¡Qué bronca, pura bronca! La búsqueda por Ligia Faerron, la señora de 53 años que desapareció hace casi un mes en Ciudad Quesada, sigue dando vueltas y vueltas sin encontrarle solución. La cosa se puso aún más turbia cuando descubrieron dónde andaba su carro, un Chevrolet Spark azul que era su medio de transporte. No precisamente donde uno esperaría, sino convertido en comida para perros... digo, piezas de repuesto.
Como saben, Ligia salió de Ciudad Quesada el 26 de septiembre y desde ahí se le perdió la pista. Sus familiares, desesperados, empezaron una campaña en redes sociales pidiendo ayuda para encontrarla. Se movieron como canarios, pegando carteles, compartiendo la información, haciendo de todo para que alguien recordara haberla visto. Al principio, todo parecía tranquilo, pero luego la alerta roja encendió todas las alarmas.
Y entonces, bam, aparece la bomba: alguien ofreció el carro de Ligia en Facebook Marketplace para venderlo por partes. ¡Imagínate el susto que se llevaron sus familiares! Parece sacado de película, ¿verdad? Resulta que el vehículo había terminado en un taller en La Palmera de San Carlos, totalmente destrozado y ya listo para ser desarmado y vendido como repuestos. Un verdadero chunche, eso sí, pa’ darle trabajo al mecánico… aunque no muy ético, díganlo ustedes.
Las autoridades judiciales, desde el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), reaccionaron rápido y tomaron control del caso. Ahora están haciendo análisis forenses exhaustivos del vehículo, buscando cualquier tipo de evidencia que pueda ayudar a esclarecer qué pasó con Ligia. Dicen que hasta el polvo están revisando, pa’ no dejar ninguna vara sin investigar. Se trata de ver si hay ADN, huellas, cabellos, cualquier cosita que les dé una pista de quién pudo estar involucrado en este panorama bien oscuro.
Lo que más preocupa es la tardanza en reportar la desaparición. Aunque Ligia fue vista por última vez hace casi un mes, la denuncia formal ante el OIJ no se hizo hasta el 1 de octubre. ¡Una eternidad! Eso dificulta mucho la investigación, porque tiempo perdido es evidencia perdida. Uno se pregunta, ¿qué pasó en esos cinco días? ¿Alguien sabía algo y no dijo nada?
La distancia entre donde se vio a Ligia por última vez y donde apareció el carro tampoco ayuda a aclarar las cosas. Más de 20 kilómetros separan Ciudad Quesada de La Palmera, y eso sugiere que alguien movió el vehículo intencionalmente. No es cualquier casualidad, vamos. Esto apesta a algo más grande, y el OIJ tiene que trabajar doble turno para desenmascarar a los responsables. Que no se duerman en los laureles, mae!
Ahora, los familiares piden a la ciudadanía que esté atenta y reporte cualquier información que pueda ser útil. Están ofreciendo una recompensa a quien dé datos que lleven al hallazgo de Ligia con vida. “Cualquier detalle cuenta”, dicen. Esperemos que la solidaridad tica se active y alguien recuerde algo que pueda ayudar a resolver este misterio. ¡Qué salga todo bien, porfa!
Este caso nos deja pensando: ¿Cómo es posible que un carro desaparezca y termine siendo ofrecido a la venta de repuestos sin que nadie lo note? ¿Realmente estamos tan distraídos que permitimos que estas cosas pasen a nuestro alrededor? ¿Creen que las autoridades deberían endurecer las medidas de seguridad para prevenir este tipo de delitos o creen que la colaboración ciudadana es la clave para encontrar a Ligia y llevar a los culpables ante la justicia? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto.
Como saben, Ligia salió de Ciudad Quesada el 26 de septiembre y desde ahí se le perdió la pista. Sus familiares, desesperados, empezaron una campaña en redes sociales pidiendo ayuda para encontrarla. Se movieron como canarios, pegando carteles, compartiendo la información, haciendo de todo para que alguien recordara haberla visto. Al principio, todo parecía tranquilo, pero luego la alerta roja encendió todas las alarmas.
Y entonces, bam, aparece la bomba: alguien ofreció el carro de Ligia en Facebook Marketplace para venderlo por partes. ¡Imagínate el susto que se llevaron sus familiares! Parece sacado de película, ¿verdad? Resulta que el vehículo había terminado en un taller en La Palmera de San Carlos, totalmente destrozado y ya listo para ser desarmado y vendido como repuestos. Un verdadero chunche, eso sí, pa’ darle trabajo al mecánico… aunque no muy ético, díganlo ustedes.
Las autoridades judiciales, desde el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), reaccionaron rápido y tomaron control del caso. Ahora están haciendo análisis forenses exhaustivos del vehículo, buscando cualquier tipo de evidencia que pueda ayudar a esclarecer qué pasó con Ligia. Dicen que hasta el polvo están revisando, pa’ no dejar ninguna vara sin investigar. Se trata de ver si hay ADN, huellas, cabellos, cualquier cosita que les dé una pista de quién pudo estar involucrado en este panorama bien oscuro.
Lo que más preocupa es la tardanza en reportar la desaparición. Aunque Ligia fue vista por última vez hace casi un mes, la denuncia formal ante el OIJ no se hizo hasta el 1 de octubre. ¡Una eternidad! Eso dificulta mucho la investigación, porque tiempo perdido es evidencia perdida. Uno se pregunta, ¿qué pasó en esos cinco días? ¿Alguien sabía algo y no dijo nada?
La distancia entre donde se vio a Ligia por última vez y donde apareció el carro tampoco ayuda a aclarar las cosas. Más de 20 kilómetros separan Ciudad Quesada de La Palmera, y eso sugiere que alguien movió el vehículo intencionalmente. No es cualquier casualidad, vamos. Esto apesta a algo más grande, y el OIJ tiene que trabajar doble turno para desenmascarar a los responsables. Que no se duerman en los laureles, mae!
Ahora, los familiares piden a la ciudadanía que esté atenta y reporte cualquier información que pueda ser útil. Están ofreciendo una recompensa a quien dé datos que lleven al hallazgo de Ligia con vida. “Cualquier detalle cuenta”, dicen. Esperemos que la solidaridad tica se active y alguien recuerde algo que pueda ayudar a resolver este misterio. ¡Qué salga todo bien, porfa!
Este caso nos deja pensando: ¿Cómo es posible que un carro desaparezca y termine siendo ofrecido a la venta de repuestos sin que nadie lo note? ¿Realmente estamos tan distraídos que permitimos que estas cosas pasen a nuestro alrededor? ¿Creen que las autoridades deberían endurecer las medidas de seguridad para prevenir este tipo de delitos o creen que la colaboración ciudadana es la clave para encontrar a Ligia y llevar a los culpables ante la justicia? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto.