¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el circo del Chavismo. Desde hace meses, parece que los medios andamos recogiendo migajas de las acusaciones que llueven contra la administración de Don Rodri. Algunas llegan formalmente al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), otras, pues, son rumores que circulan como chancla en la calle. Lo cierto es que la cosa está caliente y cada quien dice tener la razón, diay.
Ahora, si hablamos de leyes y tecnicismos, eso ya es otro cuento. Abogados con bigotes largos han escrito libros enteros sobre si el Presidente puede o no opinar sobre ciertas cosas mientras sigue en el cargo. Pero dejémonos de rodeos, el punto es clarísimo: la ley, diseñada precisamente para proteger nuestras elecciones y asegurar que la competencia sea justa, limita la participación de los altos funcionarios del gobierno, salvo los diputados. Este principito no es nuevo, lleva ruléandole desde 1927, y siempre ha sido motivo de controversia. Algunos dicen que si los gobiernos quieren rendir cuentas, deberían hablar claro durante todo su período; otros, como yo, piensan que no hay nada malo en ser transparente sobre los logros de gestión y, al mismo tiempo, evitar que se usen los fondos públicos para favorecer a algún partido político.
Pero bueno, en este momento específico, tenemos a Costa Rica bajo el liderazgo de Don Rodri Chaves, y ahí es donde la cosa se pone sabrosa. No es solo la violación “técnica” de estas reglas, porque eso ya es pan comido y se atiende (aunque a veces, con la velocidad de una tortuga). Lo preocupante, mis amigos, es la actitud con la que se están haciendo esas violaciones, con una valentía que roza lo irrespetuoso. Y encima, van por ahí cuestionando y descalificando al propio TSE. Es como si estuvieran buscando darle pelea a todo el mundo.
Y ojo, esto no es un acto aislado. Parece ser parte de una estrategia mayor, un plan maestro para socavar la confianza en las instituciones del Estado. Chaves y sus seguidores parecen empeñados en ir demolíendo todo lo que se les cruce en el camino. La verdad es que da asomo, porque implica asumir que la gente es tonta, que no se da cuenta de lo que está pasando, o peor aún, que simplemente no le importa. Y también, es presumir que solo a ellos se les aplica la normativa, lo cual suena a persecución injustificada por parte del TSE.
¿Hasta dónde llegará esta movida? Ese es el millón. Porque a simple vista, no parece que tengan muchas ganas de echar marcha atrás. La campaña electoral, a diferencia de la gestión del gobierno, exige flexibilidad y astucia. Hay que saber aprovechar cada oportunidad y jugar todas las cartas a nuestro favor, pero siempre dentro del marco de la ley, claro está. La acción de gobierno, por el contrario, debe estar basada en el respeto a la ley y a las instituciones que la protegen. Si no, mi pana, estamos jodidos y la democracia se va al traste.
Es importante recordar que la dinámica política en Costa Rica es diferente a muchos otros países. Tenemos nuestra propia idiosincrasia, nuestros propios códigos de conducta. Somos un pueblo que valora la transparencia y la rendición de cuentas, pero también apreciamos la cortesía y el respeto hacia las instituciones. Que un presidente ataque sistemáticamente al TSE, sin pruebas sólidas ni argumentos razonables, es una muestra de falta de respeto que no podemos permitirnos. Esto mina la confianza ciudadana y abre la puerta a la corrupción y la impunidad.
Este panorama nos obliga a reflexionar sobre el futuro de nuestra democracia. ¿Estamos dispuestos a tolerar que un gobierno abuse de su poder para atacar a las instituciones? ¿Queremos ver cómo se erosionan los pilares fundamentales de nuestro sistema político? Claro que no, ¡qué torta sería eso! Tenemos que defender nuestras instituciones con uñas y dientes, exigir transparencia y rendición de cuentas, y denunciar cualquier intento de abuso de poder. Como dicen por ahí, ¡hay que ponerle pausa!
