¡Ay, patata! La tranquilidad de Hatillo quedó hecha pedazos este lunes a eso de las cuatro de la tarde cuando una balacera sacudió el barrio 15 de Setiembre. El OIJ ya confirmó que lamentablemente hay un mártir, un muchacho de apenas 21 años identificado como Brenes, y varios heridos, dejando a toda la comunidad en vilo y preguntándose qué demonios está pasando con la seguridad en nuestro país.
Según fuentes cercanas al Organismo de Investigación Judicial, todo empezó cuando un carro pasó a toda velocidad por la calle y, de repente, empezaron a salir balas. Un verdadero despache, dicen los testigos. El pobre Brenes recibió varios impactos y tuvo que ser trasladado en ambulancia hasta el Hospital San Juan de Dios, pero llegó sin pulso, señores. Lo intentaron, pero ahí nomás, se le fue la vida.
Lo peor es que, según contaron los vecinos que estaban cerca, los atacantes siguieron disparando incluso hacia una casa donde algunas personas se habían refugiado para protegerse del peligro. Imagínate el susto que se agarraron esos pobres tipos. El OIJ ya está haciendo la inspección correspondiente, recogiendo casquillos y buscando pistas para identificar a estos delincuentes, pero hasta ahora, ni rastro de ellos.
Las autoridades han asegurado que están trabajando duro para aclarar este crimen y capturar a los responsables, pero la verdad es que la gente ya está cansada de escuchar esas mismas promesas. Todos sabemos que esto no es nuevo; la violencia ha ido escalando poco a poco en nuestros barrios y parece que nadie sabe cómo pararla. ¿Será que nos hemos acostumbrado a vivir con miedo?
Y no es solamente en Hatillo, mi clave. En todos lados estamos viendo problemas de seguridad. Las pandillas siguen operando, el narcotráfico está a la orden del día y la policía, aunque se esfuerza, parece que no puede cubrir todas las áreas. Tenemos que buscar soluciones creativas, pensar fuera de la caja si queremos recuperar la paz en nuestras comunidades. ¿Quizás fortalecer la presencia policial en los barrios más conflictivos sería un buen punto de partida?
Algunos expertos aseguran que la raíz del problema está en la desigualdad social y la falta de oportunidades para los jóvenes. Dicen que muchos caen en desgracia porque simplemente no ven otra salida. No sé yo, me parece que eso no justifica la violencia, pero sí ayuda a entender por qué algunos muchachos terminan tomando caminos equivocados. Hay que apostarle a la educación, al deporte, a programas sociales que les den una alternativa a estos jóvenes.
Esta tragedia de Hatillo nos recuerda que la inseguridad no espera a nadie. Nos afecta a todos, ricos y pobres, jóvenes y viejos. Tenemos que unirnos como sociedad para exigirle a las autoridades que tomen cartas en el asunto y que implementen medidas efectivas para combatir el crimen. No podemos seguir viviendo así, con el corazón en la boca, temiendo por nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos. Ya basta de pérdidas y de sufrimiento, diay.
En fin, una situación bien salada, ¿verdad? Esto nos lleva a cuestionarnos: ¿Cree usted que las políticas actuales de seguridad pública en Costa Rica son suficientes para garantizar la protección de los ciudadanos, o necesitamos un cambio radical en la forma en que abordamos el problema de la delincuencia?
Según fuentes cercanas al Organismo de Investigación Judicial, todo empezó cuando un carro pasó a toda velocidad por la calle y, de repente, empezaron a salir balas. Un verdadero despache, dicen los testigos. El pobre Brenes recibió varios impactos y tuvo que ser trasladado en ambulancia hasta el Hospital San Juan de Dios, pero llegó sin pulso, señores. Lo intentaron, pero ahí nomás, se le fue la vida.
Lo peor es que, según contaron los vecinos que estaban cerca, los atacantes siguieron disparando incluso hacia una casa donde algunas personas se habían refugiado para protegerse del peligro. Imagínate el susto que se agarraron esos pobres tipos. El OIJ ya está haciendo la inspección correspondiente, recogiendo casquillos y buscando pistas para identificar a estos delincuentes, pero hasta ahora, ni rastro de ellos.
Las autoridades han asegurado que están trabajando duro para aclarar este crimen y capturar a los responsables, pero la verdad es que la gente ya está cansada de escuchar esas mismas promesas. Todos sabemos que esto no es nuevo; la violencia ha ido escalando poco a poco en nuestros barrios y parece que nadie sabe cómo pararla. ¿Será que nos hemos acostumbrado a vivir con miedo?
Y no es solamente en Hatillo, mi clave. En todos lados estamos viendo problemas de seguridad. Las pandillas siguen operando, el narcotráfico está a la orden del día y la policía, aunque se esfuerza, parece que no puede cubrir todas las áreas. Tenemos que buscar soluciones creativas, pensar fuera de la caja si queremos recuperar la paz en nuestras comunidades. ¿Quizás fortalecer la presencia policial en los barrios más conflictivos sería un buen punto de partida?
Algunos expertos aseguran que la raíz del problema está en la desigualdad social y la falta de oportunidades para los jóvenes. Dicen que muchos caen en desgracia porque simplemente no ven otra salida. No sé yo, me parece que eso no justifica la violencia, pero sí ayuda a entender por qué algunos muchachos terminan tomando caminos equivocados. Hay que apostarle a la educación, al deporte, a programas sociales que les den una alternativa a estos jóvenes.
Esta tragedia de Hatillo nos recuerda que la inseguridad no espera a nadie. Nos afecta a todos, ricos y pobres, jóvenes y viejos. Tenemos que unirnos como sociedad para exigirle a las autoridades que tomen cartas en el asunto y que implementen medidas efectivas para combatir el crimen. No podemos seguir viviendo así, con el corazón en la boca, temiendo por nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos. Ya basta de pérdidas y de sufrimiento, diay.
En fin, una situación bien salada, ¿verdad? Esto nos lleva a cuestionarnos: ¿Cree usted que las políticas actuales de seguridad pública en Costa Rica son suficientes para garantizar la protección de los ciudadanos, o necesitamos un cambio radical en la forma en que abordamos el problema de la delincuencia?
