¡Ay, Dios mío! Este caso de Ferlini parece que no tiene fin. El tipo, que ya lleva tiempo metido en líos por andar clonando tarjetas y sacando plata ajena, tendrá que seguir seis meses más cumpliendo prisión preventiva. Al parecer, la Fiscalía necesita más tiempo para juntar toda la evidencia y asegurarle a la jueza que este mae sí está pa’ echarlo toda adentro.
Todo empezó hace casi un año, recuerdo. En enero del año pasado, lo agarraron justo en un cajero automático en Coronado, intentando sacar varas de efectivo con unas 23 tarjetas que no eran suyas. Imagínate la escena: el pobre mae, ahí, con la tarjeta en mano, tratando de hacerse el inocente mientras los trabajadores del Super X encontraban raro que siempre estuviera por esos lados. ¡Menuda combinación!
Y no era para menos, porque entre el efectivo que tenía en el momento de la captura – unos mil colones y pico–, y el que encontró la policía en el carro, ¡suman casi cuatro millones de colones! Una suma considerable que, claro, levantó muchas sospechas y puso a Ferlini directamente en la mira de la justicia. Obviamente, eso no se consigue jugando cartas, diay.
La Fiscalía, desde entonces, ha estado trabajando a marchas forzadas para rastrear todos los movimientos de este sujeto, averiguar dónde obtuvo esas tarjetas y qué otras cuentas pudo haber afectado. Han tenido que revisar montones de documentos, entrevistar a posibles víctimas y, bueno, hacer todo el papeleo que conlleva investigar un delito de estas características. Un brete, vamos.
Al principio, muchos esperábamos que el caso se resolviera rápido, pero resulta que conseguir pruebas sólidas en estos casos de delitos informáticos no es tarea fácil. A veces, la tecnología juega en contra y los rastros digitales desaparecen como humo. Por eso, la jueza decidió extender la prisión preventiva, argumentando que es necesaria para darle tiempo a las autoridades a completar la investigación.
Lo que más me preocupa de este caso, además de la gravedad del delito, es la vulnerabilidad que tenemos los ciudadanos frente a estas prácticas delictivas. Es importante estar muy atentos a nuestros estados de cuenta bancarios, reportar cualquier transacción sospechosa y tomar precauciones al usar cajeros automáticos. Porque, aunque la policía esté haciendo lo posible para combatir este flagelo, la prevención sigue siendo la mejor defensa.
Muchos se preguntarán si Ferlini seguirá negándolo todo, alegando que alguien lo está acusando falsamente. Pero con tanta evidencia en su contra, ¿qué puede decir ahora? Parece que este caso va camino a un juicio, donde finalmente se determinará si es culpable o inocente. Esperemos que la verdad salga a la luz y que Ferlini reciba la condena que merece, para servir de ejemplo a otros delincuentes que piensen en meterse con nuestras finanzas. ¡Qué lata tienen algunos!
Ahora, díganme ustedes: ¿creen que realmente la seguridad bancaria en Costa Rica es suficiente para proteger nuestro dinero de este tipo de fraudes electrónicos? ¿Deberíamos exigir más medidas de control y supervisión por parte de las instituciones financieras, o creen que la responsabilidad recae principalmente en nosotros, los usuarios?
Todo empezó hace casi un año, recuerdo. En enero del año pasado, lo agarraron justo en un cajero automático en Coronado, intentando sacar varas de efectivo con unas 23 tarjetas que no eran suyas. Imagínate la escena: el pobre mae, ahí, con la tarjeta en mano, tratando de hacerse el inocente mientras los trabajadores del Super X encontraban raro que siempre estuviera por esos lados. ¡Menuda combinación!
Y no era para menos, porque entre el efectivo que tenía en el momento de la captura – unos mil colones y pico–, y el que encontró la policía en el carro, ¡suman casi cuatro millones de colones! Una suma considerable que, claro, levantó muchas sospechas y puso a Ferlini directamente en la mira de la justicia. Obviamente, eso no se consigue jugando cartas, diay.
La Fiscalía, desde entonces, ha estado trabajando a marchas forzadas para rastrear todos los movimientos de este sujeto, averiguar dónde obtuvo esas tarjetas y qué otras cuentas pudo haber afectado. Han tenido que revisar montones de documentos, entrevistar a posibles víctimas y, bueno, hacer todo el papeleo que conlleva investigar un delito de estas características. Un brete, vamos.
Al principio, muchos esperábamos que el caso se resolviera rápido, pero resulta que conseguir pruebas sólidas en estos casos de delitos informáticos no es tarea fácil. A veces, la tecnología juega en contra y los rastros digitales desaparecen como humo. Por eso, la jueza decidió extender la prisión preventiva, argumentando que es necesaria para darle tiempo a las autoridades a completar la investigación.
Lo que más me preocupa de este caso, además de la gravedad del delito, es la vulnerabilidad que tenemos los ciudadanos frente a estas prácticas delictivas. Es importante estar muy atentos a nuestros estados de cuenta bancarios, reportar cualquier transacción sospechosa y tomar precauciones al usar cajeros automáticos. Porque, aunque la policía esté haciendo lo posible para combatir este flagelo, la prevención sigue siendo la mejor defensa.
Muchos se preguntarán si Ferlini seguirá negándolo todo, alegando que alguien lo está acusando falsamente. Pero con tanta evidencia en su contra, ¿qué puede decir ahora? Parece que este caso va camino a un juicio, donde finalmente se determinará si es culpable o inocente. Esperemos que la verdad salga a la luz y que Ferlini reciba la condena que merece, para servir de ejemplo a otros delincuentes que piensen en meterse con nuestras finanzas. ¡Qué lata tienen algunos!
Ahora, díganme ustedes: ¿creen que realmente la seguridad bancaria en Costa Rica es suficiente para proteger nuestro dinero de este tipo de fraudes electrónicos? ¿Deberíamos exigir más medidas de control y supervisión por parte de las instituciones financieras, o creen que la responsabilidad recae principalmente en nosotros, los usuarios?
