¡Ay, chamaco! La polémica explotó como un volcán cerrenegue este lunes con la publicación de un video en TikTok donde una mujer, identificada como Alicia Castillo, asegura ser la denunciante del diputado y aspirante a la presidencia, Fabricio Alvarado. Esta vaina se puso más caliente que gallina pochada y pinta para dar mucho de qué hablar en las próximas semanas, créeme.
La jugosa información, dada a conocer por ameliarueda.com, revela que la señora relata haber sufrido supuestos abusos sexuales por parte de Alvarado cuando ella tenía apenas 13 años y él 32. Según el expediente judicial (24-000108-0033-PE), estos hechos ocurrieron en el 2006, en la vivienda de la afectada. Pura sal, digo yo, que salga todo esto justo ahora, cuando el man ya estaba tomando impulso en las encuestas.
En el video, la licenciada Castillo –ya mayor de edad– explica que guardó silencio durante 19 largos años, pero decidió levantar la voz movida por los mensajes de apoyo que recibió tras insinuaciones hechas el fin de semana pasado. “Me guardé esta historia por 19 años y este año decidí alzar la voz. Debo reconocer que nunca en mi vida había experimentado tanto temor como en los últimos meses...”, expresó con la voz quebrada, mostrando una valentía admirable. ¡Qué carga tener que cargar con semejante secreto!
Castillo confesó sentirse motivada a dar la cara gracias al testimonio de otra mujer que también denunció a Alvarado por presuntos abusos sexuales en diciembre de 2024. Este detalle apunta a que podría haber más afectadas dispuestas a salir a la luz, lo que complicaría aún más la situación del legislador. Esto definitivamente le pega un buen frenazo a su campaña, porque, dígame usted, quién votaría por alguien así?
El relato de la denunciante es escalofriante. Describe cómo conoció a Alvarado a través de una pastora quien, impresionada por su talento vocal, lo invitó a cantar en su iglesia. Con el tiempo, Alvarado se convirtió en un miembro más de la familia, compartiendo comidas familiares dominicales con la pastora, su esposo y sus seis hijos, incluyendo a la futura víctima. Dice que un día, mientras hablaba con los padres de la chica en la cocina, recibió un mensaje de texto de Alvarado diciéndole que iba al baño, y en cuestión de segundos, la agarró por sorpresa en el comedor.
Según la declaración de la afectada ante la Fiscalía, Alvarado la abrazó por detrás, introduciendo sus manos alrededor de su cuello. Ella describe sentirlo inclinándose sobre ella y experimentar un beso “violento, como invasivo”. Recuerda la textura de su barba contra sus mejillas, la sensación de su boca abriéndose sobre la suya y la presencia de su lengua en su boca. Alega que nunca hubo consentimiento previo, ni siquiera un simple gesto. ¡Qué barbaridad, wey! Demasiado horrible para asimilar.
Por supuesto, Fabricio Alvarado no tardó en reaccionar a estas acusaciones, calificándolas de “campaña sucia” orquestada para perjudicar su aspiración presidencial. Aseguró que no hay pruebas que respalden la denuncia, aunque admitió que existen “declaraciones temerarias”. Con su habitual labia, intentó minimizar la gravedad de la situación, argumentando que ya ha superado campañas similares en el pasado. “Cada vez que estamos en los primeros lugares de las encuestas, salen los mismos de siempre con campaña sucia,” exclamó con un aire de autosuficiencia. Un poco tarde, bro', diría yo.
Este escándalo llega en un momento crucial para la política nacional, con las elecciones de 2026 a la vuelta de la esquina. Las implicaciones podrían ser devastadoras para el futuro político de Alvarado y, quizás, incluso afectar la imagen de Nueva República. Pero, volviendo a la raíz del problema, ¿cree usted que las figuras públicas deberían enfrentarse a consecuencias más severas cuando se les acusa de delitos de este tipo, o la presunción de inocencia debería prevalecer por encima de todo, incluso cuando surgen testimonios tan contundentes?
La jugosa información, dada a conocer por ameliarueda.com, revela que la señora relata haber sufrido supuestos abusos sexuales por parte de Alvarado cuando ella tenía apenas 13 años y él 32. Según el expediente judicial (24-000108-0033-PE), estos hechos ocurrieron en el 2006, en la vivienda de la afectada. Pura sal, digo yo, que salga todo esto justo ahora, cuando el man ya estaba tomando impulso en las encuestas.
En el video, la licenciada Castillo –ya mayor de edad– explica que guardó silencio durante 19 largos años, pero decidió levantar la voz movida por los mensajes de apoyo que recibió tras insinuaciones hechas el fin de semana pasado. “Me guardé esta historia por 19 años y este año decidí alzar la voz. Debo reconocer que nunca en mi vida había experimentado tanto temor como en los últimos meses...”, expresó con la voz quebrada, mostrando una valentía admirable. ¡Qué carga tener que cargar con semejante secreto!
Castillo confesó sentirse motivada a dar la cara gracias al testimonio de otra mujer que también denunció a Alvarado por presuntos abusos sexuales en diciembre de 2024. Este detalle apunta a que podría haber más afectadas dispuestas a salir a la luz, lo que complicaría aún más la situación del legislador. Esto definitivamente le pega un buen frenazo a su campaña, porque, dígame usted, quién votaría por alguien así?
El relato de la denunciante es escalofriante. Describe cómo conoció a Alvarado a través de una pastora quien, impresionada por su talento vocal, lo invitó a cantar en su iglesia. Con el tiempo, Alvarado se convirtió en un miembro más de la familia, compartiendo comidas familiares dominicales con la pastora, su esposo y sus seis hijos, incluyendo a la futura víctima. Dice que un día, mientras hablaba con los padres de la chica en la cocina, recibió un mensaje de texto de Alvarado diciéndole que iba al baño, y en cuestión de segundos, la agarró por sorpresa en el comedor.
Según la declaración de la afectada ante la Fiscalía, Alvarado la abrazó por detrás, introduciendo sus manos alrededor de su cuello. Ella describe sentirlo inclinándose sobre ella y experimentar un beso “violento, como invasivo”. Recuerda la textura de su barba contra sus mejillas, la sensación de su boca abriéndose sobre la suya y la presencia de su lengua en su boca. Alega que nunca hubo consentimiento previo, ni siquiera un simple gesto. ¡Qué barbaridad, wey! Demasiado horrible para asimilar.
Por supuesto, Fabricio Alvarado no tardó en reaccionar a estas acusaciones, calificándolas de “campaña sucia” orquestada para perjudicar su aspiración presidencial. Aseguró que no hay pruebas que respalden la denuncia, aunque admitió que existen “declaraciones temerarias”. Con su habitual labia, intentó minimizar la gravedad de la situación, argumentando que ya ha superado campañas similares en el pasado. “Cada vez que estamos en los primeros lugares de las encuestas, salen los mismos de siempre con campaña sucia,” exclamó con un aire de autosuficiencia. Un poco tarde, bro', diría yo.
Este escándalo llega en un momento crucial para la política nacional, con las elecciones de 2026 a la vuelta de la esquina. Las implicaciones podrían ser devastadoras para el futuro político de Alvarado y, quizás, incluso afectar la imagen de Nueva República. Pero, volviendo a la raíz del problema, ¿cree usted que las figuras públicas deberían enfrentarse a consecuencias más severas cuando se les acusa de delitos de este tipo, o la presunción de inocencia debería prevalecer por encima de todo, incluso cuando surgen testimonios tan contundentes?
