Maes, en serio, si ustedes sintieron que el cielo se estaba partiendo en dos la semana pasada, no estaban locos ni se estaban volviendo paranoicos con los baldazos de agua. Resulta que el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) acaba de soltar los números y, ¡qué despiche!, confirman lo que ya todos sospechábamos: tuvimos una serenata celestial de casi 27,000 rayos solo en los primeros siete días de septiembre. Sí, leyeron bien, 26,965 descargas para ser exactos. Una verdadera sinfonía de truenos y luces que nos tuvo a más de uno con el corazón en la boca, esperando que el siguiente no cayera en el techo de la casa.
Y esa es solo la punta del iceberg. Con este numerito, ya llegamos a un acumulado de más de 600,000 rayos en lo que va del 2025. ¡Más de medio millón de chispazos! La vara es que el país se ha convertido en una especie de discoteca natural, pero con un DJ bastante agresivo. Como es costumbre en esta época, no a todos nos toca la fiesta por igual. Los compas del Pacífico Norte se llevaron, de lejos, el premio al epicentro del caos, con más de 13,000 rayos. ¡Qué sal!, de verdad. Mientras tanto, en el Valle Central nos tocaron "apenas" unos 2,000. El Pacífico Sur y la Zona Norte también tuvieron su buena dosis de acción, pero los del Caribe Sur, con 173, parece que vieron la tormenta con palomitas desde lejos.
Ahora, aquí viene lo que de verdad me voló la cabeza. ¿Se acuerdan de las dos últimas semanas de agosto, que parecía el fin del mundo cada tarde? Diay, resulta que esta primera semana de septiembre fue "tranquila" en comparación. Y lo pongo entre comillas porque casi 27,000 rayos no me suena a paz y amor. Pero es que a finales de agosto tuvimos semanas con registros de 54,000 y 49,000 descargas. ¡El doble! Con razón sentíamos que se nos iba al traste cualquier plan de salir después del brete. Esos días sí que no había sombrilla que aguantara, ni tímpano que no vibrara con cada estruendo.
Viendo este panorama, la gente del ICE, con toda la razón del mundo, nos recuerda lo básico para no jalarse una torta en medio de una de estas tormentas. Y no son varas para tomarse a la ligera, maes. La recomendación número uno es obvia, pero a veces se nos olvida: si oye que el apocalipsis se acerca, busque refugio. Punto. Nada de hacerse el valiente jugando bola o terminando el canopy. Y por favor, el mito de esconderse debajo de un árbol es la peor idea del universo; es como poner un letrero que dice "aquí, por favor". Tampoco se pongan a lavar los platos, ni a bañarse, ni a lavar el chunche ese que dejaron en el patio. Cualquier relación con el agua es un no-no rotundo.
En fin, esta es la realidad de nuestra amada época lluviosa. Un espectáculo natural impresionante, pero que también impone un respeto bárbaro. Los datos no mienten: vivimos en una zona donde el cielo tiene un carácter fuerte y no duda en demostrarlo. Así que, a cuidarse y a tomarse las cosas con calma cuando la tarde se pone gris. Ahora les pregunto a ustedes, comunidad: ¿Cuál ha sido la tormenta más salvaje que les ha tocado este año? ¿Tienen alguna historia de un rayo que les haya sacado un buen susto o les haya quemado algún electrodoméstico? ¡Los leo en los comentarios!
Y esa es solo la punta del iceberg. Con este numerito, ya llegamos a un acumulado de más de 600,000 rayos en lo que va del 2025. ¡Más de medio millón de chispazos! La vara es que el país se ha convertido en una especie de discoteca natural, pero con un DJ bastante agresivo. Como es costumbre en esta época, no a todos nos toca la fiesta por igual. Los compas del Pacífico Norte se llevaron, de lejos, el premio al epicentro del caos, con más de 13,000 rayos. ¡Qué sal!, de verdad. Mientras tanto, en el Valle Central nos tocaron "apenas" unos 2,000. El Pacífico Sur y la Zona Norte también tuvieron su buena dosis de acción, pero los del Caribe Sur, con 173, parece que vieron la tormenta con palomitas desde lejos.
Ahora, aquí viene lo que de verdad me voló la cabeza. ¿Se acuerdan de las dos últimas semanas de agosto, que parecía el fin del mundo cada tarde? Diay, resulta que esta primera semana de septiembre fue "tranquila" en comparación. Y lo pongo entre comillas porque casi 27,000 rayos no me suena a paz y amor. Pero es que a finales de agosto tuvimos semanas con registros de 54,000 y 49,000 descargas. ¡El doble! Con razón sentíamos que se nos iba al traste cualquier plan de salir después del brete. Esos días sí que no había sombrilla que aguantara, ni tímpano que no vibrara con cada estruendo.
Viendo este panorama, la gente del ICE, con toda la razón del mundo, nos recuerda lo básico para no jalarse una torta en medio de una de estas tormentas. Y no son varas para tomarse a la ligera, maes. La recomendación número uno es obvia, pero a veces se nos olvida: si oye que el apocalipsis se acerca, busque refugio. Punto. Nada de hacerse el valiente jugando bola o terminando el canopy. Y por favor, el mito de esconderse debajo de un árbol es la peor idea del universo; es como poner un letrero que dice "aquí, por favor". Tampoco se pongan a lavar los platos, ni a bañarse, ni a lavar el chunche ese que dejaron en el patio. Cualquier relación con el agua es un no-no rotundo.
En fin, esta es la realidad de nuestra amada época lluviosa. Un espectáculo natural impresionante, pero que también impone un respeto bárbaro. Los datos no mienten: vivimos en una zona donde el cielo tiene un carácter fuerte y no duda en demostrarlo. Así que, a cuidarse y a tomarse las cosas con calma cuando la tarde se pone gris. Ahora les pregunto a ustedes, comunidad: ¿Cuál ha sido la tormenta más salvaje que les ha tocado este año? ¿Tienen alguna historia de un rayo que les haya sacado un buen susto o les haya quemado algún electrodoméstico? ¡Los leo en los comentarios!