¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, discutiendo si vamos a poder echarle ganas y mantener a este país a flote mientras el mundo entero anda con la soga al cuello. Según los expertos, 2026 va a ser un brete, un verdadero desafío para Costa Rica. Pero díganme, ¿realmente nos sorprende?
La verdad es que ya estábamos sabiendo que esto no iba a ser fácil. Se habla de una desaceleración económica mundial, un panorama geopolítico que da más susto que la película de terror de Halloween y unos gringos cambiando sus políticas a diestra y siniestra. ¡Imagínate! Como si no tuviéramos suficientes cosas que pensar con el clima loco y los apagones.
Y ahí entra Don Rodrigo Cubero, del CEFSA, echándonos arena fría: a pesar de tener nuestras cositas bien encaminadas –el sistema financiero más o menos firme y la economía relativa– mente estable–, mantenernos cerca del 4% de crecimiento va a requerir un esfuerzo hercúleo. Un máster class de cómo sacar adelante un país cuando afuera todo parece estar yéndose al traste.
Lo crucial, según el señor Cubero, es dejar de depender tanto de las zonas francas. ¡Por fin alguien lo dice! Tenemos que buscar otras formas de crecer, dinamizar la economía y, sobre todo, bajarle al costo de producir. Que si bajar las cargas sociales, que si abrir el mercado eléctrico... un rollo de reformas que parecen sacadas de un libro de economía avanzada. Pero, ¿cómo se traducen esas reformas en el bolsillo del trabajador común?
Algunos sectores, como la construcción, la agricultura y hasta cierto modo el comercio, andan arrastrando los pies. Menos inversión, menos créditos circulando, y un mercado laboral que parece estar perdiendo fuelle. La gente se inquieta, busca trabajo, pero no encuentra. ¡Qué sal! La preocupación es palpable en todos lados.
Ahora bien, la influencia de Estados Unidos es innegable. Son nuestro principal socio comercial, además de que muchos de nuestros turistas vienen de allá. Si ellos frenan, nosotros sentimos el golpe directo. Imaginen la presión inflacionaria, las tasas de interés por las nubes... ¡Uf! Un escenario que nadie quiere ver. Y eso sin hablar de los posibles cambios en los flujos de capital, que podrían afectar nuestra capacidad de invertir y crecer.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Bueno, el nuevo gobierno tendrá que poner manos a la obra y encontrar soluciones creativas. Fomentar la innovación, apoyar a las pequeñas y medianas empresas, apostar por energías renovables… Hay muchas opciones sobre la mesa. Pero lo importante es actuar rápido y con decisión, porque el tiempo apremia y la situación global no precisamente pinta prometedora. Parece que nos toca remar contra corriente, amigos.
¿Será posible que Costa Rica logre sortear este embate y seguir creciendo a pesar de la tormenta global? ¿Creemos que el nuevo gobierno estará a la altura del desafío o nos espera otro período de estancamiento? Cuéntanos tu opinión, ¡queremos saber qué piensas tú!
La verdad es que ya estábamos sabiendo que esto no iba a ser fácil. Se habla de una desaceleración económica mundial, un panorama geopolítico que da más susto que la película de terror de Halloween y unos gringos cambiando sus políticas a diestra y siniestra. ¡Imagínate! Como si no tuviéramos suficientes cosas que pensar con el clima loco y los apagones.
Y ahí entra Don Rodrigo Cubero, del CEFSA, echándonos arena fría: a pesar de tener nuestras cositas bien encaminadas –el sistema financiero más o menos firme y la economía relativa– mente estable–, mantenernos cerca del 4% de crecimiento va a requerir un esfuerzo hercúleo. Un máster class de cómo sacar adelante un país cuando afuera todo parece estar yéndose al traste.
Lo crucial, según el señor Cubero, es dejar de depender tanto de las zonas francas. ¡Por fin alguien lo dice! Tenemos que buscar otras formas de crecer, dinamizar la economía y, sobre todo, bajarle al costo de producir. Que si bajar las cargas sociales, que si abrir el mercado eléctrico... un rollo de reformas que parecen sacadas de un libro de economía avanzada. Pero, ¿cómo se traducen esas reformas en el bolsillo del trabajador común?
Algunos sectores, como la construcción, la agricultura y hasta cierto modo el comercio, andan arrastrando los pies. Menos inversión, menos créditos circulando, y un mercado laboral que parece estar perdiendo fuelle. La gente se inquieta, busca trabajo, pero no encuentra. ¡Qué sal! La preocupación es palpable en todos lados.
Ahora bien, la influencia de Estados Unidos es innegable. Son nuestro principal socio comercial, además de que muchos de nuestros turistas vienen de allá. Si ellos frenan, nosotros sentimos el golpe directo. Imaginen la presión inflacionaria, las tasas de interés por las nubes... ¡Uf! Un escenario que nadie quiere ver. Y eso sin hablar de los posibles cambios en los flujos de capital, que podrían afectar nuestra capacidad de invertir y crecer.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Bueno, el nuevo gobierno tendrá que poner manos a la obra y encontrar soluciones creativas. Fomentar la innovación, apoyar a las pequeñas y medianas empresas, apostar por energías renovables… Hay muchas opciones sobre la mesa. Pero lo importante es actuar rápido y con decisión, porque el tiempo apremia y la situación global no precisamente pinta prometedora. Parece que nos toca remar contra corriente, amigos.
¿Será posible que Costa Rica logre sortear este embate y seguir creciendo a pesar de la tormenta global? ¿Creemos que el nuevo gobierno estará a la altura del desafío o nos espera otro período de estancamiento? Cuéntanos tu opinión, ¡queremos saber qué piensas tú!