Maes, buenos días. Hoy sábado el Partido Liberación Nacional tiene su gran "fiesta" en el Centro de Convenciones para elegir a los valientes que van a pulsearla por una curul en el 2026. Suena todo muy formal y democrático, ¿verdad? Abrazos para la foto, discursos llenos de esperanza y el cafecito de rigor. Pero no se engañen, porque detrás de esa fachada de unidad, la procesión va por dentro y la casa está que arde. Lo que se está cocinando en el PLN no es un almuerzo familiar, es un novelón turco con más drama que la elección del presidente de la Asamblea Legislativa.
Para empezar, el candidato Álvaro Ramos llega a su propia asamblea con el rancho ardiendo. El pleito más reciente, que es como la cereza en el pastel del caos, es con Marvin Taylor. ¿Se acuerdan de él? El exprecandidato que le compitió en la interna. Diay, resulta que Taylor salió a decir, con pelos y señales, que Ramos le incumplió un acuerdo. La vara es que, supuestamente, habían quedado en que Taylor le ayudaba con el programa de gobierno y la campaña, y a cambio lo impulsaban para una diputación. ¡Qué bonito suena! Pero a la hora de la hora, parece que le aplicaron la de "si te vi, no me acuerdo". Taylor, que no es ningún quedado, soltó un comunicado quejándose amargamente. Y con toda la razón del mundo, mae. En política tica la palabra a veces vale menos que un billete de tres mil colones, pero jalarse una torta así justo antes de la asamblea nacional es tener ganas de complicarse la vida.
Pero si creen que ese es el único incendio, ¡esperen! La bronca con Taylor es un pelo de gato comparado con el despiche monumental que tienen armado en San Ramón. En serio, ¡qué torta más grande! Llevan meses, MESES, tratando de hacer la bendita asamblea cantonal ahí y simplemente no pueden. Fracaso tras fracaso. ¿La razón? Una lucha de poder interna, un pleito de perros y gatos por ver quién se deja los puestos para las diputaciones. El problema es que este churuco local les puede salir carísimo. Resulta que si no logran renovar esas estructuras cantonales antes del 1 de octubre, se les bloquea el acceso a la deuda política. ¡Así como lo oyen! Sin esa millonada, la campaña se les pone cuesta arriba. Es como planear una fiesta a cachete y que a última hora te corten la luz y se lleven las birras. ¡Qué sal!
Y mientras todo esto pasa, Ramos intenta jugar al estadista renovador. En las últimas semanas le ha tirado durísimo a figuras de peso del partido, como a Antonio Álvarez Desanti, a quien básicamente le dijo que no lo quiere ver ni en pintura en su campaña y que de él, ni un cinco. También ha marcado una distancia clara con los "dinosaurios" de siempre, como Óscar Arias o Johnny Araya, en un intento desesperado por venderle al país la idea de que este es un "nuevo PLN", más fresco y sin los vicios del pasado. La estrategia es entendible, pero el timing es, por decirlo suave, complicado. ¿Cómo se puede hablar de renovación y unidad cuando tenés al partido fracturado en cantones clave y a tus exrivales acusándote de faltar a tu palabra?
Así que, en resumen, hoy Liberación Nacional define su papeleta de diputados en medio de un ambiente que es de todo menos tranquilo. Escogerán nombres como los de Álvaro Ramírez, Iztarú Alfaro o Ricardo Sancho, mientras por debajo de la mesa corren las puñaladas, los teléfonos no dejan de sonar y la calculadora echa humo para ver si les alcanza la plata. La pregunta del millón que queda en el aire es bastante clara: con este panorama de pleitos internos, amenazas financieras y una renovación que no termina de cuajar, ¿creen ustedes que el PLN logrará armar un rompecabezas coherente para el 2026 o esta vara ya se fue al traste del todo?
¡Los leo en los comentarios!
Para empezar, el candidato Álvaro Ramos llega a su propia asamblea con el rancho ardiendo. El pleito más reciente, que es como la cereza en el pastel del caos, es con Marvin Taylor. ¿Se acuerdan de él? El exprecandidato que le compitió en la interna. Diay, resulta que Taylor salió a decir, con pelos y señales, que Ramos le incumplió un acuerdo. La vara es que, supuestamente, habían quedado en que Taylor le ayudaba con el programa de gobierno y la campaña, y a cambio lo impulsaban para una diputación. ¡Qué bonito suena! Pero a la hora de la hora, parece que le aplicaron la de "si te vi, no me acuerdo". Taylor, que no es ningún quedado, soltó un comunicado quejándose amargamente. Y con toda la razón del mundo, mae. En política tica la palabra a veces vale menos que un billete de tres mil colones, pero jalarse una torta así justo antes de la asamblea nacional es tener ganas de complicarse la vida.
Pero si creen que ese es el único incendio, ¡esperen! La bronca con Taylor es un pelo de gato comparado con el despiche monumental que tienen armado en San Ramón. En serio, ¡qué torta más grande! Llevan meses, MESES, tratando de hacer la bendita asamblea cantonal ahí y simplemente no pueden. Fracaso tras fracaso. ¿La razón? Una lucha de poder interna, un pleito de perros y gatos por ver quién se deja los puestos para las diputaciones. El problema es que este churuco local les puede salir carísimo. Resulta que si no logran renovar esas estructuras cantonales antes del 1 de octubre, se les bloquea el acceso a la deuda política. ¡Así como lo oyen! Sin esa millonada, la campaña se les pone cuesta arriba. Es como planear una fiesta a cachete y que a última hora te corten la luz y se lleven las birras. ¡Qué sal!
Y mientras todo esto pasa, Ramos intenta jugar al estadista renovador. En las últimas semanas le ha tirado durísimo a figuras de peso del partido, como a Antonio Álvarez Desanti, a quien básicamente le dijo que no lo quiere ver ni en pintura en su campaña y que de él, ni un cinco. También ha marcado una distancia clara con los "dinosaurios" de siempre, como Óscar Arias o Johnny Araya, en un intento desesperado por venderle al país la idea de que este es un "nuevo PLN", más fresco y sin los vicios del pasado. La estrategia es entendible, pero el timing es, por decirlo suave, complicado. ¿Cómo se puede hablar de renovación y unidad cuando tenés al partido fracturado en cantones clave y a tus exrivales acusándote de faltar a tu palabra?
Así que, en resumen, hoy Liberación Nacional define su papeleta de diputados en medio de un ambiente que es de todo menos tranquilo. Escogerán nombres como los de Álvaro Ramírez, Iztarú Alfaro o Ricardo Sancho, mientras por debajo de la mesa corren las puñaladas, los teléfonos no dejan de sonar y la calculadora echa humo para ver si les alcanza la plata. La pregunta del millón que queda en el aire es bastante clara: con este panorama de pleitos internos, amenazas financieras y una renovación que no termina de cuajar, ¿creen ustedes que el PLN logrará armar un rompecabezas coherente para el 2026 o esta vara ya se fue al traste del todo?
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