¡Ay, Dios mío! Quién diría que una tragedia pudiera convertirse en un rayito de esperanza para tanta gente. Don José Alvarado, un señor trabajador como pocos, dejó este mundo de una manera bien inesperada, pero vaya que su partida sembró una semilla de vida en varios corazones. La historia de este pánfilo nos enseña que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz si estamos dispuestos a compartir.
Según contaron familiares, Don José sufrió un golpe en la cabeza hace unas semanas, algo que al principio no parecía grave. Pero luego, cositas así empezaron a complicarse: problemas de equilibrio, dificultad pa’ controlar sus esfínteres, hasta que llegó el momento en que ya casi no podía ni comer solito. Verlo así, perdiendo facultades poco a poco, fue duro pa’ toda la familia, especialmente pa’ su hija, Yerlin Alvarado, quien ahora lleva consigo la valentía de haber tomado una decisión trascendental.
“Fue rapidísimo, mae,” nos cuenta Yerlin con la voz entrecortada. “Lo llevaron de Limón al Hospital Calderón Guardia y ahí, pues, lo operaron. Pero de esa operación ya no despertó.” Ese diagnóstico, según relata, cayó como balde de agua fría. Fue entonces cuando la coordinadora de donación del hospital les propuso considerar la opción de donar sus órganos. Un momento difícil, sí o sí, pero cargado de potencial para salvar otras vidas.
Yerlin, policíaca de profesión, sabe muy bien de la fragilidad de la vida y la importancia de la solidaridad. Ella misma ha sido testigo de situaciones desgarradoras en las calles, de jóvenes perdidos, de familias desesperadas. Por eso, cuando pensó en su padre, en ese hombre que se levantaba a las cinco de la mañana pa' trabajar como guardián en la escuela, y que después seguía laburando sin descanso, comprendió que su legado podía extenderse aún más allá de su propia existencia.
“Mi papá era pura bondad, un luchador incansable. Después de la escuela, se ponía a limpiar casas, a hacer cualquier brete para asegurar que teníamos comida en la mesa. Se ganaba la vida con esfuerzo y honestidad. Entonces pensé, qué mejor manera de honrar su memoria que permitiendo que parte de él siga vivo en otras personas”, explica Yerlin, visiblemente emocionada. “Piénselo, mae: algo de mi papá sigue ayudando a alguien a respirar, a caminar, a ver… ¡Eso es increíble!”
Y es que la donación de órganos es un acto de amor inmenso, un gesto que trasciende la tristeza y el dolor. Como dice Yerlin, “¿Pa’ qué nos vamos a llevar los órganos a la tumba si podemos darle una segunda oportunidad a alguien?”. Según el Doctor José André Madrigal, coordinador del Programa Institucional de Donación y Trasplante de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), no hay límite de edad para donar, y lo fundamental es la salud general del posible donante y sus hábitos de vida. Ahora, con el nuevo Sistema de Información de Donación y Trasplantes (SIDT), se busca agilizar y mejorar la gestión de estos procesos cruciales.
El SIDT, dicen, va a estar alerta ante posibles donantes en urgencias y cuidados intensivos, además de ayudar a identificar personas fallecidas que podrían ser candidatas a la donación de tejidos. Así que ya saben, si alguna vez tienen la oportunidad de registrar su voluntad de ser donantes, ¡háganlo! Es un gesto sencillo que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para alguien más. No se ande con rodeos, ¡puede ser el regalo más grande que le puedas dar a alguien!
Este caso nos invita a reflexionar sobre la importancia de la planificación anticipada y la conversación familiar acerca de la donación de órganos. ¿Ustedes creen que deberían existir campañas educativas más enfocadas en desmitificar la donación de órganos y promover la inscripción voluntaria en el registro nacional? ¿Cuál es su opinión al respecto?
Según contaron familiares, Don José sufrió un golpe en la cabeza hace unas semanas, algo que al principio no parecía grave. Pero luego, cositas así empezaron a complicarse: problemas de equilibrio, dificultad pa’ controlar sus esfínteres, hasta que llegó el momento en que ya casi no podía ni comer solito. Verlo así, perdiendo facultades poco a poco, fue duro pa’ toda la familia, especialmente pa’ su hija, Yerlin Alvarado, quien ahora lleva consigo la valentía de haber tomado una decisión trascendental.
“Fue rapidísimo, mae,” nos cuenta Yerlin con la voz entrecortada. “Lo llevaron de Limón al Hospital Calderón Guardia y ahí, pues, lo operaron. Pero de esa operación ya no despertó.” Ese diagnóstico, según relata, cayó como balde de agua fría. Fue entonces cuando la coordinadora de donación del hospital les propuso considerar la opción de donar sus órganos. Un momento difícil, sí o sí, pero cargado de potencial para salvar otras vidas.
Yerlin, policíaca de profesión, sabe muy bien de la fragilidad de la vida y la importancia de la solidaridad. Ella misma ha sido testigo de situaciones desgarradoras en las calles, de jóvenes perdidos, de familias desesperadas. Por eso, cuando pensó en su padre, en ese hombre que se levantaba a las cinco de la mañana pa' trabajar como guardián en la escuela, y que después seguía laburando sin descanso, comprendió que su legado podía extenderse aún más allá de su propia existencia.
“Mi papá era pura bondad, un luchador incansable. Después de la escuela, se ponía a limpiar casas, a hacer cualquier brete para asegurar que teníamos comida en la mesa. Se ganaba la vida con esfuerzo y honestidad. Entonces pensé, qué mejor manera de honrar su memoria que permitiendo que parte de él siga vivo en otras personas”, explica Yerlin, visiblemente emocionada. “Piénselo, mae: algo de mi papá sigue ayudando a alguien a respirar, a caminar, a ver… ¡Eso es increíble!”
Y es que la donación de órganos es un acto de amor inmenso, un gesto que trasciende la tristeza y el dolor. Como dice Yerlin, “¿Pa’ qué nos vamos a llevar los órganos a la tumba si podemos darle una segunda oportunidad a alguien?”. Según el Doctor José André Madrigal, coordinador del Programa Institucional de Donación y Trasplante de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), no hay límite de edad para donar, y lo fundamental es la salud general del posible donante y sus hábitos de vida. Ahora, con el nuevo Sistema de Información de Donación y Trasplantes (SIDT), se busca agilizar y mejorar la gestión de estos procesos cruciales.
El SIDT, dicen, va a estar alerta ante posibles donantes en urgencias y cuidados intensivos, además de ayudar a identificar personas fallecidas que podrían ser candidatas a la donación de tejidos. Así que ya saben, si alguna vez tienen la oportunidad de registrar su voluntad de ser donantes, ¡háganlo! Es un gesto sencillo que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para alguien más. No se ande con rodeos, ¡puede ser el regalo más grande que le puedas dar a alguien!
Este caso nos invita a reflexionar sobre la importancia de la planificación anticipada y la conversación familiar acerca de la donación de órganos. ¿Ustedes creen que deberían existir campañas educativas más enfocadas en desmitificar la donación de órganos y promover la inscripción voluntaria en el registro nacional? ¿Cuál es su opinión al respecto?