Maes, agárrense porque esta vara está para sentarse a llorar (o a reír, de los nervios). Cuando uno piensa que ya ha visto todo en la política y la administración pública tica, sale un nuevo capítulo que nos recuerda que el pozo no tiene fondo. La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), esa institución que es casi como una mamá para todos nosotros, está en el ojo de un huracán que huele a despilfarro y a jugadas por debajo de la mesa. Y quien está sonando la alarma a todo pulmón es Martha Rodríguez, la exdirectiva a la que el propio gobierno de Chaves le dio la boleta de salida. Según ella, el famoso sistemita informático ERP-SAP es la madre de todas las tortas, un monumento a cómo quemar plata que podría usarse en cosas que sí urgen.
Vamos a los números, que es donde la cosa se pone fea. Rodríguez, que no tiene pelos en la lengua, denuncia que este software empezó con un presupuesto de $15 millones. Un platal, pero bueno, digamos que para modernizar la Caja suena hasta razonable. El problema es que, como en toda buena historia de terror tica, el presupuesto se infló más rápido que un queque en el horno. A la fecha, ya van más de $40 millones enterrados en ese sistema. ¡Cuarenta millones de dólares! Y como si eso no fuera suficiente para que a uno se le caiga el pelo, ahora hay propuestas para meterle ¡672 mil millones de colones más! al contrato y, de postre, una nueva contratación de $15 melones "probablemente a dedo". Diay, con esa plata se construye medio hospital nuevo o se contratan especialistas que tanta falta hacen. Rodríguez asegura que se fajó estudiando 25,000 páginas del expediente y que la conclusión es clara: esto tiene más que ver con intereses políticos y económicos que con el bienestar de la Caja.
Pero bueno, uno diría: "Mae, si el chunche funciona, a cachete". El problema es que el mentado ERP-SAP ha sido un dolor de cabeza monumental. Los que están sudando la gota gorda son los mismos empleados de la Caja, especialmente en las farmacias, donde el sistema ha generado un caos de proporciones bíblicas. No pueden despachar recetas a tiempo, se caen las plataformas y los asegurados, como siempre, son los que terminan pagando los platos rotos con filas interminables y frustración. La cereza del pastel de este despiche es un robot de $5 millones que compraron para la farmacia del hospital nuevo de Puntarenas. Un robot de última tecnología para dispensar medicamentos que está acumulando polvo porque, ¡sorpresa!, no es compatible con el software. O sea, compramos un Ferrari para dejarlo parqueado porque no le sirve la gasolina del país. ¡Qué torta!
Aquí es donde la vara se pone más personal y política. Según la denuncia de Rodríguez, la principal defensora de este sistema es la mismísima presidenta ejecutiva, Mónica Taylor. La acusa de tener un conflicto de intereses de aquí a la China. Aparentemente, antes de que Taylor llegara, se movieron las fichas para que la presidencia ejecutiva tuviera un poder casi absoluto sobre las decisiones del ERP, dejando a la Junta Directiva pintada en la pared. Rodríguez dice que Taylor "tiene varios sombreros" y que eso le quita la objetividad y la transparencia para manejar un proyecto de esta magnitud. La defiende "a capa y espada", dice, porque ella misma es la patrocinadora principal de todo este enredo. Es como poner al zorro a cuidar las gallinas, y parece que las gallinas están desapareciendo a un ritmo alarmante.
Para rematar, Rodríguez cuestiona la legitimidad de Taylor en el puesto. Tira una frase que es para enmarcar: "Un directivo tiene un pie afuera y otro adentro de la cárcel. Yo creo que eso fue una decisión porque no tenían a quién poner". Básicamente, está diciendo que Taylor está ahí porque nadie más con dos dedos de frente quería agarrar ese clavo caliente, y que su función es simplemente responder a los intereses del Gobierno de turno, no a los de la institución. A pesar de las denuncias en la Procuraduría de la Ética, ahí sigue. Al final, todo este brete periodístico deja un sabor amargo. Entre un sistema que no funciona, millones que se van por el caño y acusaciones de nombramientos ilegítimos, la confianza en la Caja se va al traste.
