¡Ay, mi gente! ¿Cuántos acá andamos peleando con el cigarrillo? Pues díganle a Mayo Clinic que saben muy bien cómo nos duele dejar ese mal hábito. Resulta que lanzaron unos consejos pa’ enfrentar los antojos, y ¡qué vaina! Nos dan la posta, porque sabemos que la cosa no es fácil, ni un poco.
Todos los años vemos como miles de nacionales juran y perjurio dejar el pitillo, pero la mayoría se rinde antes de cumplir dos semanas. Y no es pa’ echarles la bronca, porque la nicotina es un animalito pegajoso que agarra del cerebro, y encima tenemos nuestros rituales, ¿quién no se fuma uno después del café o pa' bajar el estrés? Unos se lo prenden como si fuera un respiro obligado en medio del brete del trabajo, otros lo usan como consuelo cuando la vida les da un coscón.
Lo que explica Mayo Clinic es que hay que entender que la cosa es compleja, una mezcla de química pura y costumbres grabadas a fuego. Ahí es donde entra el plan: reconocer esas ‘horas’ que nos disparan el antojo – después de la comida, mientras manejamos, con amigos – eso ya es mitad ganado. Porque así podemos estar preparados y evitar que nos vayamos al traste buscando un cigarrillo.
Y hablando de preparativos, la clínica sugiere probar con terapias de reemplazo de nicotina, como parches o chicles, siempre bajo control médico, ¿eh? No vaya a ser que nos hagamos dependientes de otra cosa. Lo importante es ir bajando poquito a poco la necesidad, sin sufrir demasiado. Piensen que es como quitarle el dulce a los niños, ¡pero con más disciplina!
Luego, nos recomiendan algo que parece obvio, pero que muchos olvidamos: distraernos. Gomas de mascar sin azúcar, pelar una zanahoria, lo que sea pa' ocupar las manos y la boca. ¡Pero ojo!, que decirnos “solo un piti” es como jugar con fuego. Hasta el pedacito más pequeño te puede regresar a la carga completa, ¡y nadie quiere eso!
Además, ¡mover el cuerpo! Caminar, bailar, hasta limpiar la casa sirve. El ejercicio libera endorfinas, esas hormonas que nos ponen contentos y nos alejan del cigarrillo. Y si combinamos eso con técnicas de relajación, como respirar profundo o escuchar música tranquila, ¡mejor todavía! En Costa Rica, donde todos andamos corriendo como ratones de cementerio, tomarse cinco minutos pa’ calmarse es oro puro.
No estén solos en esto, mi gente. Busquen apoyo, hablen con amigos, familiares, o si se sienten más cómodos, vayan a ver a un profesional. Aquí en el país, la Caja y los EBAIS tienen programas pa’ ayudar a dejar de fumar, ¡aprovechenlos! Y recuerden, si se van al traste un día, ¡no pasa nada! Levántense y vuelvan a intentarlo. Al final, la persistencia es la que manda.
Dejar de fumar es como subir una montaña: cuesta, cansa, pero la vista desde arriba vale la pena. Y créanme, respirar aire fresco sin sentir que te ahogas es una sensación inigualable. Ahora dime, ¿cuál ha sido tu mayor reto al intentar dejar de fumar y qué estrategia te funcionó mejor?
Todos los años vemos como miles de nacionales juran y perjurio dejar el pitillo, pero la mayoría se rinde antes de cumplir dos semanas. Y no es pa’ echarles la bronca, porque la nicotina es un animalito pegajoso que agarra del cerebro, y encima tenemos nuestros rituales, ¿quién no se fuma uno después del café o pa' bajar el estrés? Unos se lo prenden como si fuera un respiro obligado en medio del brete del trabajo, otros lo usan como consuelo cuando la vida les da un coscón.
Lo que explica Mayo Clinic es que hay que entender que la cosa es compleja, una mezcla de química pura y costumbres grabadas a fuego. Ahí es donde entra el plan: reconocer esas ‘horas’ que nos disparan el antojo – después de la comida, mientras manejamos, con amigos – eso ya es mitad ganado. Porque así podemos estar preparados y evitar que nos vayamos al traste buscando un cigarrillo.
Y hablando de preparativos, la clínica sugiere probar con terapias de reemplazo de nicotina, como parches o chicles, siempre bajo control médico, ¿eh? No vaya a ser que nos hagamos dependientes de otra cosa. Lo importante es ir bajando poquito a poco la necesidad, sin sufrir demasiado. Piensen que es como quitarle el dulce a los niños, ¡pero con más disciplina!
Luego, nos recomiendan algo que parece obvio, pero que muchos olvidamos: distraernos. Gomas de mascar sin azúcar, pelar una zanahoria, lo que sea pa' ocupar las manos y la boca. ¡Pero ojo!, que decirnos “solo un piti” es como jugar con fuego. Hasta el pedacito más pequeño te puede regresar a la carga completa, ¡y nadie quiere eso!
Además, ¡mover el cuerpo! Caminar, bailar, hasta limpiar la casa sirve. El ejercicio libera endorfinas, esas hormonas que nos ponen contentos y nos alejan del cigarrillo. Y si combinamos eso con técnicas de relajación, como respirar profundo o escuchar música tranquila, ¡mejor todavía! En Costa Rica, donde todos andamos corriendo como ratones de cementerio, tomarse cinco minutos pa’ calmarse es oro puro.
No estén solos en esto, mi gente. Busquen apoyo, hablen con amigos, familiares, o si se sienten más cómodos, vayan a ver a un profesional. Aquí en el país, la Caja y los EBAIS tienen programas pa’ ayudar a dejar de fumar, ¡aprovechenlos! Y recuerden, si se van al traste un día, ¡no pasa nada! Levántense y vuelvan a intentarlo. Al final, la persistencia es la que manda.
Dejar de fumar es como subir una montaña: cuesta, cansa, pero la vista desde arriba vale la pena. Y créanme, respirar aire fresco sin sentir que te ahogas es una sensación inigualable. Ahora dime, ¿cuál ha sido tu mayor reto al intentar dejar de fumar y qué estrategia te funcionó mejor?