¡Ay, Dios mío! Qué pena leer esto… Una alegría familiar terminada en tragedia. Como dicen por ahí, la vida te da sorpresas, pero vaya sorpresa tan amarga. Este domingo, San Isidro de Tacacorí, Alajuela, amaneció sumido en un duelo profundo tras el fatal accidente que le quitó la vida a dos hermanitos, de tan solo 10 y 13 años, en una piscina de una finca que estaban arrendando para celebrar un cumpleaños. ¡Qué harta!
Imagínate la escena… risas, juegos, pastel, y de repente, un silencio sepulcral. Las cosas así ocurren, y nos dejan con la espinita clavada de por qué siempre lo malo tiene que pasar. Lo que hacía horas era una fiesta llena de ilusión, se convirtió en un día negro para la familia Reyes, quienes ahora lidian con una herida que difícilmente cicatrizará. La iglesia adventista, a la que pertenece la familia, fue la primera en romper el silencio, expresando su más sentido pésame y prometiendo acompañarlos en estos momentos tan difíciles.
“La familia de Ceneba se une al gran dolor por la familia de Dina Reyes, madre de los niños. Haremos llegar la información en el momento oportuno de las honras fúnebres”, escribieron en sus redes sociales, mensaje que llegó como un balde de agua fría a todos nosotros. Justo cuando pensábamos que octubre iba a traer brisa fresca, nos llega esta macabra noticia que nos recuerda fragilidad de la vida y la necesidad de estar siempre alerta.
Según informes oficiales, la emergencia se reportó alrededor de las 5:50 p.m. Efectivos de la Cruz Roja llegaron raudos al lugar, pero desafortunadamente, a pesar de más de media hora de esfuerzo incansable por parte de los paramédicos, no lograron reanimarlos. Los pequeños fueron encontrados en estado crítico, sin signos vitales. ¡Terrible! Uno se queda pensando qué pasó exactamente, si hubo algún descuido, alguna falla humana… Pero ahora, eso quedará en manos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), que ya abrió una investigación para aclarar los hechos.
Y como si el golpe fuera poco, resulta que el hermano mayor, quien estaba cursando el séptimo año en el Liceo Otilio Ulate Blanco, también formaba parte de la comunidad educativa. Desde la escuela emitieron un comunicado desconsolado, expresando su solidaridad con la madre y familiares: “Su partida deja un vacío irreparable entre quienes compartieron con él momentos de aprendizaje, amistad y compañerismo. Expresamos nuestras más sinceras condolencias a su familia, amigos y seres queridos”. Imagínate el dolor de sus compañeros... tener que despedirse así de un amigo, de un compañero de brete…
Esta tragedia nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la seguridad, especialmente cuando hay niños de por medio. Parece que estamos condenados a aprender estas lecciones de la manera más dura. ¿Cuántas veces hemos visto a padres distraídos, confiados en que ‘todo está bajo control’? Los datos de la Cruz Roja son escalofriantes: al menos 15 niños pierden la vida cada año por ahogamientos en Costa Rica, muchos de ellos en piscinas particulares sin la debida supervisión. ¡Esto hay que cambiarlo ya!
En Tacacorí, la tristeza es palpable. Vecinos y allegados se han acercado a la vivienda de Dina Reyes para ofrecerle su apoyo incondicional, pero imagínate, ¿qué palabras puede consolar un corazón roto así? Es un momento de unión, de solidaridad tica, donde olvidamos diferencias y nos ponemos en el pellejo de alguien que está sufriendo. Con razón, este país es conocido por su gente amable y solidaria, porque en momentos así, mostramos nuestra verdadera cara.
Sin embargo, no podemos quedarnos solo en el luto y la empatía. Esta tragedia sirve como llamado de atención. Necesitamos reforzar medidas de prevención, crear conciencia sobre los peligros que acechan a nuestros niños, y exigir a las autoridades que implementen políticas más estrictas en cuanto a la seguridad en lugares públicos y privados. ¿Usted cree que debería haber regulaciones más claras sobre la seguridad en piscinas privadas, como la obligatoriedad de cercas o salvavidas? Comparta su opinión en el foro – es importante escucharnos unos a otros para evitar que tragedias como esta vuelvan a repetirse.
