La indecisión de ser playo
De haber tenido la oportunidad de “elegir”, habría preferido ser heterosexual, más alto, con otra voz y una nariz más pequeña.
A veces, cuando me pongo algo intenso, pienso que habría “elegido” no haber nacido del todo.
Pero aquí estoy.
1,68, nariz incómodamente grande, voz de dudosa procedencia y bien playo. No, no fueron “decisiones de adulto”, no fueron el resultado de la aplicación de “mis derechos”, así nací, nos guste o no.
Así que no es una cuestión de quién decidió qué con su vida o sexualidad, es una cuestión de humanidad. Todos tenemos dos cosas en común: nacimos y nadie nos preguntó si queríamos hacerlo.
Vivimos una vida regalada sin querer. Desde el momento en el que fuimos expulsados al mundo, no nos dieron más alternativa que aprender a gatear, anunciar cuándo teníamos hambre o cuando habíamos ensuciado el pañal, luego a caminar, a dar un beso y nuestra opinión.
Más allá de lo enseñado, aprendimos en la práctica a huir de los matones, a no estar de acuerdo, a aguantar las ganas de llorar y a indignarse.
Si todos llegamos a este mundo sin culpa, ¿quién le da “la verdad” a algunos?, ¿por qué no estoy yo en la Asamblea Legislativa diciendo que por dicha no tengo familiares cristianos y que semejante clase de gente embobada no puede casarse?, claro que no, eso significaría un desorden espantoso para la familia homosexual que dominaría el mundo.
No tengo nada contra los cristianos. Tengo buenos amigos y familiares que siguen a su buen amigo Jesús y aman a su prójimo sin discriminar. Era solo un ejemplo.
Nadie nació porque quiso, pero “jueputa”, todos los que vamos a votar lo hacemos porque queremos. ¿Cristianos que odian, se burlan e ignoran a sus semejantes?, ¿mujeres que minimizan las necesidades de los hijos de su nación?, ¿qué clase de “engendros”, como nos llaman en la otra dirección, estamos poniendo a liderar este país?
Si ya estamos aquí y tenemos que tomar decisiones, ¿qué tal si lo hacemos bien?, ¿qué tal si entendemos que el otro, el enemigo, el desconocido y hasta nuestros familiares también están aquí sin querer?
Todos tenemos fantasmas en la cabeza, todos necesitamos algo y tenemos miedo. Repartamos este mundo entre todos, que nuestro paso forzado sea provechoso y nadie se sienta defraudado.
El mundo no es de los que terminan en puestos inventados por quién sabe qué muerto liderando porciones de tierra. También nos pertenece y merecemos disfrutarlo igual que el resto.
La indecisión de ser playo | 89decibeles.com
De haber tenido la oportunidad de “elegir”, habría preferido ser heterosexual, más alto, con otra voz y una nariz más pequeña.
A veces, cuando me pongo algo intenso, pienso que habría “elegido” no haber nacido del todo.
Pero aquí estoy.
1,68, nariz incómodamente grande, voz de dudosa procedencia y bien playo. No, no fueron “decisiones de adulto”, no fueron el resultado de la aplicación de “mis derechos”, así nací, nos guste o no.
Así que no es una cuestión de quién decidió qué con su vida o sexualidad, es una cuestión de humanidad. Todos tenemos dos cosas en común: nacimos y nadie nos preguntó si queríamos hacerlo.
Vivimos una vida regalada sin querer. Desde el momento en el que fuimos expulsados al mundo, no nos dieron más alternativa que aprender a gatear, anunciar cuándo teníamos hambre o cuando habíamos ensuciado el pañal, luego a caminar, a dar un beso y nuestra opinión.
Más allá de lo enseñado, aprendimos en la práctica a huir de los matones, a no estar de acuerdo, a aguantar las ganas de llorar y a indignarse.
Si todos llegamos a este mundo sin culpa, ¿quién le da “la verdad” a algunos?, ¿por qué no estoy yo en la Asamblea Legislativa diciendo que por dicha no tengo familiares cristianos y que semejante clase de gente embobada no puede casarse?, claro que no, eso significaría un desorden espantoso para la familia homosexual que dominaría el mundo.
No tengo nada contra los cristianos. Tengo buenos amigos y familiares que siguen a su buen amigo Jesús y aman a su prójimo sin discriminar. Era solo un ejemplo.
Nadie nació porque quiso, pero “jueputa”, todos los que vamos a votar lo hacemos porque queremos. ¿Cristianos que odian, se burlan e ignoran a sus semejantes?, ¿mujeres que minimizan las necesidades de los hijos de su nación?, ¿qué clase de “engendros”, como nos llaman en la otra dirección, estamos poniendo a liderar este país?
Si ya estamos aquí y tenemos que tomar decisiones, ¿qué tal si lo hacemos bien?, ¿qué tal si entendemos que el otro, el enemigo, el desconocido y hasta nuestros familiares también están aquí sin querer?
Todos tenemos fantasmas en la cabeza, todos necesitamos algo y tenemos miedo. Repartamos este mundo entre todos, que nuestro paso forzado sea provechoso y nadie se sienta defraudado.
El mundo no es de los que terminan en puestos inventados por quién sabe qué muerto liderando porciones de tierra. También nos pertenece y merecemos disfrutarlo igual que el resto.
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