Miss Agatha
ANÓNIMO
PARTE I
PARTE I
Antes de abrir la puerta de mi apartamento, suspiré con dramatismo y compuse una sonrisa alegre que no reflejaba en absoluto lo mierda que me sentía. Entonces abrí la puerta y ahí estaba Raquel con una sonrisa que, a diferencia de la mía, le salía del alma.
Estaba guapísima, para variar, y llevaba una botella de tequila en la mano.
-Como todavía es temprano -dijo con tono alegre- me traje esto para que empecemos la fiesta desde ya.
Entro al apartamento sin esperar a que yo la invitara. Ella era así, espontánea, alegre y la mejor amiga del mundo.
Fue hasta la cocina y dejó la botella sobre el desayunador, entonces fue cuando me prestó atención de verdad. Se quedó boquiabierta.
-¡Pero Agatha -exclamó- qué son esas fachas!
-No son fachas -me defendí- es mi ropa del trabajo.
Ella puso los ojos en blanco.
-Exacto. Hoy es noche de chicas y las noches de chicas ¡son sexys!
-La verdad es que estoy un poco cansada y no me siento con ánimos de salir.
-Ah, no. Hoy se estrena ese nuevo bar y nosotras tenemos que estar ahí sí o sí. ¡Somos el alma de las fiestas!
Yo le sonreí, de nuevo con mi sonrisa falsa. Raquel era un amor, pero la verdad es que a veces no se daba cuenta de ciertas cosas. Por ejemplo que yo jamás en la vida había sido el alma de una fiesta y que las noches de bar no eran especialmente mi plan más divertido. En cambio era distinto con ella y solo por eso era que siempre conseguía arrastrarme a cualquier lugar ruidoso y mundano, porque al fin de cuentas era mi mejor amiga y porque se supone que era lo normal.
-De acuerdo, pero no pienso cambiarme de ropa. Es de noche, qué más da.
-Dios mío Agatha, es que va a parecer como que me he ido de fiesta con mi madre.
Me quedé sin palabras. Abrí la boca pero ni un suspiro salió de ella. Me miré en el espejo que había en el pasillo y observé mi reflejo. Pues no parecía un sex simbol pero tampoco era para tanto. ¿O sí? Tal vez el pantalón me quedaba un poco flojo lo que hacía que mi cuerpo se viera aguado, pero y qué importaba eso. ¡Nadie me iba a ver el culo! Y si me lo veían no me importaba, ese culo ya tenía dueño y a él le gustaba mucho.
-Ok -dijo Raquel al ver que yo seguía sin contestar- sirve dos tragos de tequila y mientras yo voy y te busco algo decente para que te vistas como es debido.
Iba a protestar pero antes de que pudiera Raquel desapareció en mi habitación. Cómo no me quedaba de otra, hice lo que ella dijo.
Justo en ese momento me llegó un mensaje de Christopher, mi novio. Me preguntaba si ya estaba en el bar, le dije que no pero que pronto saldríamos del apartamento. Él debía madrugar al día siguiente así que se iría temprano a dormir, nos dimos las buenas noches como siempre y entonces apareció Raquel de nuevo.
-¡Te encontré algo perfecto! -dijo ella.
Se acercó adónde yo había servido los tragos y se tomó el suyo sin siquiera arrugar la cara, yo en cambio no pude evitar hacer una nueva. Luego miró su reloj y me dijo que me diera prisa .
Fui hasta mi habitación con ella pisándome los talones. Me quedé congelada al ver la ropa que estaba puesta sobre mi enorme cama. Me giré hacia Raquel con cara de incredulidad.
-Estás loca, no pienso ponerme eso.
Ella se encogió de hombros.
-Es tu ropa, supuse que te gustaría -contestó ella.
Llevaba la botella de tequila en la mano. Me miró con impaciencia y le dio unos golpecitos al reloj para recordarme que se hacía tarde.
-Sí, es mi ropa, pero jamás me pondría esa combinación.
