¡Ay, Dios mío! Se armó un bronca tremenda en el país, raza. Resulta que el Presidente Chaves, fiel a sus promesas más conservadoras, le metió el hacha a la norma del aborto terapéutico que estaba vigente desde 2019. Un giro inesperado, especialmente porque hasta hace poco, la Ministra de Salud parecía que andaba defendiéndola con uñas y dientes.
Para ponerlos al día, esa norma era un salvavidas para muchas mujeres en situaciones de muchísimo estrés, embarazos de alto riesgo donde la salud, e incluso la vida, de la mamá estaba comprometida. Permitía, bajo ciertas condiciones muy estrictas y supervisadas, que se pudiera interrumpir el embarazo para salvarle la vida a la mujer. Ahora, eso quedó en el olvido, según dice la oficina presidencial, para “cerrar vacíos legales” que parecían querer aprovecharse del sistema.
El presidente, en una rueda de prensa, no se anduvo con rodeos: dijo textualmente que la norma anterior tenía “huecos por donde podían pasar camiones de 18 ruedas y tráileres”. Bueno, don Rodrigo, con esas imágenes se complica la cosa, ¿no creen? Lo que sí dejó claro es que ahora, la única opción válida para un aborto sin sanciones penales es si la vida de la madre está directamente en peligro, es decir, o la vida de ella o la del bebé, una decisión que nadie quiere tener que tomar.
La Ministra Mariela Marín, tratando de ponerle paños fríos al asunto, aseguró que siguen siendo “provida” y que buscan defender ambas vidas. Pero ojo, señores, porque esto ha encendido todas las alarmas entre grupos feministas y defensores de los derechos reproductivos, que ya están moviéndose para analizar a fondo este nuevo decreto que todavía ni siquiera se ha publicado oficialmente en La Gaceta. Imagínate, ¡ni siquiera sabemos todos los detalles!
Pero no solo las organizaciones civiles están hablando. Las agrupaciones conservadoras, esas que llevaban semanas presionando para acabar con el aborto terapéutico, están celebrando a carcajadas esta decisión. Ileana Flores, presidenta de Creces por mi País, prácticamente saltó de alegría: ahora toca analizar el nuevo decreto, pero ya se siente como si hubieran ganado la batalla. Y vaya que la han estado peleando, acumulándose más de 18 recursos de amparo ante la Sala Cuatro buscando echar abajo la norma anterior. ¡Un batallón!
Y aquí viene lo interesante: muchos recuerdan que la jerarca de Salud anterior, Mary Munive, apenas unos meses atrás, le pidió a la Sala Cuatro que no acogiera una acción de inconstitucionalidad contra esa misma norma que ahora se elimina. Esto plantea la interrogante: ¿qué cambió tan drásticamente en la estrategia del gobierno? Algunos dicen que tuvo mucho que ver esas reuniones constantes con sectores conservadores, otros murmuran que simplemente el presidente decidió cumplir su promesa a rajatabla, sin importarles las consecuencias.
Todo este rollo nos recuerda que la política en Costa Rica siempre es un brete. Lo que hoy parece seguro, mañana puede cambiar totalmente. Y mientras tanto, las mujeres que necesitan acceder a este tipo de atención médica se quedan en medio del fuego cruzado, lidiando con incertidumbre y temor. Más encima, entre tanta conversación y polémica, se olvida la realidad de estas mujeres y cómo afecta esto realmente sus vidas. Este cambio de normativa genera mucha angustia y preocupación en muchas familias, y es importante reconocer eso.
En fin, ¡tremendo lío! Con todo este panorama, me pregunto: ¿Será que este cambio en la legislación sobre el aborto terapéutico abrirá la puerta a nuevas disputas legales y polarización social en Costa Rica, o lograremos encontrar un punto intermedio que respete tanto la vida de la madre como la del feto? Déjenme saber su opinión en los comentarios, ¡quiero leer qué piensan ustedes!
Para ponerlos al día, esa norma era un salvavidas para muchas mujeres en situaciones de muchísimo estrés, embarazos de alto riesgo donde la salud, e incluso la vida, de la mamá estaba comprometida. Permitía, bajo ciertas condiciones muy estrictas y supervisadas, que se pudiera interrumpir el embarazo para salvarle la vida a la mujer. Ahora, eso quedó en el olvido, según dice la oficina presidencial, para “cerrar vacíos legales” que parecían querer aprovecharse del sistema.
El presidente, en una rueda de prensa, no se anduvo con rodeos: dijo textualmente que la norma anterior tenía “huecos por donde podían pasar camiones de 18 ruedas y tráileres”. Bueno, don Rodrigo, con esas imágenes se complica la cosa, ¿no creen? Lo que sí dejó claro es que ahora, la única opción válida para un aborto sin sanciones penales es si la vida de la madre está directamente en peligro, es decir, o la vida de ella o la del bebé, una decisión que nadie quiere tener que tomar.
La Ministra Mariela Marín, tratando de ponerle paños fríos al asunto, aseguró que siguen siendo “provida” y que buscan defender ambas vidas. Pero ojo, señores, porque esto ha encendido todas las alarmas entre grupos feministas y defensores de los derechos reproductivos, que ya están moviéndose para analizar a fondo este nuevo decreto que todavía ni siquiera se ha publicado oficialmente en La Gaceta. Imagínate, ¡ni siquiera sabemos todos los detalles!
Pero no solo las organizaciones civiles están hablando. Las agrupaciones conservadoras, esas que llevaban semanas presionando para acabar con el aborto terapéutico, están celebrando a carcajadas esta decisión. Ileana Flores, presidenta de Creces por mi País, prácticamente saltó de alegría: ahora toca analizar el nuevo decreto, pero ya se siente como si hubieran ganado la batalla. Y vaya que la han estado peleando, acumulándose más de 18 recursos de amparo ante la Sala Cuatro buscando echar abajo la norma anterior. ¡Un batallón!
Y aquí viene lo interesante: muchos recuerdan que la jerarca de Salud anterior, Mary Munive, apenas unos meses atrás, le pidió a la Sala Cuatro que no acogiera una acción de inconstitucionalidad contra esa misma norma que ahora se elimina. Esto plantea la interrogante: ¿qué cambió tan drásticamente en la estrategia del gobierno? Algunos dicen que tuvo mucho que ver esas reuniones constantes con sectores conservadores, otros murmuran que simplemente el presidente decidió cumplir su promesa a rajatabla, sin importarles las consecuencias.
Todo este rollo nos recuerda que la política en Costa Rica siempre es un brete. Lo que hoy parece seguro, mañana puede cambiar totalmente. Y mientras tanto, las mujeres que necesitan acceder a este tipo de atención médica se quedan en medio del fuego cruzado, lidiando con incertidumbre y temor. Más encima, entre tanta conversación y polémica, se olvida la realidad de estas mujeres y cómo afecta esto realmente sus vidas. Este cambio de normativa genera mucha angustia y preocupación en muchas familias, y es importante reconocer eso.
En fin, ¡tremendo lío! Con todo este panorama, me pregunto: ¿Será que este cambio en la legislación sobre el aborto terapéutico abrirá la puerta a nuevas disputas legales y polarización social en Costa Rica, o lograremos encontrar un punto intermedio que respete tanto la vida de la madre como la del feto? Déjenme saber su opinión en los comentarios, ¡quiero leer qué piensan ustedes!
