¡Ay, Dios mío! Barrios Bajos amaneció como un bombón, pero Barrio Dent... bueno, eso fue otro rollo. La Quebrada Los Negritos se salió de las manos este jueves, dejando a familias enteras en la calle y con pérdidas materiales que te dejan helao. La cosa pintaba fea desde temprano, pero nadie pensó que llegaría a tanto, díganle a los meteorólogos que nos avisen con tiempo, ¿eh?
Melina Dada, vecina de toda la vida, fue una de las más afectadas. Contó a CRHoy cómo vio impotente cómo su casa, fruto de años de esfuerzo, era tragada por el agua. "Los portones aguantaron, ahí no hubo falla", explicó entre lágrimas, "pero la pared lateral, la que pega con la casa del vecino, cedió con la presión. Fue como una lavadora gigante dentro de mi casa, ¡una torta!". Imagine la escena: muebles flotando, electrodomésticos arrastrados, recuerdos sepultados bajo el barro. Un golpe duro, sin lugar a dudas.
Y ni hablar de la inversión que echó a perder. Melina había remodelado la casa hace apenas seis meses, metiéndole cerca de diez millones de colones. Se mandó la onda con unos portones especiales, pensando en prevenir problemas futuros. Funcionaron como se esperaba en inundaciones anteriores, cuando el agua llegó hasta un metro y medio de altura. Pero esta vez, la cosa escaló a niveles nunca vistos. "Este jueves el agua llegó hasta el cielo raso del primer piso, ¡hasta arriba! Superó los dos metros, fue apocalíptico".
Ahora, Melina y su hijo de doce años están refugiados en casa de su madre en San Isidro de Heredia. Una tía les prestó un apartamento en La Uruca mientras evalúan sus opciones. "Estamos buscando dónde ir, qué hacer", dijo con voz apagada, "pero lo importante es que estamos vivos y sanos. Eso sí, gracias a la familia y a los vecinos, nos han dado una mano enorme". El espíritu de comunidad siempre sale a flote en estos momentos difíciles, es lo que tenemos nosotros los ticos.
Pero no todo es tristeza. Melina destaca el apoyo incondicional de sus vecinos y de la Universidad de Costa Rica (UCR). "Nos hemos formado una gran familia aquí en el barrio", expresó conmovida, “y la UCR se ha lucido enviando psicólogos para ayudarnos a lidiar con el estrés postraumático. Nos han brindado terapia grupal, es vital para procesar lo que vivimos”. De verdad, que la UCR se ha puesto las pilas, chapeu por ellos.
Sin embargo, Melina no piensa quedarse de brazos cruzados. Ya está consultando con su abogado para iniciar acciones legales y responsabilizar a quienes consideren corresponsables de la tragedia. Busca justicia, busca recuperar lo perdido y, sobre todo, busca evitar que esta historia se repita. Quiere que el gobierno y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) declaren la zona en estado de emergencia para que intervengan lo antes posible.
Lo que preocupa a muchos es que este tipo de incidentes se están volviendo cada vez más frecuentes. Las lluvias intensas, producto del cambio climático, están poniendo a prueba nuestra infraestructura y nuestra capacidad de adaptación. Algunos expertos señalan que la urbanización descontrolada y la falta de planificación territorial agravan el problema. Y claro, no podemos seguir tapándose los ojos, necesitamos soluciones a largo plazo, medidas preventivas que protejan a nuestras comunidades vulnerables. Es urgente abordar esta problemática con seriedad y compromiso.
Después de escuchar la historia de Melina y ver las imágenes de devastación en Barrio Dent, uno se queda pensando: ¿Qué medidas urgentes debemos tomar como país para proteger a las poblaciones más vulnerables ante los efectos del cambio climático y evitar que tragedias como esta se conviertan en la norma? Compartan sus ideas y propuestas en el foro, necesitamos trabajar juntos para construir un futuro más seguro y resiliente para todos los ticos.
Melina Dada, vecina de toda la vida, fue una de las más afectadas. Contó a CRHoy cómo vio impotente cómo su casa, fruto de años de esfuerzo, era tragada por el agua. "Los portones aguantaron, ahí no hubo falla", explicó entre lágrimas, "pero la pared lateral, la que pega con la casa del vecino, cedió con la presión. Fue como una lavadora gigante dentro de mi casa, ¡una torta!". Imagine la escena: muebles flotando, electrodomésticos arrastrados, recuerdos sepultados bajo el barro. Un golpe duro, sin lugar a dudas.
Y ni hablar de la inversión que echó a perder. Melina había remodelado la casa hace apenas seis meses, metiéndole cerca de diez millones de colones. Se mandó la onda con unos portones especiales, pensando en prevenir problemas futuros. Funcionaron como se esperaba en inundaciones anteriores, cuando el agua llegó hasta un metro y medio de altura. Pero esta vez, la cosa escaló a niveles nunca vistos. "Este jueves el agua llegó hasta el cielo raso del primer piso, ¡hasta arriba! Superó los dos metros, fue apocalíptico".
Ahora, Melina y su hijo de doce años están refugiados en casa de su madre en San Isidro de Heredia. Una tía les prestó un apartamento en La Uruca mientras evalúan sus opciones. "Estamos buscando dónde ir, qué hacer", dijo con voz apagada, "pero lo importante es que estamos vivos y sanos. Eso sí, gracias a la familia y a los vecinos, nos han dado una mano enorme". El espíritu de comunidad siempre sale a flote en estos momentos difíciles, es lo que tenemos nosotros los ticos.
Pero no todo es tristeza. Melina destaca el apoyo incondicional de sus vecinos y de la Universidad de Costa Rica (UCR). "Nos hemos formado una gran familia aquí en el barrio", expresó conmovida, “y la UCR se ha lucido enviando psicólogos para ayudarnos a lidiar con el estrés postraumático. Nos han brindado terapia grupal, es vital para procesar lo que vivimos”. De verdad, que la UCR se ha puesto las pilas, chapeu por ellos.
Sin embargo, Melina no piensa quedarse de brazos cruzados. Ya está consultando con su abogado para iniciar acciones legales y responsabilizar a quienes consideren corresponsables de la tragedia. Busca justicia, busca recuperar lo perdido y, sobre todo, busca evitar que esta historia se repita. Quiere que el gobierno y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) declaren la zona en estado de emergencia para que intervengan lo antes posible.
Lo que preocupa a muchos es que este tipo de incidentes se están volviendo cada vez más frecuentes. Las lluvias intensas, producto del cambio climático, están poniendo a prueba nuestra infraestructura y nuestra capacidad de adaptación. Algunos expertos señalan que la urbanización descontrolada y la falta de planificación territorial agravan el problema. Y claro, no podemos seguir tapándose los ojos, necesitamos soluciones a largo plazo, medidas preventivas que protejan a nuestras comunidades vulnerables. Es urgente abordar esta problemática con seriedad y compromiso.
Después de escuchar la historia de Melina y ver las imágenes de devastación en Barrio Dent, uno se queda pensando: ¿Qué medidas urgentes debemos tomar como país para proteger a las poblaciones más vulnerables ante los efectos del cambio climático y evitar que tragedias como esta se conviertan en la norma? Compartan sus ideas y propuestas en el foro, necesitamos trabajar juntos para construir un futuro más seguro y resiliente para todos los ticos.