Ella puso los ojos en blanco antes de darle un trago largo al tequila.
-En serio Agatha, apurese. Esa ropa combina perfectamente y se va a ver bien. ¿Al menos sí anda las piernas depiladas?
-Obvio que sí -contesté indignada.
Si me hubiera preguntado eso el día anterior, se habría encontrado con las piernas de Chubaca, pero eso ella no tenía un porque saberlo.
-Bueno, muévase entonces. Tome -me dio la botella de tequila- solo relájese y ya.
Salió del cuarto y yo miré de nuevo la ropa que me había elegido. Suspiré resignada, esa sería una noche muuuuuy larga.
Estaba a medio desvestir cuando la escuché gritar desde la sala.
-¡Y cuidado se le ocurre ponerse un calzón de abuelita!
Yo abrí los ojos de repente y volví a ver hacia mi entrepierna. Tenía puesta una tanga de pequeños y sonrientes cactus.
Por eso era mi mejor amiga, la mujer se conocía hasta mi gusto por los calzones divertidos, confortables y nada sexys.
Fui hasta el cajón de mi ropa interior y entonces busqué algo que pudiera ser aprobado por Raquel. Me decidí por un hilo negro de encaje que tenía algunos detalles de seda.
Me lo puse rápido antes de que volviera a gritarme algo y me quité el brassier ya que Raquel había elegido una blusa negra que tan solo consistía en un pequeño triángulo de tela que apenas y cubría los pechos que se colgaba del cuello y se amarraba a la espalda con unas tiras de tela casi invisibles. Genial, encima de que me aburriría como siempre, iba a agarrar un resfrío de los buenos por llevar la espalda prácticamente desnuda. Ni siquiera sabía porque aún conservaba esa blusa si nunca lo usaba.
Para la parte de abajo, Raquel eligió una enagua de cuero negro que me llegaba unos dedos a reina de la rodilla. Al menos la enagua tenía un largo decente, el problema es que yo me había equivocado con la talla y me quedaba super ajustada, me marcaba hasta el signo zodiacal.
-Diay Agatha -gritó otra vez ella- me voy a morir esperando.
Me senté en la cama y me puse los botines que ella había elegido, bueno al menos algo de todo lo que llevaba puesto sería cómodo.
Corrí a coger mi bolso pero entonces caí en cuenta de que el que yo había elegido no combinaba con esa ropa, así que fui rápido a buscar uno que sí lo hiciera. Cuando lo hacía me miré en el espejo con sorpresa.
Mis ojos recorrieron el reflejo de todo mi cuerpo. Algo dentro de mí se removió. Hacía tanto tiempo que no me veía así que me había olvidado de lo bien que podía verme. Me di media vuelta y vi que esa enaguae hacía un culazo y que la blusa hacía que se me marcaran los pechos de una for.a muy provocativa. El problema fue cuando me vi la cara y me di cuenta que ni siquiera llevaba maquillaje y que iba peinada con una trenza.
Me entró la vanidad, no solo iba a cambiar el bolso, tenía que ponerme algo en la cara y peinarme diferente .
Me maquillé la piel y los ojos muy natural pero le di el toque a mi rostro con un labial rojo sangre que siempre me parecía muy sexy. Y como me gustaba que la espalda se me viera desnuda solté la trenza y me hice un moño alto, lo que consiguió darme un aspecto más de chica mala. Solo porque me sentí poderosa en ese momento me puse la colonia cara, la que solo usaba para momentos especiales. Esa... La que olía a noches de verano en una terraza bailando bajo la luz de la luna y sintiendo en el cuerpo la brisa cargada con los olores del jardín.
Me miré por última vez en el espejo y esta vez sí que sonreí con sinceridad. Raquel se quedó boquiabierta cuando me miró.
-Agatha, esta noche usted va a levantarse hasta las piedras.
Yo solté una carcajada por las ocurrencias de mi amiga y entonces salimos hacia el bar.
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