¡Ay, Dios mío! La cosa está caliente, mi gente. Las arcas públicas andan más flacas que perro callejero y la deuda nacional está pegándole duro al país. Según los últimos reportes del Ministerio de Hacienda, estamos peligrosamente cerquita de rebasar el tope del 60% del Producto Interno Bruto (PIB). ¡Qué despache! Esto significa que nos vamos acercando a escenarios donde van a tener que apretar el cinturón más de lo que ya lo tenemos.
Para ponerle un poco de contexto, recuerden que hace unos meses, todos estábamos hablando de cómo iba a crecer la economía, cómo íbamos a salir adelante después de tanta pandemia y crisis. Pero parece que la bronca fiscal sigue ahí, royéndonos los cimientos. En los últimos diez meses, la relación deuda/PIB ha subido casi tres puntos, pasando de un 57% a este alarmante 59,9%. ¡Qué sal! Parece que no le damos ni pausa a los problemas.
Fernando Rodríguez, exviceministro de Hacienda, no se anda con rodeos: “Estamos muy cerca de superar ese límite”. Él mismo comenta que es muy probable que, con los compromisos pendientes y alguna que otra necesidad de pedir prestado, pasemos el 60%. Y eso, amigos míos, no pinta nada bueno. No hay que irse al traste con esto, necesitamos tomar cartas en el asunto y pronto.
Ahora, ¿qué implica esto en la práctica? Pues, si cruzamos esa línea roja, el gobierno tendrá que frenar sus gastos de inversión. Olvídense de construir nuevas carreteras, escuelas o hospitales. Además, podrían congelar los salarios de los funcionarios públicos, generando aún más descontento social. ¡Qué carga! Ya basta de recortes, la gente necesita que le inviertan en su futuro.
Rodríguez nos explica que para evitar que la situación se agrave, debemos estimular la economía local, impulsar el emprendimiento y reducir el déficit financiero. Como dice él, si logramos que la economía crezca más rápido y que la deuda sea más barata, podremos controlar la situación. Pero, sinceramente, parece tarea difícil en estos tiempos turbulentos. Hay que trabajar a toda máquina para darle un respiro a las finanzas nacionales.
Y no olvidemos que esta situación se ve agravada por cambios en la forma de calcular el PIB por parte del Banco Central. Al revisar hacia abajo estas estimaciones, la relación deuda/PIB se ve artificialmente inflada. Aunque Hacienda argumenta que esto es normal, muchos expertos ven esto como una manera de maquillar las cuentas públicas. ¡Qué torta! Parece que siempre encontramos excusas para justificar nuestra falta de control.
Según el informe oficial, la deuda pública supera ya los ¢30,5 billones. Una cifra astronómica que pesa sobre el bolsillo de cada costarriqueño. Este brete nos afecta a todos, desde el campesino que lucha por sacar adelante su cosecha hasta el estudiante que sueña con un futuro mejor. Tenemos que exigir transparencia y responsabilidad a nuestros gobernantes, porque así no podemos seguir avanzando como nación. Necesitamos soluciones reales, no más discursos vacíos.
En fin, la situación está complicada, pero no imposible. Lo importante es mantenernos informados, participar en el debate público y exigir a nuestras autoridades que tomen medidas urgentes para sanear las finanzas públicas. ¿Ustedes qué opinan, mi gente? ¿Creen que el gobierno logrará evitar que la deuda pública se vaya al traste o estamos condenados a vivir en una eterna crisis fiscal?
Para ponerle un poco de contexto, recuerden que hace unos meses, todos estábamos hablando de cómo iba a crecer la economía, cómo íbamos a salir adelante después de tanta pandemia y crisis. Pero parece que la bronca fiscal sigue ahí, royéndonos los cimientos. En los últimos diez meses, la relación deuda/PIB ha subido casi tres puntos, pasando de un 57% a este alarmante 59,9%. ¡Qué sal! Parece que no le damos ni pausa a los problemas.
Fernando Rodríguez, exviceministro de Hacienda, no se anda con rodeos: “Estamos muy cerca de superar ese límite”. Él mismo comenta que es muy probable que, con los compromisos pendientes y alguna que otra necesidad de pedir prestado, pasemos el 60%. Y eso, amigos míos, no pinta nada bueno. No hay que irse al traste con esto, necesitamos tomar cartas en el asunto y pronto.
Ahora, ¿qué implica esto en la práctica? Pues, si cruzamos esa línea roja, el gobierno tendrá que frenar sus gastos de inversión. Olvídense de construir nuevas carreteras, escuelas o hospitales. Además, podrían congelar los salarios de los funcionarios públicos, generando aún más descontento social. ¡Qué carga! Ya basta de recortes, la gente necesita que le inviertan en su futuro.
Rodríguez nos explica que para evitar que la situación se agrave, debemos estimular la economía local, impulsar el emprendimiento y reducir el déficit financiero. Como dice él, si logramos que la economía crezca más rápido y que la deuda sea más barata, podremos controlar la situación. Pero, sinceramente, parece tarea difícil en estos tiempos turbulentos. Hay que trabajar a toda máquina para darle un respiro a las finanzas nacionales.
Y no olvidemos que esta situación se ve agravada por cambios en la forma de calcular el PIB por parte del Banco Central. Al revisar hacia abajo estas estimaciones, la relación deuda/PIB se ve artificialmente inflada. Aunque Hacienda argumenta que esto es normal, muchos expertos ven esto como una manera de maquillar las cuentas públicas. ¡Qué torta! Parece que siempre encontramos excusas para justificar nuestra falta de control.
Según el informe oficial, la deuda pública supera ya los ¢30,5 billones. Una cifra astronómica que pesa sobre el bolsillo de cada costarriqueño. Este brete nos afecta a todos, desde el campesino que lucha por sacar adelante su cosecha hasta el estudiante que sueña con un futuro mejor. Tenemos que exigir transparencia y responsabilidad a nuestros gobernantes, porque así no podemos seguir avanzando como nación. Necesitamos soluciones reales, no más discursos vacíos.
En fin, la situación está complicada, pero no imposible. Lo importante es mantenernos informados, participar en el debate público y exigir a nuestras autoridades que tomen medidas urgentes para sanear las finanzas públicas. ¿Ustedes qué opinan, mi gente? ¿Creen que el gobierno logrará evitar que la deuda pública se vaya al traste o estamos condenados a vivir en una eterna crisis fiscal?
