¡Ay, mi Dios! Parece que el tercer trimestre no le ha caído muy bien al bolsillo del país. El Instituto Nacional de Estadística y Censos soltó la bomba ayer: cerramos con un déficit comercial de ¡casi doscientos millones de dólares! Eso sí que da qué pensar, chunches.
Para ponerle pausa a la cosa, recuerden que julio y agosto nos andaban dando esperanzas con unos pequeños superávits – treinta y dos millones en julio y doce en agosto. Nos hacían creer que íbamos por buen camino, que tal vez habíamos aprendido la lección y estábamos manejando las finanzas como buenos guanacos. Pero parece que septiembre llegó como un baldón de agua fría, porque las importaciones se dispararon y tiraron toda la balanza hacia el rojo.
¿Y qué es lo que tanto estamos comprando, diay? Pues, los circuitos integrados híbridos lideran la lista con doscientos un millón de dólares, seguidos de lejos por combustibles y derivados, que nos costaron trescientos veinticuatro millones. También traemos contenedores, medicamentos... ¡Una lista larga de cositas que no nos dan mucho alivio! Imagínense, mae, gastándonos esa lana en cosas que podríamos estar produciendo nosotros mismos. Más trabajo para los nuestros, ¿verdad?
Si revisamos quiénes son nuestros principales proveedores, ahí sale Estados Unidos encabezando la lista con casi cuatro mil millones de dólares, representando cerca del cuarenta por ciento del total. Luego le siguen China, México, Japón y Alemania. Lo que demuestra que dependemos bastante de otros países para mantenernos a flote, y eso siempre es un brete, porque si ellos tienen problemas, nosotros también.
Pero ojo, que no todo es causa perdida. Las exportaciones tampoco se quedaron atrás. Principalmente gracias a los dispositivos médicos, que nos dieron una mano importante. Jeringas, agujas, catéteres y cánulas encabezan la lista de exportaciones con más de mil doscientos treinta millones de dólares; luego entran los instrumentos y aparatos médicos, circuitos integrados, prótesis… y hasta piña fresca, ¡eso sí que es pura vida! Porque al final, todos queremos nuestro dulce sabor tropical.
Ahora, viene lo interesante: EE. UU. sigue siendo nuestro principal comprador, absorbiendo casi la mitad de lo que vendemos. Pero esto sucede en medio de un panorama complicado, donde desde agosto tenemos un arancel recíproco del quince por ciento impuesto por los gringos. Aunque hubo un pequeño respiro con una orden ejecutiva en noviembre, todavía hay restricciones que nos dificultan el juego, y eso a nadie le gusta tener trabas en el camino.
Respecto a cómo movemos esas mercaderías, el Aeropuerto Juan Santamaría sigue siendo la principal puerta de entrada y salida, tanto para lo que importa como para lo que exportamos. Y en cuanto al transporte, el marítimo manda con las importaciones, mientras que el aéreo domina las exportaciones. Una mezcla de rutas y modos de envío que refleja la complejidad del comercio internacional, má’.
Bueno, pues con todo esto, queda claro que la economía tica está pasando por un momento turbulento, aunque no desesperante. Tenemos fortalezas, sí, pero también debilidades que debemos corregir. ¿Será suficiente con aguantar el paso y esperar a que cambien las tornas, o necesitamos tomar medidas más drásticas para impulsar nuestras exportaciones y reducir nuestra dependencia de las importaciones? ¿Ustedes creen que el gobierno debería enfocarse en fomentar más la producción nacional, o simplemente aceptar que somos un país abierto al comercio global y adaptarnos a las condiciones del mercado? ¡Den sus opiniones en el foro, quiero saber qué piensa la gente!
Para ponerle pausa a la cosa, recuerden que julio y agosto nos andaban dando esperanzas con unos pequeños superávits – treinta y dos millones en julio y doce en agosto. Nos hacían creer que íbamos por buen camino, que tal vez habíamos aprendido la lección y estábamos manejando las finanzas como buenos guanacos. Pero parece que septiembre llegó como un baldón de agua fría, porque las importaciones se dispararon y tiraron toda la balanza hacia el rojo.
¿Y qué es lo que tanto estamos comprando, diay? Pues, los circuitos integrados híbridos lideran la lista con doscientos un millón de dólares, seguidos de lejos por combustibles y derivados, que nos costaron trescientos veinticuatro millones. También traemos contenedores, medicamentos... ¡Una lista larga de cositas que no nos dan mucho alivio! Imagínense, mae, gastándonos esa lana en cosas que podríamos estar produciendo nosotros mismos. Más trabajo para los nuestros, ¿verdad?
Si revisamos quiénes son nuestros principales proveedores, ahí sale Estados Unidos encabezando la lista con casi cuatro mil millones de dólares, representando cerca del cuarenta por ciento del total. Luego le siguen China, México, Japón y Alemania. Lo que demuestra que dependemos bastante de otros países para mantenernos a flote, y eso siempre es un brete, porque si ellos tienen problemas, nosotros también.
Pero ojo, que no todo es causa perdida. Las exportaciones tampoco se quedaron atrás. Principalmente gracias a los dispositivos médicos, que nos dieron una mano importante. Jeringas, agujas, catéteres y cánulas encabezan la lista de exportaciones con más de mil doscientos treinta millones de dólares; luego entran los instrumentos y aparatos médicos, circuitos integrados, prótesis… y hasta piña fresca, ¡eso sí que es pura vida! Porque al final, todos queremos nuestro dulce sabor tropical.
Ahora, viene lo interesante: EE. UU. sigue siendo nuestro principal comprador, absorbiendo casi la mitad de lo que vendemos. Pero esto sucede en medio de un panorama complicado, donde desde agosto tenemos un arancel recíproco del quince por ciento impuesto por los gringos. Aunque hubo un pequeño respiro con una orden ejecutiva en noviembre, todavía hay restricciones que nos dificultan el juego, y eso a nadie le gusta tener trabas en el camino.
Respecto a cómo movemos esas mercaderías, el Aeropuerto Juan Santamaría sigue siendo la principal puerta de entrada y salida, tanto para lo que importa como para lo que exportamos. Y en cuanto al transporte, el marítimo manda con las importaciones, mientras que el aéreo domina las exportaciones. Una mezcla de rutas y modos de envío que refleja la complejidad del comercio internacional, má’.
Bueno, pues con todo esto, queda claro que la economía tica está pasando por un momento turbulento, aunque no desesperante. Tenemos fortalezas, sí, pero también debilidades que debemos corregir. ¿Será suficiente con aguantar el paso y esperar a que cambien las tornas, o necesitamos tomar medidas más drásticas para impulsar nuestras exportaciones y reducir nuestra dependencia de las importaciones? ¿Ustedes creen que el gobierno debería enfocarse en fomentar más la producción nacional, o simplemente aceptar que somos un país abierto al comercio global y adaptarnos a las condiciones del mercado? ¡Den sus opiniones en el foro, quiero saber qué piensa la gente!