Un taxista costarricense decidió cambiar el volante por la pluma para escribir la historia del taxi en el país. El resultado es un libro lleno de anécdotas y curiosidades nunca antes compiladas
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Cuándo se les comenzó a llamar taxis a estos vehículos de transporte público? ¿Por qué todos llaman "María" al taxímetro?... Con la finalidad de responder a estas y otras preguntas, el taxista costarricense Oscar Zaldívar Rivera entrevistó a antiguos colegas, revisó documentos y desempolvó muchas memorias. Buscaba reconstruir la historia de una actividad cotidiana pero poco estudiada en el país.
Su trabajo dio frutos, pues en su libro Historia del taxi en Costa Rica, Zaldívar logra trasladar a los lectores a la época en que el negocio de los taxistas apenas se iniciaba y, a lo largo de sus páginas, los conduce hasta los tiempos modernos.
En su recuento explica que los antecesores de los choferes de taxi, fueron los llamados "cocheros", encargados de conducir las diligencias, volantas y coches para trasladar personas o mercancías a distintas partes del país. Más tarde, con el advenimiento de los vehículos motorizados, se popularizaron los conductores de camiones y de las famosas "cazadoras", que se detenían en cualquier parte para recoger pasajeros. Después, en los principios de la década del 50, irrumpieron los choferes de los carros de alquiler que estaban a disposición de los clientes en los denominados "garajes", espacios abiertos o techados donde se rentaban vehículos de diferentes marcas, estilos y colores.
Para 1953, en San José, funcionaban decenas de estos negocios. Sin embargo, Zaldívar apunta que fue el garaje Taxímetro Limitada, de los hermanos Noé y Jorge Alfaro Rodríguez, el que, en 1955, dio inicio a la verdadera era de los taxis al traer al país 40 carros Renault 4 CV, provenientes de Francia. Con estos vehículos -gracias a facilidades concedidas por el Ministerio de Transportes- se podía trasladar a más personas. Incluso se comenzaron a habilitar paradas o estaciones donde la gente abordaba los carros los que, por cierto, causaban gran sensación pues contaban con un aparato que fijaba tarifas. ¡Nada menos que el taxímetro!
Ante el monopolio que tenía esta empresa, propietarios de otros garajes pusieron en marcha el "ruleteo", un sistema mediante el cual los choferes de los taxis (así se les comenzó a llamar a estos vehículos, como diminutivo de taxímetro), recorrían de arriba a abajo las calles capitalinas en busca de pasajeros.
Para entonces, la gran mayoría de personas ya llamaban "María" al taxímetro. Según el retirado taxista Bildad González Soto, este nombre surgió porque los ticos usaban mucho la expresión "cuidado con hacerme Mariquita", para referirse al acto de hacerle una treta a otro. Poco a poco, la palabra "Mariquita" pasó a ser simplemente "María" y, como el taxímetro evitaba el engaño, los pasajeros también le endilgaron ese nombre.
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