La diferencia entre hoy y hace un par de siglos, es simplemente que antes, el ser humano dependía más de su intelecto (su mente en el sentido estricto) para sobrevivir.
Por ejemplo da gusto escuchar a un líder político de a principios-mediados del siglo 20 dar un discurso y aún más, saber que los que recibían el discurso, entendían de lo que se hablaba. Ese político no lo hacía simplemente por sonar inteligente, es que necesita ser inteligente para lograr su objetivo, aún así fuese el peor dictador. Si no le hacen al inglés, pónganse a escuchar algo de Franco, era brutal.
En cambio ahora, aunque parezca un dicotomía, entre la emoción y la razón, dependemos totalmente de la tecnología y la ciencia. Por eso la gran masa ya no necesita de la mente para sobrevivir y es justo ahí en donde empieza el punto de inflexión, junto con el deseo de abdicar de la mente y entregarse por completo a la emoción. Casi parece que la razón humana, es como un parásito dentro de nosotros, que merece ser extirpado de nuestro ser.
Ese ha sido el gran triunfo del positivismo lógico.