¡Ay, Dios mío! La historia de la carretera a San Carlos parece sacada de una novela interminable. Llevamos medio siglo esperando que conecte decentemente la GAM con la zona norte, y seguimos dando vueltas en círculos. Lo que prometían sería un alivio para el turismo y el transporte de productos, se ha convertido en un dolor de cabeza constante, un verdadero despiche.
La última parada de este viaje lleno de baches es una supuesta “discusión” entre el Gobierno de Rodrigo Chaves y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Resulta que, luego de meses de retrasos y promesas rotas –¡qué torta!–, ahora culpan al BID de frenar las obras, argumentando que la institución financiera está poniendo trabas inexplicables. Pero, como dice mi abuela, “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y muchos sospechan que detrás hay gato encerrado.
Según fuentes cercanas a la Asociación Pro Carretera, la bronca no es tan simple. Al parecer, el proceso de licitación se realizó a toda prisa, y no cumplió con los estándares técnicos que exige el BID. Carolina Solís, representante de la asociación, soltó la bomba diciendo que “el concurso se hizo a la carrera y se hizo mal, no cumplía requisitos técnicos, hubo solo un oferente, que es CHEC”. ¡Imagínate! Un solo oferente… ¿será que alguien maquinó todo esto?
Y no solo eso, señores. La Asociación también señala que la Unidad Ejecutora del MOPT carece de la competencia necesaria para llevar adelante un proyecto de esta magnitud. No tienen la experiencia ni los profesionales adecuados para lidiar con las condiciones geotécnicas de la zona, que ya habían sido advertidas por la Asociación Costarricense de Geotecnia (ACG). Estos tipos del Colegio de Ingenieros Civiles nos avisaron hace meses de los riesgos de deslizamientos y suelos inestables, pero parece que nadie les prestó atención.
La última parada de este viaje lleno de baches es una supuesta “discusión” entre el Gobierno de Rodrigo Chaves y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Resulta que, luego de meses de retrasos y promesas rotas –¡qué torta!–, ahora culpan al BID de frenar las obras, argumentando que la institución financiera está poniendo trabas inexplicables. Pero, como dice mi abuela, “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y muchos sospechan que detrás hay gato encerrado.
Según fuentes cercanas a la Asociación Pro Carretera, la bronca no es tan simple. Al parecer, el proceso de licitación se realizó a toda prisa, y no cumplió con los estándares técnicos que exige el BID. Carolina Solís, representante de la asociación, soltó la bomba diciendo que “el concurso se hizo a la carrera y se hizo mal, no cumplía requisitos técnicos, hubo solo un oferente, que es CHEC”. ¡Imagínate! Un solo oferente… ¿será que alguien maquinó todo esto?
Y no solo eso, señores. La Asociación también señala que la Unidad Ejecutora del MOPT carece de la competencia necesaria para llevar adelante un proyecto de esta magnitud. No tienen la experiencia ni los profesionales adecuados para lidiar con las condiciones geotécnicas de la zona, que ya habían sido advertidas por la Asociación Costarricense de Geotecnia (ACG). Estos tipos del Colegio de Ingenieros Civiles nos avisaron hace meses de los riesgos de deslizamientos y suelos inestables, pero parece que nadie les prestó atención.