¡Ay, Dios mío! Aquí no se la están pasando royendo. Una ventolera tremenda azotó Jicaral este lunes, dejándonos con el corazón en la boca y varias familias literalmente tiradas en la calle. Los vientos, que parecían sacados de una película de terror, arrancaron techos como si fueran papel de caramelo y tumbaron árboles como si fueran palitos de mondadientes. ¡Qué desmadre!
La situación llegó a tal punto que la Cruz Roja tuvo que desplegar recursos masivos para atender a los afectados. Según reportan desde la coordinación operativa regional, varios hogares perdieron sus techos por completo, quedando expuestos a los elementos. Y no solo eso, también hay carreteras bloqueadas por la caída de ramas y árboles, dificultando el acceso a zonas rurales. Menos mal que la CRC reaccionó rápido, porque la cosa estaba por irse al traste.
Jorge Matamoros, el coordinador operativo regional, nos contó que la emergencia se declaró alrededor de las dos de la tarde. “Fue un golpe muy fuerte,” nos dijo, visiblemente preocupado. “Estamos trabajando contrarreloj para evaluar la magnitud del daño y brindar asistencia inmediata a las personas afectadas. Se movilizaron equipos de rescate, ambulancias y vehículos de apoyo para llegar a todos los rincones del cantón.” Claramente, esto no era una vaina pa’ bromear.
La imagen es desgarradora: familias buscando refugio donde puedan, niños asustados, adultos tratando de poner orden entre el caos. Algunos amanecieron durmiendo en carros, otros se fueron a refugiar en casa de vecinos. La solidaridad ha sido impresionante, como siempre ocurre cuando la necesidad llama a la puerta. Un mae del barrio nos comentó: 'Aquí nos apoyamos unos a otros, diay, qué le vamos a hacer. Esto es parte de la vida.'
Y hablando de apoyo, la Cruz Roja está pidiendo donaciones de alimentos no perecederos, ropa y artículos de higiene personal. También necesitan voluntarios para ayudar en labores de limpieza y distribución de ayuda humanitaria. Si tienes tiempo libre y quieres echarle un empujoncito, ¡esta es tu oportunidad! Recuerda que juntos podemos salir adelante, aunque la vara esté un poco quemada.
Ahora, algunos cuestionan si la alcaldía tenía protocolos adecuados para enfrentar este tipo de situaciones. Muchos señalan que la poda de árboles atrasada y la falta de mantenimiento de la infraestructura pública contribuyeron a agravar los daños. Claro, siempre hay críticos, pero ahora lo importante es enfocarnos en ayudar a quienes más lo necesitan y buscar soluciones a largo plazo para evitar que estas tragedias se repitan. Ya estamos cansados de vivir estos sustos every year.
Lo que quedó claro es que el cambio climático no es cuento. Estos fenómenos climáticos extremos están aumentando en frecuencia e intensidad, y Costa Rica necesita prepararse mejor para afrontarlos. Hay que invertir en sistemas de alerta temprana, fortalecer la infraestructura y educar a la población sobre cómo actuar ante emergencias. No podemos seguir esperando a que la tragedia golpee para empezar a moverse. Además, necesitamos exigir responsabilidades a los políticos, que prometen mil maravillas pero luego no hacen nada. ¡Que les den!
En fin, una mañana caótica y llena de incertidumbre para Jicaral. Esperemos que las autoridades brinden toda la ayuda necesaria a los damnificados y que podamos recuperarnos pronto de esta adversidad. Pero me pregunto...¿Cómo crees tú que podríamos mejorar nuestros planes de contingencia para proteger a las comunidades costeras de los efectos devastadores de los vientos huracanados y otras calamidades naturales?
La situación llegó a tal punto que la Cruz Roja tuvo que desplegar recursos masivos para atender a los afectados. Según reportan desde la coordinación operativa regional, varios hogares perdieron sus techos por completo, quedando expuestos a los elementos. Y no solo eso, también hay carreteras bloqueadas por la caída de ramas y árboles, dificultando el acceso a zonas rurales. Menos mal que la CRC reaccionó rápido, porque la cosa estaba por irse al traste.
Jorge Matamoros, el coordinador operativo regional, nos contó que la emergencia se declaró alrededor de las dos de la tarde. “Fue un golpe muy fuerte,” nos dijo, visiblemente preocupado. “Estamos trabajando contrarreloj para evaluar la magnitud del daño y brindar asistencia inmediata a las personas afectadas. Se movilizaron equipos de rescate, ambulancias y vehículos de apoyo para llegar a todos los rincones del cantón.” Claramente, esto no era una vaina pa’ bromear.
La imagen es desgarradora: familias buscando refugio donde puedan, niños asustados, adultos tratando de poner orden entre el caos. Algunos amanecieron durmiendo en carros, otros se fueron a refugiar en casa de vecinos. La solidaridad ha sido impresionante, como siempre ocurre cuando la necesidad llama a la puerta. Un mae del barrio nos comentó: 'Aquí nos apoyamos unos a otros, diay, qué le vamos a hacer. Esto es parte de la vida.'
Y hablando de apoyo, la Cruz Roja está pidiendo donaciones de alimentos no perecederos, ropa y artículos de higiene personal. También necesitan voluntarios para ayudar en labores de limpieza y distribución de ayuda humanitaria. Si tienes tiempo libre y quieres echarle un empujoncito, ¡esta es tu oportunidad! Recuerda que juntos podemos salir adelante, aunque la vara esté un poco quemada.
Ahora, algunos cuestionan si la alcaldía tenía protocolos adecuados para enfrentar este tipo de situaciones. Muchos señalan que la poda de árboles atrasada y la falta de mantenimiento de la infraestructura pública contribuyeron a agravar los daños. Claro, siempre hay críticos, pero ahora lo importante es enfocarnos en ayudar a quienes más lo necesitan y buscar soluciones a largo plazo para evitar que estas tragedias se repitan. Ya estamos cansados de vivir estos sustos every year.
Lo que quedó claro es que el cambio climático no es cuento. Estos fenómenos climáticos extremos están aumentando en frecuencia e intensidad, y Costa Rica necesita prepararse mejor para afrontarlos. Hay que invertir en sistemas de alerta temprana, fortalecer la infraestructura y educar a la población sobre cómo actuar ante emergencias. No podemos seguir esperando a que la tragedia golpee para empezar a moverse. Además, necesitamos exigir responsabilidades a los políticos, que prometen mil maravillas pero luego no hacen nada. ¡Que les den!
En fin, una mañana caótica y llena de incertidumbre para Jicaral. Esperemos que las autoridades brinden toda la ayuda necesaria a los damnificados y que podamos recuperarnos pronto de esta adversidad. Pero me pregunto...¿Cómo crees tú que podríamos mejorar nuestros planes de contingencia para proteger a las comunidades costeras de los efectos devastadores de los vientos huracanados y otras calamidades naturales?