¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el circo político. Resulta que la candidata Laura Fernández, la del oficialismo, anda echando humo porque dicen que le pusieron un micro en la oficina. Un micro, díganle a quién quieran, ¡detrás de un tomacorriente! Esto ya parece novela de Luis Miguel.
Según la propia Fernández, se mandaron a hacer una revisión de seguridad, todo por recomendación, porque andaba preocupada por lo que le estaban diciendo: que la campaña iba a estar sucia como un trapo de pisos. Contrataron a Don Carlos Valenciano, que tiene una empresa de seguridad reconocida, y estos encontraron el aparatito. Dicen que es caro, así que imagínate el empeño que tuvo el mae que lo puso ahí, meterse con la privacidad de la señora.
La candidata dice que teme que usen sus conversaciones fuera de contexto para dañarla, y que la gente contraria a su visión de gobierno habría hecho esto. No dio nombres, claro, pero los rumores ya están volando más alto que el morro de un quirquincho. Ella, por supuesto, se siente empoderada, 'desterrando la corrupción' desde el principio... como si el micro fuera la personificación del Mal Muchacho.
Y acá viene lo bueno, porque la reacción de la opositora Natalia Díaz no se quedó atrás. La muchacha le respondió con fuego, diciendo que la denuncia de Fernández es un 'insulto a los costarricenses'. Le dijo que tomara cartas en el asunto y deje de quejarse, y que dejara que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) haga su trabajo. Vamos, que le soltó la bronca a toda máquina.
Pero la cosa no terminó ahí, porque Gilberto Campos, jefe de fracción del PLP, entró al quite con una frase que dejó a todos boquiabiertos: 'Nos enfrentamos hoy a un episodio nuevo. De los creadores de la misa que nunca pagó, el polígrafo que nadie vio, la firma que el viento se llevó, ahora asistimos a un capítulo nuevo: el micrófono que alguien puso.' ¡Qué manera de tirar arena al plato!
Siendo sinceros, este rollo del micro me recuerda a otras tantas ocasiones en las que la política nacional nos ha jugado malas pasadas. Ya hemos visto tanta manipulación, tanto escándalo, que uno ya ni se sorprende. Pero sí da pena ajena, qué pena ajena ver cómo se descartan los principios por unas pocas migajas de poder.
Lo que preocupa es que esto polarice aún más a la población. En lugar de discutir propuestas, estamos hablando de micrófonos y acusaciones cruzadas. Y eso, mis amigos, no nos lleva a ninguna parte. Necesitamos transparencia, necesitamos honestidad, necesitamos políticos que piensen en el país antes que en sus propios intereses. Este brete se va poniendo más complicado día con día.
Ahora dime tú, ¿crees que este caso del micrófono es un montaje para desviar la atención de otros temas, o realmente hubo un intento de espionaje? ¿Y hasta dónde crees que deberían llegar las medidas de seguridad en campañas políticas?
Según la propia Fernández, se mandaron a hacer una revisión de seguridad, todo por recomendación, porque andaba preocupada por lo que le estaban diciendo: que la campaña iba a estar sucia como un trapo de pisos. Contrataron a Don Carlos Valenciano, que tiene una empresa de seguridad reconocida, y estos encontraron el aparatito. Dicen que es caro, así que imagínate el empeño que tuvo el mae que lo puso ahí, meterse con la privacidad de la señora.
La candidata dice que teme que usen sus conversaciones fuera de contexto para dañarla, y que la gente contraria a su visión de gobierno habría hecho esto. No dio nombres, claro, pero los rumores ya están volando más alto que el morro de un quirquincho. Ella, por supuesto, se siente empoderada, 'desterrando la corrupción' desde el principio... como si el micro fuera la personificación del Mal Muchacho.
Y acá viene lo bueno, porque la reacción de la opositora Natalia Díaz no se quedó atrás. La muchacha le respondió con fuego, diciendo que la denuncia de Fernández es un 'insulto a los costarricenses'. Le dijo que tomara cartas en el asunto y deje de quejarse, y que dejara que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) haga su trabajo. Vamos, que le soltó la bronca a toda máquina.
Pero la cosa no terminó ahí, porque Gilberto Campos, jefe de fracción del PLP, entró al quite con una frase que dejó a todos boquiabiertos: 'Nos enfrentamos hoy a un episodio nuevo. De los creadores de la misa que nunca pagó, el polígrafo que nadie vio, la firma que el viento se llevó, ahora asistimos a un capítulo nuevo: el micrófono que alguien puso.' ¡Qué manera de tirar arena al plato!
Siendo sinceros, este rollo del micro me recuerda a otras tantas ocasiones en las que la política nacional nos ha jugado malas pasadas. Ya hemos visto tanta manipulación, tanto escándalo, que uno ya ni se sorprende. Pero sí da pena ajena, qué pena ajena ver cómo se descartan los principios por unas pocas migajas de poder.
Lo que preocupa es que esto polarice aún más a la población. En lugar de discutir propuestas, estamos hablando de micrófonos y acusaciones cruzadas. Y eso, mis amigos, no nos lleva a ninguna parte. Necesitamos transparencia, necesitamos honestidad, necesitamos políticos que piensen en el país antes que en sus propios intereses. Este brete se va poniendo más complicado día con día.
Ahora dime tú, ¿crees que este caso del micrófono es un montaje para desviar la atención de otros temas, o realmente hubo un intento de espionaje? ¿Y hasta dónde crees que deberían llegar las medidas de seguridad en campañas políticas?
