¡Ay, Dios mío! Resulta que la Presidenta de la CCSS, Mónica Taylor, anda festejando porque ampliaron los cupos para formar especialistas, ¡pero parece que nadie quiere ir a estudiar! Más plazas, sí, pero siguen quedando vacías, lo cual nos pone a todos los pacientes en una situación bien chicha.
Taylor, quien no se cansa de repetir que ahora hay más oportunidades gracias a que pasaron de 200 a 500 cupos para la formación de estos profesionales, no parece darle mucha importancia al informe de la Auditoría. Según dicen, aunque aumentaron la oferta, seguimos teniendo un problema serio: los cupos no se llenan y eso, mis amigos, afecta directamente nuestra salud y bienestar.
La Auditoría hizo cuentas claras: en 2023-2024, de 273 plazas abiertas, unas 66 se quedaron vacías; y en 2024-2025, de 250, solo se ocuparon 183. Eso significa que en dos años, ¡más de 130 cupos pa’ formarse como especialistas se fueron directos al traste! Y claro, esto no es un juego: menos especialistas significan más listas de espera, peor atención y hasta que los pocos que hay se agoten trabajando.
Y no es que estén regalando esos cupos, oe. Hay convenios con las universidades, pero aun así no consiguen llenar las plazas. Según el informe, la UCR, que tiene muchas, quedó con 56 cupos desiertos solo el año pasado. UCIMED tuvo que lidiar con 4, UNIBE se salvó milagrosamente con cero plazas desocupadas, y la UACA... bueno, la UACA dejó siete cupos varados. ¡Qué pena!
¿Pero a qué se debe esta situación, mae? Parece que hay varios factores en juego. Algunos aspirantes se van por el camino, otros renuncian, y algunos simplemente no cumplen con los requisitos. Además, la Auditoría dice que las universidades no siempre mandan suficientes estudiantes, y que quizás haya especialidades que no interesan tanto a los jóvenes médicos. Cirugía torácica, cardiología pediátrica, medicina crítica… ¡ufff!, parecen temas que no andan muy populares.
El doctor Jorge Jiménez, jefe de la Saacip de la CCSS, puso pa'lante que el problema podría estar en los exámenes, o en que algunas especialidades no se consideran tan rentables. También comentó que los calendarios académicos a veces dificultan las cosas. Vamos, que hay un embrollo de causas, y mientras tanto, el paciente promedio sigue esperando su turno. La diputada Carballo, con toda razón, señaló que las principales víctimas de esta situación somos nosotros, los costarricenses, que vivimos hartos de esperar en la CCSS. ¡Y ella no va pa’ bromear, eh!
El asunto es que, según cálculos del Auditor Interno, el país ya tiene un déficit de casi 440 especialistas. ¡Eso es una torta monumental! Y mientras tanto, la CCSS sigue abriendo plazas que luego se quedan vacías, como si fuera un círculo vicioso. ¿Será que necesitamos replantearnos cómo formamos a nuestros médicos especialistas? ¿Será que debemos incentivar a los jóvenes a elegir carreras menos populares, pero vitales para nuestro sistema de salud?
Con tantas plazas vacías y listas de espera interminables, me pregunto: ¿cree usted que el gobierno debería ofrecer becas o incentivos económicos para atraer más estudiantes a las especialidades médicas menos demandadas, o cree que la responsabilidad recae principalmente en las universidades para mejorar la captación y retención de talento en estas áreas cruciales para el futuro de la salud pública en Costa Rica?
Taylor, quien no se cansa de repetir que ahora hay más oportunidades gracias a que pasaron de 200 a 500 cupos para la formación de estos profesionales, no parece darle mucha importancia al informe de la Auditoría. Según dicen, aunque aumentaron la oferta, seguimos teniendo un problema serio: los cupos no se llenan y eso, mis amigos, afecta directamente nuestra salud y bienestar.
La Auditoría hizo cuentas claras: en 2023-2024, de 273 plazas abiertas, unas 66 se quedaron vacías; y en 2024-2025, de 250, solo se ocuparon 183. Eso significa que en dos años, ¡más de 130 cupos pa’ formarse como especialistas se fueron directos al traste! Y claro, esto no es un juego: menos especialistas significan más listas de espera, peor atención y hasta que los pocos que hay se agoten trabajando.
Y no es que estén regalando esos cupos, oe. Hay convenios con las universidades, pero aun así no consiguen llenar las plazas. Según el informe, la UCR, que tiene muchas, quedó con 56 cupos desiertos solo el año pasado. UCIMED tuvo que lidiar con 4, UNIBE se salvó milagrosamente con cero plazas desocupadas, y la UACA... bueno, la UACA dejó siete cupos varados. ¡Qué pena!
¿Pero a qué se debe esta situación, mae? Parece que hay varios factores en juego. Algunos aspirantes se van por el camino, otros renuncian, y algunos simplemente no cumplen con los requisitos. Además, la Auditoría dice que las universidades no siempre mandan suficientes estudiantes, y que quizás haya especialidades que no interesan tanto a los jóvenes médicos. Cirugía torácica, cardiología pediátrica, medicina crítica… ¡ufff!, parecen temas que no andan muy populares.
El doctor Jorge Jiménez, jefe de la Saacip de la CCSS, puso pa'lante que el problema podría estar en los exámenes, o en que algunas especialidades no se consideran tan rentables. También comentó que los calendarios académicos a veces dificultan las cosas. Vamos, que hay un embrollo de causas, y mientras tanto, el paciente promedio sigue esperando su turno. La diputada Carballo, con toda razón, señaló que las principales víctimas de esta situación somos nosotros, los costarricenses, que vivimos hartos de esperar en la CCSS. ¡Y ella no va pa’ bromear, eh!
El asunto es que, según cálculos del Auditor Interno, el país ya tiene un déficit de casi 440 especialistas. ¡Eso es una torta monumental! Y mientras tanto, la CCSS sigue abriendo plazas que luego se quedan vacías, como si fuera un círculo vicioso. ¿Será que necesitamos replantearnos cómo formamos a nuestros médicos especialistas? ¿Será que debemos incentivar a los jóvenes a elegir carreras menos populares, pero vitales para nuestro sistema de salud?
Con tantas plazas vacías y listas de espera interminables, me pregunto: ¿cree usted que el gobierno debería ofrecer becas o incentivos económicos para atraer más estudiantes a las especialidades médicas menos demandadas, o cree que la responsabilidad recae principalmente en las universidades para mejorar la captación y retención de talento en estas áreas cruciales para el futuro de la salud pública en Costa Rica?