Entonces, mis queridos lectores, me pregunto: ¿Cree usted que la estrategia del gobierno actual de cuestionar constantemente al TSE es un riesgo para la estabilidad democrática de Costa Rica, o simplemente una táctica política más en una campaña electoral intensa?
Ahora, si hablamos de leyes y tecnicismos, eso ya es otro cuento. Abogados con bigotes largos han escrito libros enteros sobre si el Presidente puede o no opinar sobre ciertas cosas mientras sigue en el cargo. Pero dejémonos de rodeos, el punto es clarísimo: la ley, diseñada precisamente para proteger nuestras elecciones y asegurar que la competencia sea justa, limita la participación de los altos funcionarios del gobierno, salvo los diputados. Este principito no es nuevo, lleva ruléandole desde 1927, y siempre ha sido motivo de controversia. Algunos dicen que si los gobiernos quieren rendir cuentas, deberían hablar claro durante todo su período; otros, como yo, piensan que no hay nada malo en ser transparente sobre los logros de gestión y, al mismo tiempo, evitar que se usen los fondos públicos para favorecer a algún partido político.
Pero bueno, en este momento específico, tenemos a Costa Rica bajo el liderazgo de Don Rodri Chaves, y ahí es donde la cosa se pone sabrosa. No es solo la violación “técnica” de estas reglas, porque eso ya es pan comido y se atiende (aunque a veces, con la velocidad de una tortuga). Lo preocupante, mis amigos, es la actitud con la que se están haciendo esas violaciones, con una valentía que roza lo irrespetuoso. Y encima, van por ahí cuestionando y descalificando al propio TSE. Es como si estuvieran buscando darle pelea a todo el mundo.
Y ojo, esto no es un acto aislado. Parece ser parte de una estrategia mayor, un plan maestro para socavar la confianza en las instituciones del Estado. Chaves y sus seguidores parecen empeñados en ir demolíendo todo lo que se les cruce en el camino. La verdad es que da asomo, porque implica asumir que la gente es tonta, que no se da cuenta de lo que está pasando, o peor aún, que simplemente no le importa. Y también, es presumir que solo a ellos se les aplica la normativa, lo cual suena a persecución injustificada por parte del TSE.
¿Hasta dónde llegará esta movida? Ese es el millón. Porque a simple vista, no parece que tengan muchas ganas de echar marcha atrás. La campaña electoral, a diferencia de la gestión del gobierno, exige flexibilidad y astucia. Hay que saber aprovechar cada oportunidad y jugar todas las cartas a nuestro favor, pero siempre dentro del marco de la ley, claro está. La acción de gobierno, por el contrario, debe estar basada en el respeto a la ley y a las instituciones que la protegen. Si no, mi pana, estamos jodidos y la democracia se va al traste.
Es importante recordar que la dinámica política en Costa Rica es diferente a muchos otros países. Tenemos nuestra propia idiosincrasia, nuestros propios códigos de conducta. Somos un pueblo que valora la transparencia y la rendición de cuentas, pero también apreciamos la cortesía y el respeto hacia las instituciones. Que un presidente ataque sistemáticamente al TSE, sin pruebas sólidas ni argumentos razonables, es una muestra de falta de respeto que no podemos permitirnos. Esto mina la confianza ciudadana y abre la puerta a la corrupción y la impunidad.
Este panorama nos obliga a reflexionar sobre el futuro de nuestra democracia. ¿Estamos dispuestos a tolerar que un gobierno abuse de su poder para atacar a las instituciones? ¿Queremos ver cómo se erosionan los pilares fundamentales de nuestro sistema político? Claro que no, ¡qué torta sería eso! Tenemos que defender nuestras instituciones con uñas y dientes, exigir transparencia y rendición de cuentas, y denunciar cualquier intento de abuso de poder. Como dicen por ahí, ¡hay que ponerle pausa!
Entonces, mis queridos lectores, me pregunto: ¿Cree usted que la estrategia del gobierno actual de cuestionar constantemente al TSE es un riesgo para la estabilidad democrática de Costa Rica, o simplemente una táctica política más en una campaña electoral intensa?
