pasó.
Para ponerlos al día, las transmisiones de Teletica durante la justa zapoteca siempre tienen su toque especial. Entre gritos, risas y alguna que otra sorpresa, la mezcla es explosiva. Pero esta vez, la atención se centró en Marenco, quien, buscando hacer sentir seguro a un participante improvisado que había recibido un susto considerable por parte del toro, se encontró en una situación bastante peculiar.
Según testigos –y las repeticiones de video confirmándolo–, el pobre hombre salió volando cuando el toro decidió cambiar de dirección. Ítalo, rápido como un guepardo (bueno, casi), corrió a ayudarlo a ponerse a salvo, empujándolo hacia las barreras de seguridad. Ahí fue cuando, en medio de la adrenalina y el bullicio, soltó una frase que quedó grabada en la historia de la televisión costarricense: aparentemente, se le escapó un ‘¡Uy, dios mío!’ que resonó con fuerza en los parlantes y en la plataforma digital.
Imagínate la escena, changui. El público enloqueciendo de la risa, los comentaristas tratando de mantener la compostura y Marenco, visiblemente avergonzado, intentando explicar que todo fue producto del momento. Pero bueno, el mae tiene labia y logró quitarle importancia al asunto. Lo cierto es que el video se propagó como reguero de pólvora en las redes sociales, generando miles de memes y comentarios ingeniosos. Hasta Carlos Álvarez, el rey del vacile, no pudo resistirse a lanzar algunas pullas bien futboleras.
Desde cuentas de TikTok hasta grupos de WhatsApp, el ’¡Uy, dios mío!’ de Ítalo se convirtió en trending topic nacional. Algunos criticaron su aparente falta de control, otros defendieron su espontaneidad y autenticidad. Pero la mayoría, simplemente, disfrutó del momento cómico. Porque, seamos sinceros, a veces necesitamos reírnos un rato, especialmente en tiempos difíciles. Además, ¿qué sería de la vida sin esos pequeños percances que nos recuerdan que todos somos humanos?
Este incidente se suma a la ya extensa colección de anécdotas divertidas que han surgido en las arenas de Zapote a lo largo de los años. Recordemos aquella vez que el torero confundió la muleta con un pañuelo para secarse el sudor, o aquel otro participante que se mareó de tanto calor y terminó tirado en el suelo. Cada edición de los toros trae consigo su propia dosis de sorpresas e imprevistos, y eso es precisamente lo que hace que este evento sea tan querido por los costarricenses.
Pero más allá del humor y las burlas, hay que reconocer la valentía de los improvisados, quienes se arriesgan voluntariamente para brindar un espectáculo emocionante. También debemos agradecer a profesionales como Ítalo Marenco, quienes, a pesar de sus equivocaciones ocasionales, siguen entregando su corazón a la televisión costarricense. Al fin y al cabo, nadie es perfecto, ¿verdad, mi gente?
Ahora sí, les dejo una pregunta para reflexionar: ¿cree usted que este incidente dañará la imagen de Ítalo Marenco, o simplemente lo hará aún más cercano y auténtico ante el público? Déjeme sus opiniones en los comentarios. ¡Vamos a armar un buen debate!
Para ponerlos al día, las transmisiones de Teletica durante la justa zapoteca siempre tienen su toque especial. Entre gritos, risas y alguna que otra sorpresa, la mezcla es explosiva. Pero esta vez, la atención se centró en Marenco, quien, buscando hacer sentir seguro a un participante improvisado que había recibido un susto considerable por parte del toro, se encontró en una situación bastante peculiar.
Según testigos –y las repeticiones de video confirmándolo–, el pobre hombre salió volando cuando el toro decidió cambiar de dirección. Ítalo, rápido como un guepardo (bueno, casi), corrió a ayudarlo a ponerse a salvo, empujándolo hacia las barreras de seguridad. Ahí fue cuando, en medio de la adrenalina y el bullicio, soltó una frase que quedó grabada en la historia de la televisión costarricense: aparentemente, se le escapó un ‘¡Uy, dios mío!’ que resonó con fuerza en los parlantes y en la plataforma digital.
Imagínate la escena, changui. El público enloqueciendo de la risa, los comentaristas tratando de mantener la compostura y Marenco, visiblemente avergonzado, intentando explicar que todo fue producto del momento. Pero bueno, el mae tiene labia y logró quitarle importancia al asunto. Lo cierto es que el video se propagó como reguero de pólvora en las redes sociales, generando miles de memes y comentarios ingeniosos. Hasta Carlos Álvarez, el rey del vacile, no pudo resistirse a lanzar algunas pullas bien futboleras.
Desde cuentas de TikTok hasta grupos de WhatsApp, el ’¡Uy, dios mío!’ de Ítalo se convirtió en trending topic nacional. Algunos criticaron su aparente falta de control, otros defendieron su espontaneidad y autenticidad. Pero la mayoría, simplemente, disfrutó del momento cómico. Porque, seamos sinceros, a veces necesitamos reírnos un rato, especialmente en tiempos difíciles. Además, ¿qué sería de la vida sin esos pequeños percances que nos recuerdan que todos somos humanos?
Este incidente se suma a la ya extensa colección de anécdotas divertidas que han surgido en las arenas de Zapote a lo largo de los años. Recordemos aquella vez que el torero confundió la muleta con un pañuelo para secarse el sudor, o aquel otro participante que se mareó de tanto calor y terminó tirado en el suelo. Cada edición de los toros trae consigo su propia dosis de sorpresas e imprevistos, y eso es precisamente lo que hace que este evento sea tan querido por los costarricenses.
Pero más allá del humor y las burlas, hay que reconocer la valentía de los improvisados, quienes se arriesgan voluntariamente para brindar un espectáculo emocionante. También debemos agradecer a profesionales como Ítalo Marenco, quienes, a pesar de sus equivocaciones ocasionales, siguen entregando su corazón a la televisión costarricense. Al fin y al cabo, nadie es perfecto, ¿verdad, mi gente?
Ahora sí, les dejo una pregunta para reflexionar: ¿cree usted que este incidente dañará la imagen de Ítalo Marenco, o simplemente lo hará aún más cercano y auténtico ante el público? Déjeme sus opiniones en los comentarios. ¡Vamos a armar un buen debate!