Imagínate la escena… risas, juegos, pastel, y de repente, un silencio sepulcral. Las cosas así ocurren, y nos dejan con la espinita clavada de por qué siempre lo malo tiene que pasar. Lo que hacía horas era una fiesta llena de ilusión, se convirtió en un día negro para la familia Reyes, quienes ahora lidian con una herida que difícilmente cicatrizará. La iglesia adventista, a la que pertenece la familia, fue la primera en romper el silencio, expresando su más sentido pésame y prometiendo acompañarlos en estos momentos tan difíciles.
“La familia de Ceneba se une al gran dolor por la familia de Dina Reyes, madre de los niños. Haremos llegar la información en el momento oportuno de las honras fúnebres”, escribieron en sus redes sociales, mensaje que llegó como un balde de agua fría a todos nosotros. Justo cuando pensábamos que octubre iba a traer brisa fresca, nos llega esta macabra noticia que nos recuerda fragilidad de la vida y la necesidad de estar siempre alerta.
Según informes oficiales, la emergencia se reportó alrededor de las 5:50 p.m. Efectivos de la Cruz Roja llegaron raudos al lugar, pero desafortunadamente, a pesar de más de media hora de esfuerzo incansable por parte de los paramédicos, no lograron reanimarlos. Los pequeños fueron encontrados en estado crítico, sin signos vitales. ¡Terrible! Uno se queda pensando qué pasó exactamente, si hubo algún descuido, alguna falla humana… Pero ahora, eso quedará en manos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), que ya abrió una investigación para aclarar los hechos.
Y como si el golpe fuera poco, resulta que el hermano mayor, quien estaba cursando el séptimo año en el Liceo Otilio Ulate Blanco, también formaba parte de la comunidad educativa. Desde la escuela emitieron un comunicado desconsolado, expresando su solidaridad con la madre y familiares: “Su partida deja un vacío irreparable entre quienes compartieron con él momentos de aprendizaje, amistad y compañerismo. Expresamos nuestras más sinceras condolencias a su familia, amigos y seres queridos”. Imagínate el dolor de sus compañeros... tener que despedirse así de un amigo, de un compañero de brete…
Esta tragedia nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la seguridad, especialmente cuando hay niños de por medio. Parece que estamos condenados a aprender estas lecciones de la manera más dura. ¿Cuántas veces hemos visto a padres distraídos, confiados en que ‘todo está bajo control’? Los datos de la Cruz Roja son escalofriantes: al menos 15 niños pierden la vida cada año por ahogamientos en Costa Rica, muchos de ellos en piscinas particulares sin la debida supervisión. ¡Esto hay que cambiarlo ya!
En Tacacorí, la tristeza es palpable. Vecinos y allegados se han acercado a la vivienda de Dina Reyes para ofrecerle su apoyo incondicional, pero imagínate, ¿qué palabras puede consolar un corazón roto así? Es un momento de unión, de solidaridad tica, donde olvidamos diferencias y nos ponemos en el pellejo de alguien que está sufriendo. Con razón, este país es conocido por su gente amable y solidaria, porque en momentos así, mostramos nuestra verdadera cara.
Sin embargo, no podemos quedarnos solo en el luto y la empatía. Esta tragedia sirve como llamado de atención. Necesitamos reforzar medidas de prevención, crear conciencia sobre los peligros que acechan a nuestros niños, y exigir a las autoridades que implementen políticas más estrictas en cuanto a la seguridad en lugares públicos y privados. ¿Usted cree que debería haber regulaciones más claras sobre la seguridad en piscinas privadas, como la obligatoriedad de cercas o salvavidas? Comparta su opinión en el foro – es importante escucharnos unos a otros para evitar que tragedias como esta vuelvan a repetirse.