¡Aguántense!, porque esto se puso interesante. Resulta que Mario Díaz-Balart, ese congresista gringo bien conectado desde Florida, anda inquieto por cómo va la movida para quitarle la inmunidad al Presidente Chaves. Piden juntarse con la embajadora, quieren saber qué onda con todo este brete. Vamos por cafecito y les explico qué pasó y por qué esto nos puede afectar a todos.
Todo empezó con unas denuncias sobre el comportamiento del Presidente, acusándolo de andar diciendo cosas que no le tocan y, pa’ colmo, estar metido en rollos políticos donde no debería. El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), viendo la cosa seria, le pidió a la Asamblea Legislativa que evalúe si le quitan o no la inmunidad. Esto quiere decir que podrían meterle los deditos por ciertos señalamientos, y ahí es donde se pone interesante.
Pero, ¿quién es este Díaz-Balart que ahora se hace el preocupado? Pues resulta que este mae tiene historial. Él viene de una familia cubana bien conocida, con papá que era diputado antes del batuta de Fidel. Ha andado dando vueltas en el Congreso de Estados Unidos por años, y siempre se ha pronunciado bastante duro contra gobiernos que no le caen bien, especialmente en Latinoamérica. Cubita, Nicaragua, Venezuela... ya saben, a él le gusta poner orden, a su manera, claro.
Lo curioso es que hace unos meses, precisamente en julio pasado, Díaz-Balart vino de visita a Costa Rica. Se reunió con el Presidente Chaves y otros funcionarios en Casa Presidencial, hablando de seguridad regional, crimen organizado, y cómo podemos trabajar juntos. Fotos hay montones, así que no es que fuera ningún enemigo declarado del gobierno. Todo parecía ir de maravilla, hasta que salió esta movida de la inmunidad.
Ahora, el congresista dice que le preocupa que esta decisión, tomada tan cerca de las elecciones, pueda dar la impresión de que hay inestabilidad en el país o que se está afectando la competencia justa. Advierte que podría ser visto como presión política. Quiere saber todos los detalles del proceso legal, qué dicen las leyes, y cómo piensan resolverlo en la Asamblea. Está buscando entender bien la vara, vamos.
Este cambio de actitud, de aliado a crítico preocupado, levanta algunas cejas. ¿Será que realmente le preocupa la estabilidad democrática de Costa Rica, o hay algún interés gringo detrás de todo esto? No quiero sonar conspiranoico, pero estas cosas pasan. Recordemos que Estados Unidos tiene sus propios intereses en la región, y a veces esos intereses pueden entrar en conflicto con los nuestros. Siempre hay que mantener los ojos abiertos, diay.
Y ojo, que Díaz-Balart no es cualquier pelao. Este mae está en el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, que maneja el presupuesto federal. Tiene poder para influir en cómo se gastan los dólares, y eso sí que pesa. Sus opiniones importan, y lo que diga en Washington puede tener consecuencias para nosotros. Así que no es un juego de niños, esto se pone serio.
En fin, el caso del Presidente Chaves y la preocupación del congresista Díaz-Balart nos deja pensando: ¿Estamos jugando con fuego al abrir este brete tan cerca de las elecciones? ¿Es justo que se juzgue al Presidente antes de que termine su período, o estamos cediendo a presiones externas? ¿Será que, al final, nos estamos jalando una torta y comprometiendo nuestra soberanía?
Todo empezó con unas denuncias sobre el comportamiento del Presidente, acusándolo de andar diciendo cosas que no le tocan y, pa’ colmo, estar metido en rollos políticos donde no debería. El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), viendo la cosa seria, le pidió a la Asamblea Legislativa que evalúe si le quitan o no la inmunidad. Esto quiere decir que podrían meterle los deditos por ciertos señalamientos, y ahí es donde se pone interesante.
Pero, ¿quién es este Díaz-Balart que ahora se hace el preocupado? Pues resulta que este mae tiene historial. Él viene de una familia cubana bien conocida, con papá que era diputado antes del batuta de Fidel. Ha andado dando vueltas en el Congreso de Estados Unidos por años, y siempre se ha pronunciado bastante duro contra gobiernos que no le caen bien, especialmente en Latinoamérica. Cubita, Nicaragua, Venezuela... ya saben, a él le gusta poner orden, a su manera, claro.
Lo curioso es que hace unos meses, precisamente en julio pasado, Díaz-Balart vino de visita a Costa Rica. Se reunió con el Presidente Chaves y otros funcionarios en Casa Presidencial, hablando de seguridad regional, crimen organizado, y cómo podemos trabajar juntos. Fotos hay montones, así que no es que fuera ningún enemigo declarado del gobierno. Todo parecía ir de maravilla, hasta que salió esta movida de la inmunidad.
Ahora, el congresista dice que le preocupa que esta decisión, tomada tan cerca de las elecciones, pueda dar la impresión de que hay inestabilidad en el país o que se está afectando la competencia justa. Advierte que podría ser visto como presión política. Quiere saber todos los detalles del proceso legal, qué dicen las leyes, y cómo piensan resolverlo en la Asamblea. Está buscando entender bien la vara, vamos.
Este cambio de actitud, de aliado a crítico preocupado, levanta algunas cejas. ¿Será que realmente le preocupa la estabilidad democrática de Costa Rica, o hay algún interés gringo detrás de todo esto? No quiero sonar conspiranoico, pero estas cosas pasan. Recordemos que Estados Unidos tiene sus propios intereses en la región, y a veces esos intereses pueden entrar en conflicto con los nuestros. Siempre hay que mantener los ojos abiertos, diay.
Y ojo, que Díaz-Balart no es cualquier pelao. Este mae está en el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, que maneja el presupuesto federal. Tiene poder para influir en cómo se gastan los dólares, y eso sí que pesa. Sus opiniones importan, y lo que diga en Washington puede tener consecuencias para nosotros. Así que no es un juego de niños, esto se pone serio.
En fin, el caso del Presidente Chaves y la preocupación del congresista Díaz-Balart nos deja pensando: ¿Estamos jugando con fuego al abrir este brete tan cerca de las elecciones? ¿Es justo que se juzgue al Presidente antes de que termine su período, o estamos cediendo a presiones externas? ¿Será que, al final, nos estamos jalando una torta y comprometiendo nuestra soberanía?
