Maes, pónganse la escena: una sala oscura, llena de pantallas gigantes, un mapa digital del país con puntitos rojos parpadeando en tiempo real y un montón de gente con audífonos tecleando como si no hubiera un mañana. Suena a un capítulo de CSI o a una película de espías, ¿verdad? Bueno, parece que esa vara de ciencia ficción está a punto de aterrizar en La Uruca. El Gobierno acaba de anunciar con bombos y platillos la creación de un nuevo "Centro de Mando y Control", el famoso C5, y lo venden como la última chupada del mango en seguridad.
La hablada está bonita, pero ¿y la plata? Porque un chunche de estos no se paga con maní. La inversión total es de $14 millones, que se dice rápido. De esa harina, $9.5 millones son una donación de los gringos para todo el equipo tecnológico: software, hardware y la estrella del show, la Inteligencia Artificial. Los otros $3.8 melones vienen de un préstamo del BID para levantar el edificio de 1.600 metros cuadrados donde 40 operadores van a tener el brete de vigilar todo el país. No es cualquier choza, la verdad. La idea es que este C5 sea el cerebro que conecte a todas las policías: Fuerza Pública, Guardacostas, Fronteras... hasta Migración y la Penitenciaria se van a sumar al fiestón. Suena bien, ¿no?
Claro, el ministro de Seguridad, Mario Zamora, está que no cabe en la ropa. Dice que esta es la "transformación más revolucionaria en 30 años" y que va a cambiar de la noche a la mañana cómo se atienden las emergencias. La promesa es que con IA podrán rastrear sospechosos por medio de reconocimiento facial en miles de cámaras, controlar semáforos para cerrarles rutas de escape y hasta georreferenciar cada llamada al 911 al instante. Pero como siempre, después de la música y los confetis, llega el mae que le baja el volumen a la fiesta. En este caso, el experto Mario Arias, que aunque le da la bienvenida al proyecto, nos recuerda que esto es apenas el primer paso, no la meta final. Dice que los delitos informáticos se duplicaron este año y que la vara está en si queremos contener el problema o de verdad empezar a resolverlo.
Y aquí es, precisamente, donde la puerca tuerce el rabo. El mismo ministro Zamora admite, casi en letra pequeña, que de nada sirve tener la tecnología de Tony Stark si el resto del sistema no acompaña. Habla de que persisten desafíos en la parte judicial y legislativa para que los maes que agarran no queden libres a las pocas horas por un tecnicismo o una puerta giratoria. O sea, podemos tener un centro que parece de la NASA para ver en 4K y a 120 cuadros por segundo cómo un juez suelta al mismo tipo que la policía se fajó por detener el día anterior. ¡Qué ironía!
Entonces, la vara queda así: por un lado, tenemos un proyecto que, en papel, suena a cachete. Es un salto tecnológico que nos urgía y que podría, de verdad, darle herramientas a la policía para ser más eficiente. Pero por otro, está el fantasma de siempre: un sistema judicial lento y leyes que a veces parecen hechas para el delincuente. La tecnología es una herramienta, no una varita mágica. Así que la pregunta del millón queda en el aire y se las paso a ustedes.
Maes, honestamente: ¿creen que este nuevo C5 va a ser el bombazo que nos prometen para frenar el hampa, o va a terminar siendo un chunche carísimo para ver en alta definición cómo se nos sigue yendo el país de las manos? ¿Dónde está el verdadero cuello de botella: en la tecnología o en los escritorios de Zapote y la Corte?
La hablada está bonita, pero ¿y la plata? Porque un chunche de estos no se paga con maní. La inversión total es de $14 millones, que se dice rápido. De esa harina, $9.5 millones son una donación de los gringos para todo el equipo tecnológico: software, hardware y la estrella del show, la Inteligencia Artificial. Los otros $3.8 melones vienen de un préstamo del BID para levantar el edificio de 1.600 metros cuadrados donde 40 operadores van a tener el brete de vigilar todo el país. No es cualquier choza, la verdad. La idea es que este C5 sea el cerebro que conecte a todas las policías: Fuerza Pública, Guardacostas, Fronteras... hasta Migración y la Penitenciaria se van a sumar al fiestón. Suena bien, ¿no?
Claro, el ministro de Seguridad, Mario Zamora, está que no cabe en la ropa. Dice que esta es la "transformación más revolucionaria en 30 años" y que va a cambiar de la noche a la mañana cómo se atienden las emergencias. La promesa es que con IA podrán rastrear sospechosos por medio de reconocimiento facial en miles de cámaras, controlar semáforos para cerrarles rutas de escape y hasta georreferenciar cada llamada al 911 al instante. Pero como siempre, después de la música y los confetis, llega el mae que le baja el volumen a la fiesta. En este caso, el experto Mario Arias, que aunque le da la bienvenida al proyecto, nos recuerda que esto es apenas el primer paso, no la meta final. Dice que los delitos informáticos se duplicaron este año y que la vara está en si queremos contener el problema o de verdad empezar a resolverlo.
Y aquí es, precisamente, donde la puerca tuerce el rabo. El mismo ministro Zamora admite, casi en letra pequeña, que de nada sirve tener la tecnología de Tony Stark si el resto del sistema no acompaña. Habla de que persisten desafíos en la parte judicial y legislativa para que los maes que agarran no queden libres a las pocas horas por un tecnicismo o una puerta giratoria. O sea, podemos tener un centro que parece de la NASA para ver en 4K y a 120 cuadros por segundo cómo un juez suelta al mismo tipo que la policía se fajó por detener el día anterior. ¡Qué ironía!
Entonces, la vara queda así: por un lado, tenemos un proyecto que, en papel, suena a cachete. Es un salto tecnológico que nos urgía y que podría, de verdad, darle herramientas a la policía para ser más eficiente. Pero por otro, está el fantasma de siempre: un sistema judicial lento y leyes que a veces parecen hechas para el delincuente. La tecnología es una herramienta, no una varita mágica. Así que la pregunta del millón queda en el aire y se las paso a ustedes.
Maes, honestamente: ¿creen que este nuevo C5 va a ser el bombazo que nos prometen para frenar el hampa, o va a terminar siendo un chunche carísimo para ver en alta definición cómo se nos sigue yendo el país de las manos? ¿Dónde está el verdadero cuello de botella: en la tecnología o en los escritorios de Zapote y la Corte?