¡Pero qué vaina! Resulta que ahora, para poder cruzar la frontera entre Costa Rica y Honduras, los nacionales hondureños tienen que traer certificado de antecedentes policiales. Un cambio que ha levantado toda clase de reacciones, desde críticas hasta intentos de entender la razón detrás de esta nueva medida del gobierno.
La Directriz AJ-484-11-2025, publicada en La Gaceta, básicamente anula las regulaciones anteriores y trae este nuevo requisito para los hondureños mayores de edad. Según explican desde Migración, esto forma parte de una estrategia de seguridad nacional para evitar que personas con historial delictivo entren al país. Dicen que es para estar tranquilos, pero algunos ya ven venir problemas diplomáticos con Honduras, recordándonos viejos tiempos de restricciones y malos entendidos.
Mientras tanto, para los del Grupo 1 – esos que somos estadounidenses, canadienses, europeos y demás – la cosa va a pedales. Se les da vía libre para quedarse seis meses, ¡sí señor! Antes eran tres meseecitos apretados, corriendo para hacer el famoso “border run”. Ahora pueden disfrutar de la Pura Vida con calma, gastando su dinerito y ayudando a la economía local, ¡eso siempre cae bien!
Imaginen el panorama: turista europeo llega al aeropuerto, sin preocupaciones de tener que salir en 90 días. Puede planear su viaje largo, explorar el país a fondo, y hasta instalarse temporalmente a trabajar remoto. Eso sí que es atraer inversión y dinamizar el sector turístico, pura verdad. Este cambio, dicen, es para impulsar precisamente eso: un turismo de calidad y larga duración, que deje más plata en los negocios locales.
Sin embargo, para los hondureños la cosa pinta diferente. Aparte del papeleo extra, que implica tramites y esperas en su país, existe el temor de que se discrimine o estigmatice a la población. Muchos se preguntan si este requisito se aplica a otros centroamericanos o si es una medida selectiva. Claro, el gobierno insiste en que es por temas de seguridad, pero la controversia está servida.
Expertos en migración señalan que esta decisión podría tensar las relaciones bilaterales con Honduras, especialmente porque no se ha anunciado previamente ni se ha abierto un diálogo con el vecino país. Además, recuerdan que existen otros mecanismos de cooperación internacional para compartir información de inteligencia y prevenir delitos, que podrían ser más efectivos y menos invasivos que exigir un certificado de antecedentes a cada viajero.
Y es que hay que recordar que la frontera con Honduras es un punto clave para el comercio y la movilidad regional. Esta medida, si no se maneja con cuidado, podría afectar negativamente a pequeños comerciantes y familias que dependen del intercambio transfronterizo. A ver cómo le hacen los diplomáticos para suavizar la situación y evitar que esto se convierta en un problema mayor. La cosa está echada, como dicen por acá.
En fin, parece que estamos entrando en una nueva etapa en materia migratoria, donde la seguridad juega un papel protagónico. Pero surge la pregunta: ¿Realmente este nuevo requisito para los hondureños es la mejor manera de combatir el crimen organizado, o estamos creando barreras innecesarias que afectarán a personas inocentes y perjudicarán las relaciones internacionales? ¿Ustedes qué opinan, compas?
La Directriz AJ-484-11-2025, publicada en La Gaceta, básicamente anula las regulaciones anteriores y trae este nuevo requisito para los hondureños mayores de edad. Según explican desde Migración, esto forma parte de una estrategia de seguridad nacional para evitar que personas con historial delictivo entren al país. Dicen que es para estar tranquilos, pero algunos ya ven venir problemas diplomáticos con Honduras, recordándonos viejos tiempos de restricciones y malos entendidos.
Mientras tanto, para los del Grupo 1 – esos que somos estadounidenses, canadienses, europeos y demás – la cosa va a pedales. Se les da vía libre para quedarse seis meses, ¡sí señor! Antes eran tres meseecitos apretados, corriendo para hacer el famoso “border run”. Ahora pueden disfrutar de la Pura Vida con calma, gastando su dinerito y ayudando a la economía local, ¡eso siempre cae bien!
Imaginen el panorama: turista europeo llega al aeropuerto, sin preocupaciones de tener que salir en 90 días. Puede planear su viaje largo, explorar el país a fondo, y hasta instalarse temporalmente a trabajar remoto. Eso sí que es atraer inversión y dinamizar el sector turístico, pura verdad. Este cambio, dicen, es para impulsar precisamente eso: un turismo de calidad y larga duración, que deje más plata en los negocios locales.
Sin embargo, para los hondureños la cosa pinta diferente. Aparte del papeleo extra, que implica tramites y esperas en su país, existe el temor de que se discrimine o estigmatice a la población. Muchos se preguntan si este requisito se aplica a otros centroamericanos o si es una medida selectiva. Claro, el gobierno insiste en que es por temas de seguridad, pero la controversia está servida.
Expertos en migración señalan que esta decisión podría tensar las relaciones bilaterales con Honduras, especialmente porque no se ha anunciado previamente ni se ha abierto un diálogo con el vecino país. Además, recuerdan que existen otros mecanismos de cooperación internacional para compartir información de inteligencia y prevenir delitos, que podrían ser más efectivos y menos invasivos que exigir un certificado de antecedentes a cada viajero.
Y es que hay que recordar que la frontera con Honduras es un punto clave para el comercio y la movilidad regional. Esta medida, si no se maneja con cuidado, podría afectar negativamente a pequeños comerciantes y familias que dependen del intercambio transfronterizo. A ver cómo le hacen los diplomáticos para suavizar la situación y evitar que esto se convierta en un problema mayor. La cosa está echada, como dicen por acá.
En fin, parece que estamos entrando en una nueva etapa en materia migratoria, donde la seguridad juega un papel protagónico. Pero surge la pregunta: ¿Realmente este nuevo requisito para los hondureños es la mejor manera de combatir el crimen organizado, o estamos creando barreras innecesarias que afectarán a personas inocentes y perjudicarán las relaciones internacionales? ¿Ustedes qué opinan, compas?
