¡Ay, pata! Qué bueno que las cosas se pusieron en cintura con el Festival de la Luz, ¿eh? Después de varios años de bronca y de gente preocupada por cómo afectaba a los enfermos y a los que trabajamos hasta altas horas, finalmente se escuchó la razón y se cambió la ruta. Esto le cayó como anillo al dedo al Hospital Nacional de Niños y a todos los que andamos dando vueltas por acá.
Como ya saben, el Festival de la Luz es una tradición hermosa, llena de color y música, pero la ubicación anterior era un problema gordo. Imagínense, ambulancias tratando de pasar entre la multitud, enfermeras llegando tarde a sus turnos, y peor aún, pacientes delicados y recién nacidos sufriendo por el ruido y las luces. ¡Una torta!, vamos.
El doctor Carlos Jiménez, director del HNN, lo dejó claro en Trivisión: la ruta anterior era un verdadero estrés para todos. Dijo que los especialistas, esos que tienen que llegar corriendo a salvar vidas, se demoraban unos minutos cruciales por culpa del tráfico y el jaleo del festival. ¡Imagínese la bronca tener un paciente en urgencias y estar esperando a un cirujano que llega con retraso porque hay un carro lleno de bandas musicales bloqueándole el paso!
Pero no solo afectaba al personal médico, sino también a los pequeños ingresados. Según el doctor, el ruido intenso podía alterar a los pacientes en cuidados intensivos, especialmente a los bebés recién nacidos. Explicó que el estrépito y las luces brillantes pueden provocarles crisis convulsivas e incluso afectar su estado general. ¡Qué sal!”, pensar que un evento festivo pudiera poner en peligro la vida de los más vulnerables.
Con la nueva ruta, el Hospital Nacional de Niños, junto con el San Juan de Dios y el Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, podrán respirar tranquilos. Se reduce considerablemente la contaminación acústica y visual en la zona hospitalaria. Además, facilita el acceso al personal médico y a las familias que visitan a sus seres queridos, especialmente durante los cambios de turno, que son a las 6 am, 2 pm y 10 pm. ¡Eso sí que es un avance, diay!
Esta decisión no solo beneficia a nuestros pequeños, sino que demuestra un acto de civismo y respeto hacia quienes realmente lo necesitan. El doctor Jiménez lo expresó así: “una sociedad que respeta es una sociedad que va por buen camino”. Y es la pura verdad, maé. A veces, olvidamos que lo que para nosotros es diversión, para otros puede ser una fuente de angustia y sufrimiento.
Ahora, aunque algunas personas puedan lamentar que el festival se aleje del centro, creo que es una victoria para la salud y el bienestar de muchos. Se demostró que se puede celebrar la cultura y las tradiciones sin comprometer la seguridad y el confort de los pacientes y el personal sanitario. Hay que darle duro a estas decisiones que priorizan a las personas, y no solo la estética.
Y ahora, díganme: ¿creen que esta nueva ruta del Festival de la Luz sienta un precedente importante para futuros eventos públicos en zonas sensibles? ¿Deberían aplicar medidas similares en otros lugares de la capital?
Como ya saben, el Festival de la Luz es una tradición hermosa, llena de color y música, pero la ubicación anterior era un problema gordo. Imagínense, ambulancias tratando de pasar entre la multitud, enfermeras llegando tarde a sus turnos, y peor aún, pacientes delicados y recién nacidos sufriendo por el ruido y las luces. ¡Una torta!, vamos.
El doctor Carlos Jiménez, director del HNN, lo dejó claro en Trivisión: la ruta anterior era un verdadero estrés para todos. Dijo que los especialistas, esos que tienen que llegar corriendo a salvar vidas, se demoraban unos minutos cruciales por culpa del tráfico y el jaleo del festival. ¡Imagínese la bronca tener un paciente en urgencias y estar esperando a un cirujano que llega con retraso porque hay un carro lleno de bandas musicales bloqueándole el paso!
Pero no solo afectaba al personal médico, sino también a los pequeños ingresados. Según el doctor, el ruido intenso podía alterar a los pacientes en cuidados intensivos, especialmente a los bebés recién nacidos. Explicó que el estrépito y las luces brillantes pueden provocarles crisis convulsivas e incluso afectar su estado general. ¡Qué sal!”, pensar que un evento festivo pudiera poner en peligro la vida de los más vulnerables.
Con la nueva ruta, el Hospital Nacional de Niños, junto con el San Juan de Dios y el Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, podrán respirar tranquilos. Se reduce considerablemente la contaminación acústica y visual en la zona hospitalaria. Además, facilita el acceso al personal médico y a las familias que visitan a sus seres queridos, especialmente durante los cambios de turno, que son a las 6 am, 2 pm y 10 pm. ¡Eso sí que es un avance, diay!
Esta decisión no solo beneficia a nuestros pequeños, sino que demuestra un acto de civismo y respeto hacia quienes realmente lo necesitan. El doctor Jiménez lo expresó así: “una sociedad que respeta es una sociedad que va por buen camino”. Y es la pura verdad, maé. A veces, olvidamos que lo que para nosotros es diversión, para otros puede ser una fuente de angustia y sufrimiento.
Ahora, aunque algunas personas puedan lamentar que el festival se aleje del centro, creo que es una victoria para la salud y el bienestar de muchos. Se demostró que se puede celebrar la cultura y las tradiciones sin comprometer la seguridad y el confort de los pacientes y el personal sanitario. Hay que darle duro a estas decisiones que priorizan a las personas, y no solo la estética.
Y ahora, díganme: ¿creen que esta nueva ruta del Festival de la Luz sienta un precedente importante para futuros eventos públicos en zonas sensibles? ¿Deberían aplicar medidas similares en otros lugares de la capital?