¡Ay, Dios mío! Qué bolete se tragó la tierra este caso de Leandro, el nene de cinco añitos que todos nos echamos las manos a la cabeza cuando se enteramos de lo que pasó en Purral. Después de siete días buscando incansablemente, la Cruz Roja tuvo que anunciar lo que nadie quería escuchar: suspendían las búsquedas. Un mazazo para la familia, para el barrio entero, y pa’ todos nosotros que esperábamos un final feliz.
Como ya saben, todo empezó el viernes pasado cuando Leandro iba camino a casa con su mamá después de salir de la guardería. De repente, unas aguas crecidas lo arrastraron y cayó dentro de una alcantarilla que, ¡imagínense!, ni siquiera tenía rejilla. Una irresponsabilidad tremenda, díganlo ustedes. Desde ahí se armó un relajo, movilizando a medio país para encontrarlo. La verdad, me da qué pensar cómo pueden existir estos huecos en la seguridad, poniendo en peligro a nuestros niños así.
Durante toda la semana, la Cruz Roja le puso huevo, metiéndole full a la búsqueda. Más de 190 voluntarios trabajaron sin parar, acumulando más de 70 horas de esfuerzo. Drones volando por los cielos, rescatistas chapoteándose en lodo, ambulancias listas para lo peor... ¡Se fajaron como pocos! Incluso llegaron hasta el río Tárcoles, en la costa Pacífica, revisando quebradas y ríos, con la esperanza de encontrar alguna pista. Pero, bueno, como dice el dicho, ‘cuando la muerte llega, no hay quien la aguante’.”
Y es que la magnitud del operativo era impresionante. Se usaron vehículos especiales, equipos de comunicación de punta, y un despliegue logístico que daba gusto ver. Pero a pesar de todo este empeño, el río se llevó al pobre chico. No sé yo si al final esto va a terminar siendo otra vara más para que las autoridades se pongan las pilas con el mantenimiento de las infraestructuras públicas. Uno piensa que mantener una alcantarilla con rejilla debería ser lo más básico, ¿no?
Ricardo Arias, el vocero de la Cruz Roja, lo dijo claro: “Lamentablemente, no obtuvimos resultados positivos”. Una frase que corta como cuchillo. Imaginen el golpe que le dieron a los padres de Leandro. La Cruz Roja, obviamente, estuvo ahí para brindarles todo el apoyo psicológico y emocional que pudieron. Y aunque la búsqueda se ha suspendido, Arias asegura que estarán atentos a cualquier nueva información que surja, listos para actuar de inmediato. Eso sí es compromiso, mi gente.
Ahora, claro, viene la etapa más difícil: la de aceptar lo inevitable. Y es que la tristeza embarga a todo el vecindario de Goicoechea. Todos conocíamos a Leandro, era un nene alegre y travieso que siempre andaba jugando en la calle. Su partida deja un vacío enorme en sus corazones. Además, este caso reaviva la preocupación por la seguridad de los niños en nuestra comunidad. Tenemos que exigir a las autoridades que tomen cartas en el asunto y que eviten que tragedias como esta se repitan. ¡No queremos más lágrimas!
Este brete nos recuerda, una vez más, la importancia de estar vigilantes y de denunciar cualquier anomalía que pueda poner en riesgo a nuestros seres queridos. Las alcantarillas sin rejilla, las calles mal iluminadas, los parques descuidados… Todo eso son potenciales peligros que debemos identificar y reportar. Porque al final, la seguridad de nuestros niños es responsabilidad de todos. ¿Será suficiente con las disculpas y promesas de mejora, o realmente veremos cambios significativos en la infraestructura y gestión de riesgos en nuestras comunidades?
Ahora, pensando en todo este panorama, me pregunto: ¿Ustedes creen que la respuesta a este tipo de tragedias pasa por una mayor inversión en mantenimiento preventivo de la infraestructura pública, o debería haber otras medidas –como controles más estrictos a las constructoras– para evitar estas situaciones tan desgarradoras? Déjennos sus opiniones en el foro, quiero leerlos.
Como ya saben, todo empezó el viernes pasado cuando Leandro iba camino a casa con su mamá después de salir de la guardería. De repente, unas aguas crecidas lo arrastraron y cayó dentro de una alcantarilla que, ¡imagínense!, ni siquiera tenía rejilla. Una irresponsabilidad tremenda, díganlo ustedes. Desde ahí se armó un relajo, movilizando a medio país para encontrarlo. La verdad, me da qué pensar cómo pueden existir estos huecos en la seguridad, poniendo en peligro a nuestros niños así.
Durante toda la semana, la Cruz Roja le puso huevo, metiéndole full a la búsqueda. Más de 190 voluntarios trabajaron sin parar, acumulando más de 70 horas de esfuerzo. Drones volando por los cielos, rescatistas chapoteándose en lodo, ambulancias listas para lo peor... ¡Se fajaron como pocos! Incluso llegaron hasta el río Tárcoles, en la costa Pacífica, revisando quebradas y ríos, con la esperanza de encontrar alguna pista. Pero, bueno, como dice el dicho, ‘cuando la muerte llega, no hay quien la aguante’.”
Y es que la magnitud del operativo era impresionante. Se usaron vehículos especiales, equipos de comunicación de punta, y un despliegue logístico que daba gusto ver. Pero a pesar de todo este empeño, el río se llevó al pobre chico. No sé yo si al final esto va a terminar siendo otra vara más para que las autoridades se pongan las pilas con el mantenimiento de las infraestructuras públicas. Uno piensa que mantener una alcantarilla con rejilla debería ser lo más básico, ¿no?
Ricardo Arias, el vocero de la Cruz Roja, lo dijo claro: “Lamentablemente, no obtuvimos resultados positivos”. Una frase que corta como cuchillo. Imaginen el golpe que le dieron a los padres de Leandro. La Cruz Roja, obviamente, estuvo ahí para brindarles todo el apoyo psicológico y emocional que pudieron. Y aunque la búsqueda se ha suspendido, Arias asegura que estarán atentos a cualquier nueva información que surja, listos para actuar de inmediato. Eso sí es compromiso, mi gente.
Ahora, claro, viene la etapa más difícil: la de aceptar lo inevitable. Y es que la tristeza embarga a todo el vecindario de Goicoechea. Todos conocíamos a Leandro, era un nene alegre y travieso que siempre andaba jugando en la calle. Su partida deja un vacío enorme en sus corazones. Además, este caso reaviva la preocupación por la seguridad de los niños en nuestra comunidad. Tenemos que exigir a las autoridades que tomen cartas en el asunto y que eviten que tragedias como esta se repitan. ¡No queremos más lágrimas!
Este brete nos recuerda, una vez más, la importancia de estar vigilantes y de denunciar cualquier anomalía que pueda poner en riesgo a nuestros seres queridos. Las alcantarillas sin rejilla, las calles mal iluminadas, los parques descuidados… Todo eso son potenciales peligros que debemos identificar y reportar. Porque al final, la seguridad de nuestros niños es responsabilidad de todos. ¿Será suficiente con las disculpas y promesas de mejora, o realmente veremos cambios significativos en la infraestructura y gestión de riesgos en nuestras comunidades?
Ahora, pensando en todo este panorama, me pregunto: ¿Ustedes creen que la respuesta a este tipo de tragedias pasa por una mayor inversión en mantenimiento preventivo de la infraestructura pública, o debería haber otras medidas –como controles más estrictos a las constructoras– para evitar estas situaciones tan desgarradoras? Déjennos sus opiniones en el foro, quiero leerlos.