Maes, la pregunta para el foro es seria: Más allá de si le creemos o no a Martha Rodríguez, ¿creen ustedes que la Caja puede seguir aguantando estos golpes millonarios y estos escándalos de gestión? ¿O es este el tipo de despilfarro que termina de quebrar la confianza de la gente en una de las pocas instituciones que todavía sentíamos como nuestra?
Vamos a los números, que es donde la cosa se pone fea. Rodríguez, que no tiene pelos en la lengua, denuncia que este software empezó con un presupuesto de $15 millones. Un platal, pero bueno, digamos que para modernizar la Caja suena hasta razonable. El problema es que, como en toda buena historia de terror tica, el presupuesto se infló más rápido que un queque en el horno. A la fecha, ya van más de $40 millones enterrados en ese sistema. ¡Cuarenta millones de dólares! Y como si eso no fuera suficiente para que a uno se le caiga el pelo, ahora hay propuestas para meterle ¡672 mil millones de colones más! al contrato y, de postre, una nueva contratación de $15 melones "probablemente a dedo". Diay, con esa plata se construye medio hospital nuevo o se contratan especialistas que tanta falta hacen. Rodríguez asegura que se fajó estudiando 25,000 páginas del expediente y que la conclusión es clara: esto tiene más que ver con intereses políticos y económicos que con el bienestar de la Caja.
Pero bueno, uno diría: "Mae, si el chunche funciona, a cachete". El problema es que el mentado ERP-SAP ha sido un dolor de cabeza monumental. Los que están sudando la gota gorda son los mismos empleados de la Caja, especialmente en las farmacias, donde el sistema ha generado un caos de proporciones bíblicas. No pueden despachar recetas a tiempo, se caen las plataformas y los asegurados, como siempre, son los que terminan pagando los platos rotos con filas interminables y frustración. La cereza del pastel de este despiche es un robot de $5 millones que compraron para la farmacia del hospital nuevo de Puntarenas. Un robot de última tecnología para dispensar medicamentos que está acumulando polvo porque, ¡sorpresa!, no es compatible con el software. O sea, compramos un Ferrari para dejarlo parqueado porque no le sirve la gasolina del país. ¡Qué torta!
Aquí es donde la vara se pone más personal y política. Según la denuncia de Rodríguez, la principal defensora de este sistema es la mismísima presidenta ejecutiva, Mónica Taylor. La acusa de tener un conflicto de intereses de aquí a la China. Aparentemente, antes de que Taylor llegara, se movieron las fichas para que la presidencia ejecutiva tuviera un poder casi absoluto sobre las decisiones del ERP, dejando a la Junta Directiva pintada en la pared. Rodríguez dice que Taylor "tiene varios sombreros" y que eso le quita la objetividad y la transparencia para manejar un proyecto de esta magnitud. La defiende "a capa y espada", dice, porque ella misma es la patrocinadora principal de todo este enredo. Es como poner al zorro a cuidar las gallinas, y parece que las gallinas están desapareciendo a un ritmo alarmante.
Para rematar, Rodríguez cuestiona la legitimidad de Taylor en el puesto. Tira una frase que es para enmarcar: "Un directivo tiene un pie afuera y otro adentro de la cárcel. Yo creo que eso fue una decisión porque no tenían a quién poner". Básicamente, está diciendo que Taylor está ahí porque nadie más con dos dedos de frente quería agarrar ese clavo caliente, y que su función es simplemente responder a los intereses del Gobierno de turno, no a los de la institución. A pesar de las denuncias en la Procuraduría de la Ética, ahí sigue. Al final, todo este brete periodístico deja un sabor amargo. Entre un sistema que no funciona, millones que se van por el caño y acusaciones de nombramientos ilegítimos, la confianza en la Caja se va al traste.
Maes, la pregunta para el foro es seria: Más allá de si le creemos o no a Martha Rodríguez, ¿creen ustedes que la Caja puede seguir aguantando estos golpes millonarios y estos escándalos de gestión? ¿O es este el tipo de despilfarro que termina de quebrar la confianza de la gente en una de las pocas instituciones que todavía sentíamos como nuestra?