¡Ay, Dios mío! Uno de cada cinco personas va a morir por problemas del corazón, ¿eh? Parece sacado de una película de terror, pero la verdad es que estamos hablando de estadísticas reales. Si me pongo a pensar, conozco varios casos de gente joven que han tenido que lidiar con esto, y te digo que pone los pelos de punta. La buena noticia es que, aunque la situación es grave, hasta el 80% de esas tragedias podrían haberse evitado. ¡Eso sí que da esperanzas!
Melissa Francis, cardióloga del Hospital William Allen, nos puso las cosas bien claras: las enfermedades cardiovasculares son un verdadero cóctel de males que afectan el corazón y los vasos sanguíneos, cortándole el oxígeno a los órganos principales. Esto se traduce en golpes, riñones resentidos, y otras complicaciones que nadie quiere vivir. Según explica, todo empieza con la acumulación de grasa en las arterias, como si le pusieran velcro a los conductos sanguíneos, dificultando el paso.
Y claro, ahí entran los factores de riesgo, esos viejos conocidos que siempre andan merodeando. La hipertensión, ese enemigo silencioso; el sobrepeso y la obesidad, que ya ni sorprenden a nadie; el colesterol alto, que anda escondido como ninja; el cigarrillo, ese vicio que te come vivo; el sedentarismo, la pereza personificada... ¡Una combinación letal para nuestro corazón! Y vaya que somos muchos los que caemos en alguna de estas trampas, diay.
Pero no todo está perdido, ¡para nada! Hay varias cosas que podemos hacer para darle una paliza a estos malos hábitos y proteger nuestro corazón. La Dra. Francis nos recomienda empezar por la comida: comer sano, bajo en sodio, con muchas frutas, verduras y carne blanca. ¡Dale pa’ que reine el picante!, porque eso también ayuda. Y olvidate de frituras y comida procesada, esos venenos disfrazados de manjar.
Además, hay que mover el trasero, ¡literalmente! Lo ideal es hacerle fechoría al cuerpo al menos 150 minutos a la semana, con actividades aeróbicas y de resistencia. No necesitas subir el Everest, eh. Caminar rápido, andar en bicicleta, bailar… ¡lo que te haga sudar la gota gorda! Y si te sientes estresado, medita, relájate, respira hondo... Encuentra tu momento de paz, porque el estrés es otro asesino silencioso.
Y ojo, que los chequeos médicos regulares son fundamentales. No esperes a sentirte fatal para ir al médico, ¡antes de eso! Hazte revisar el metabolismo, analiza tu perfil de lípidos, controla el azúcar y la presión arterial. Detectar las enfermedades a tiempo es clave para poder tratarlas y evitar complicaciones. Como dice la Dra. Francis, convertir estos consejos en hábitos diarios puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, ¡y eso no es poco!
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en 2024 atendieron a más de dos millones cuatrocientas mil personas por problemas del sistema circulatorio. ¡Imagínate la magnitud del problema! Entre enero y agosto de este año, esa cifra ya supera el millón y medio. Y las enfermedades isquémicas del corazón, como la angina de pecho y los infartos, siguen siendo las más comunes. ¡Es hora de despertar, compañeros!
En fin, la pelota está en nuestro tejado. Tenemos el conocimiento, tenemos las herramientas, ahora solo falta ponerle empeño y cambiar nuestros hábitos. Pero dime, ¿qué tan difícil te parece implementar estos cambios en tu rutina diaria? ¿Crees que realmente podemos revertir esta tendencia y tener corazones más sanos?
Melissa Francis, cardióloga del Hospital William Allen, nos puso las cosas bien claras: las enfermedades cardiovasculares son un verdadero cóctel de males que afectan el corazón y los vasos sanguíneos, cortándole el oxígeno a los órganos principales. Esto se traduce en golpes, riñones resentidos, y otras complicaciones que nadie quiere vivir. Según explica, todo empieza con la acumulación de grasa en las arterias, como si le pusieran velcro a los conductos sanguíneos, dificultando el paso.
Y claro, ahí entran los factores de riesgo, esos viejos conocidos que siempre andan merodeando. La hipertensión, ese enemigo silencioso; el sobrepeso y la obesidad, que ya ni sorprenden a nadie; el colesterol alto, que anda escondido como ninja; el cigarrillo, ese vicio que te come vivo; el sedentarismo, la pereza personificada... ¡Una combinación letal para nuestro corazón! Y vaya que somos muchos los que caemos en alguna de estas trampas, diay.
Pero no todo está perdido, ¡para nada! Hay varias cosas que podemos hacer para darle una paliza a estos malos hábitos y proteger nuestro corazón. La Dra. Francis nos recomienda empezar por la comida: comer sano, bajo en sodio, con muchas frutas, verduras y carne blanca. ¡Dale pa’ que reine el picante!, porque eso también ayuda. Y olvidate de frituras y comida procesada, esos venenos disfrazados de manjar.
Además, hay que mover el trasero, ¡literalmente! Lo ideal es hacerle fechoría al cuerpo al menos 150 minutos a la semana, con actividades aeróbicas y de resistencia. No necesitas subir el Everest, eh. Caminar rápido, andar en bicicleta, bailar… ¡lo que te haga sudar la gota gorda! Y si te sientes estresado, medita, relájate, respira hondo... Encuentra tu momento de paz, porque el estrés es otro asesino silencioso.
Y ojo, que los chequeos médicos regulares son fundamentales. No esperes a sentirte fatal para ir al médico, ¡antes de eso! Hazte revisar el metabolismo, analiza tu perfil de lípidos, controla el azúcar y la presión arterial. Detectar las enfermedades a tiempo es clave para poder tratarlas y evitar complicaciones. Como dice la Dra. Francis, convertir estos consejos en hábitos diarios puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, ¡y eso no es poco!
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en 2024 atendieron a más de dos millones cuatrocientas mil personas por problemas del sistema circulatorio. ¡Imagínate la magnitud del problema! Entre enero y agosto de este año, esa cifra ya supera el millón y medio. Y las enfermedades isquémicas del corazón, como la angina de pecho y los infartos, siguen siendo las más comunes. ¡Es hora de despertar, compañeros!
En fin, la pelota está en nuestro tejado. Tenemos el conocimiento, tenemos las herramientas, ahora solo falta ponerle empeño y cambiar nuestros hábitos. Pero dime, ¿qué tan difícil te parece implementar estos cambios en tu rutina diaria? ¿Crees que realmente podemos revertir esta tendencia y tener corazones más sanos?