¡Ay, Dios mío! ¿Se imaginan un escenario donde todos los candidatos, desde el presidente hasta el diputado, lleguen a la Asamblea sin banderines ni siglas de partido?
Pues parece que Pilar Cisneros, la jefa del oficialismo, quiere hacer realidad esa fantasía – o pesadilla, dependiendo del lado del espectro político en el que te encuentres. Presentó un proyecto de ley que busca reformar la Constitución para permitir justamente eso: candidaturas independientes o agrupaciones electorales sin afiliación partidaria. Según Cisneros, un asombroso 81% de los encuestados ya no le tienen fe a los partidos… ¡y vaya que sí tenemos razones!
El documento, llamado “Derecho a ser electo y a elegir a través de grupos electorales independientes o candidaturas individuales”, propone modificaciones a varios artículos clave de la Carta Magna, incluyendo el 98, que precisamente habla de cómo pueden participar los ciudadanos en la política. Básicamente, busca abrir la puerta a que cualquier persona, siempre y cuando respete la Constitución, pueda lanzarse a la contienda sin necesidad de estar pegado a un partido.
Y ojo, esto no es un trámite rápido. Como se trata de una reforma constitucional, tendrá que pasar por varias etapas en la Asamblea Legislativa, un proceso que puede llevar meses, si no años. Recordemos que la última vez que modificamos la Constitución fue para permitir la extradición de costarricenses acusados de narcotráfico y terrorismo; otra iniciativa impulsada, casualmente, por Cisneros. Vamos a ver qué tan rápido avanza esta, porque a veces estos temas se van al traste, díganle a la gente que quería legalizar la marihuana hace quince años…
El texto del proyecto es bastante interesante. Dice textualmente que los ciudadanos podrán “agruparse en partidos políticos, en grupos electorales independientes o a postularse por medio de candidaturas individuales”. Además, recalca que estos diferentes tipos de participantes deben promover el pluralismo político y ser instrumentos para la participación ciudadana. También establece que los partidos y grupos electorales deben ser democráticos en su estructura interna, algo que algunos podrían cuestionar, siendo honestos.
Cisneros, en una conferencia de prensa que dio hace poco, dijo que el proyecto ha tenido una recepción positiva entre legisladores de otros partidos... aunque no quiso dar nombres. ¿Será que ya tiene acuerdos bajo la manga? Conociendo la política nacional, no me extrañaría nada. Y hablando de política, ahora mismo hay otro proyecto en la Asamblea, del partido Liberal Progresista, que busca quitarle la curul a los diputados que se declaran independientes después de ser elegidos, como medida anti-transfuguismo. ¡Un perro peleando hueso, vamos!
Ahora, el proyecto de Cisneros tendrá que ser evaluado por una comisión legislativa y luego debatido en el plenario. Todo esto mientras el país sigue dividido y la confianza en los partidos políticos está por los suelos. ¿Será este el fin de la era de los partidos tradicionales? Parece demasiado bueno para ser verdad, pero tampoco podemos descartar nada en esta rocambolesca aventura política que vivimos. En fin, digamos que esto le da un poquito de sabor a la sopa… aunque a veces preferimos la sopa sin sabor, la verdad.
Esta propuesta abre muchísimas preguntas. ¿Realmente permitirá una mayor participación ciudadana genuina o simplemente será aprovechada por personas buscando poder sin escrúpulos? ¿Eliminará la corrupción o la facilitará, al quitarle la rendición de cuentas inherente a los partidos? ¿Estamos listos para un sistema político sin partidos, o terminaríamos sumidos en un caos aún mayor? Dígame usted, ¿qué piensa? ¿Deberíamos darle una oportunidad a este nuevo modelo electoral, o es mejor mantener las cosas como están, aunque estén lejos de ser perfectas?
	
		
			
		
		
	
				
			Pues parece que Pilar Cisneros, la jefa del oficialismo, quiere hacer realidad esa fantasía – o pesadilla, dependiendo del lado del espectro político en el que te encuentres. Presentó un proyecto de ley que busca reformar la Constitución para permitir justamente eso: candidaturas independientes o agrupaciones electorales sin afiliación partidaria. Según Cisneros, un asombroso 81% de los encuestados ya no le tienen fe a los partidos… ¡y vaya que sí tenemos razones!
El documento, llamado “Derecho a ser electo y a elegir a través de grupos electorales independientes o candidaturas individuales”, propone modificaciones a varios artículos clave de la Carta Magna, incluyendo el 98, que precisamente habla de cómo pueden participar los ciudadanos en la política. Básicamente, busca abrir la puerta a que cualquier persona, siempre y cuando respete la Constitución, pueda lanzarse a la contienda sin necesidad de estar pegado a un partido.
Y ojo, esto no es un trámite rápido. Como se trata de una reforma constitucional, tendrá que pasar por varias etapas en la Asamblea Legislativa, un proceso que puede llevar meses, si no años. Recordemos que la última vez que modificamos la Constitución fue para permitir la extradición de costarricenses acusados de narcotráfico y terrorismo; otra iniciativa impulsada, casualmente, por Cisneros. Vamos a ver qué tan rápido avanza esta, porque a veces estos temas se van al traste, díganle a la gente que quería legalizar la marihuana hace quince años…
El texto del proyecto es bastante interesante. Dice textualmente que los ciudadanos podrán “agruparse en partidos políticos, en grupos electorales independientes o a postularse por medio de candidaturas individuales”. Además, recalca que estos diferentes tipos de participantes deben promover el pluralismo político y ser instrumentos para la participación ciudadana. También establece que los partidos y grupos electorales deben ser democráticos en su estructura interna, algo que algunos podrían cuestionar, siendo honestos.
Cisneros, en una conferencia de prensa que dio hace poco, dijo que el proyecto ha tenido una recepción positiva entre legisladores de otros partidos... aunque no quiso dar nombres. ¿Será que ya tiene acuerdos bajo la manga? Conociendo la política nacional, no me extrañaría nada. Y hablando de política, ahora mismo hay otro proyecto en la Asamblea, del partido Liberal Progresista, que busca quitarle la curul a los diputados que se declaran independientes después de ser elegidos, como medida anti-transfuguismo. ¡Un perro peleando hueso, vamos!
Ahora, el proyecto de Cisneros tendrá que ser evaluado por una comisión legislativa y luego debatido en el plenario. Todo esto mientras el país sigue dividido y la confianza en los partidos políticos está por los suelos. ¿Será este el fin de la era de los partidos tradicionales? Parece demasiado bueno para ser verdad, pero tampoco podemos descartar nada en esta rocambolesca aventura política que vivimos. En fin, digamos que esto le da un poquito de sabor a la sopa… aunque a veces preferimos la sopa sin sabor, la verdad.
Esta propuesta abre muchísimas preguntas. ¿Realmente permitirá una mayor participación ciudadana genuina o simplemente será aprovechada por personas buscando poder sin escrúpulos? ¿Eliminará la corrupción o la facilitará, al quitarle la rendición de cuentas inherente a los partidos? ¿Estamos listos para un sistema político sin partidos, o terminaríamos sumidos en un caos aún mayor? Dígame usted, ¿qué piensa? ¿Deberíamos darle una oportunidad a este nuevo modelo electoral, o es mejor mantener las cosas como están, aunque estén lejos de ser perfectas?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		