¡Ay, flor! La vaina está dura para nuestros futuros médicos. Una investigación bomba de la Auditoría de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) sacudió el mundo sanitario tico, porque resulta que varios residentes, esos que andan aprendiendo a salvar vidas, han estado pasando por encima en los hospitales. Abusos, maltratos... ¡qué torta! Parece que algunos tutores se les olvidó que estaban formando profesionales, y no criando monos.
Según el reporte, entre 2020 y 2024, ¡nada menos que 228 residentes se fueron del programa de especialidades! Eso es un quite considerable, mae. La Auditoría le hizo unas encuestas a 51 de estos rebeldes, y las historias que contaron son de pelos de punta. Desde cirugías privadas con el tiempo de la CCSS, hasta tutores desapareciendo durante las guardias, ¡parece película!
Y no nomás eso, diay. Uno de los entrevistados soltó que “no puede ser normalizado que en un posgrado haya agresiones físicas, psicológicas, abuso de sustancias, trastornos depresivos”. ¡Imagínate la presión que están viviendo esos jóvenes! Y pa’ colmo, dicen que algunos tutores ven los malos tratos como algo necesario “para formar carácter”. ¡Pero bueno, eso qué onda! ¿Acaso la torta se forma gritándole a alguien?
Las denuncias siguen cayendo: burlas, chismes, faltas de respeto, llamarlos ‘sapos’ y vagos… Un ambiente de pura chota, mae. Un residente contó que “el trato agresivo no permite aprender”. Otro fue directo: “El 100% de mi renuncia se debió al mal trato de algunos tutores”. ¡Qué sal, hermano! Es para reflexionar seriamente qué estamos haciendo con nuestra futura generación de médicos.
Además, parece que la supervisión deja mucho que desear. De los encuestados, apenas el 33% dijo sentirse acompañado y recibir retroalimentación adecuada. Esto demuestra una falla grave en el sistema, porque si no hay quien te guíe, ¿cómo vas a mejorar?
Pero la lista de problemas no termina ahí. Los estudiantes también señalan que algunos médicos no tienen ganas de enseñar, que hay pocas horas académicas y que les ponen trabas para ir a congresos o hacer prácticas extracurriculares. ¡Atemorizados con represalias, diay! Y sumarle la sobrecarga de responsabilidades, dando consultas de especialista sin la supervisión necesaria. ¡Esto es un brete!
Pa' echarle salsa al asunto, la Auditoría descubrió que la Universidad de Costa Rica (UCR) monopoliza la docencia en estas especialidades, concentrando casi el 94.5% del total de profesores contratados. ¡Eso es una carga tremenda! Mientras que las universidades privadas, juntas, apenas suman el 5.5%. ¡Parece que todo el poder está en manos de unos pocos!
Bueno, pues acá llegamos al final de esta vaina. Con tanta denuncia y problema, me pregunto: ¿Cómo podemos garantizar que los futuros médicos de Costa Rica tengan una formación digna y respetuosa, lejos de cualquier tipo de abuso o maltrato? ¿Creen que debería haber sanciones más fuertes para los tutores que incurran en estas prácticas o enfocarnos en mejorar los mecanismos de supervisión?
Según el reporte, entre 2020 y 2024, ¡nada menos que 228 residentes se fueron del programa de especialidades! Eso es un quite considerable, mae. La Auditoría le hizo unas encuestas a 51 de estos rebeldes, y las historias que contaron son de pelos de punta. Desde cirugías privadas con el tiempo de la CCSS, hasta tutores desapareciendo durante las guardias, ¡parece película!
Y no nomás eso, diay. Uno de los entrevistados soltó que “no puede ser normalizado que en un posgrado haya agresiones físicas, psicológicas, abuso de sustancias, trastornos depresivos”. ¡Imagínate la presión que están viviendo esos jóvenes! Y pa’ colmo, dicen que algunos tutores ven los malos tratos como algo necesario “para formar carácter”. ¡Pero bueno, eso qué onda! ¿Acaso la torta se forma gritándole a alguien?
Las denuncias siguen cayendo: burlas, chismes, faltas de respeto, llamarlos ‘sapos’ y vagos… Un ambiente de pura chota, mae. Un residente contó que “el trato agresivo no permite aprender”. Otro fue directo: “El 100% de mi renuncia se debió al mal trato de algunos tutores”. ¡Qué sal, hermano! Es para reflexionar seriamente qué estamos haciendo con nuestra futura generación de médicos.
Además, parece que la supervisión deja mucho que desear. De los encuestados, apenas el 33% dijo sentirse acompañado y recibir retroalimentación adecuada. Esto demuestra una falla grave en el sistema, porque si no hay quien te guíe, ¿cómo vas a mejorar?
Pero la lista de problemas no termina ahí. Los estudiantes también señalan que algunos médicos no tienen ganas de enseñar, que hay pocas horas académicas y que les ponen trabas para ir a congresos o hacer prácticas extracurriculares. ¡Atemorizados con represalias, diay! Y sumarle la sobrecarga de responsabilidades, dando consultas de especialista sin la supervisión necesaria. ¡Esto es un brete!
Pa' echarle salsa al asunto, la Auditoría descubrió que la Universidad de Costa Rica (UCR) monopoliza la docencia en estas especialidades, concentrando casi el 94.5% del total de profesores contratados. ¡Eso es una carga tremenda! Mientras que las universidades privadas, juntas, apenas suman el 5.5%. ¡Parece que todo el poder está en manos de unos pocos!
Bueno, pues acá llegamos al final de esta vaina. Con tanta denuncia y problema, me pregunto: ¿Cómo podemos garantizar que los futuros médicos de Costa Rica tengan una formación digna y respetuosa, lejos de cualquier tipo de abuso o maltrato? ¿Creen que debería haber sanciones más fuertes para los tutores que incurran en estas prácticas o enfocarnos en mejorar los mecanismos de supervisión?