La lección de Israel - OPINIÓN - nacion.com
Quizás el peor pecado del gobierno anterior fue incumplir su promesa de elevar al 8% del PIB el rubro de inversión en educación, y en general todo el trabajo que hemos dejado de hacer en los últimos años ya nos está pasando la factura(pésima educación pública, deserción altísima, cupos insuficientes en universidades estatales,etc.).
Es importante tener en cuenta estas experiencias; no es con sweatshops ni con máquilas que se alcanza el desarrollo. El camino seguro para un desarrollo a largo plazo es la educación, no hay otra. Costa Rica a pesar de la propaganda que hemos venido escuchando todos estos años no ha hecho su tarea en este rubro, y eso que hemos gozado de 60 años sin conflictos bélicos y estabilidad institucional.Jorge Luis Araya
La lección de Israel
Llevar el gasto en educación pública al 8% del PIB debe convertirse en política de Estado
1948 marca un año fundamental para el destino de dos naciones: Costa Rica e Israel. Mientras Costa Rica experimentaba la refundación de su Estado, Israel luchópor ver renacer, después de dos mil años, el suyo.
¿Cómo, después de 61 años, Israel es un país desarrollado, con una democracia madura, con un PIB per cápita superior a los $25.000, sufriendo más guerras que ningún otro país en este período, mientras que Costa Rica sigue siendo un país subdesarrollado, nuestro PIB per cápita apenas supera los $5000, y sin haber sufrido ningún conflicto bélico en este período y ostentando la democracia más antigua de la región?
En la teoría del comercio internacional, existe una hipótesis conocida como el teorema de Heckscher-Ohlin. Postula que los países tenderán a exportar los bienes que utilicen de manera intensiva, es decir, el recurso o factor de producción relativamente más abundante. Así, por ejemplo, China, país rico en mano de obra, tiende a exportar en mayor medida productos que utilicen este factor de manera intensiva y Japón, rico en capital, exporta productos que lo utilizan en mayor proporción.
Revolución educativa. Pero, para pasar de ser un país exportador de bienes intensivos en mano de obra, a un país exportador de bienes intensivos en capital y de alto valor agregado, debe darse primero una revolución en la estructura educativa.
Israel así lo ha hecho y ha estimulado su economía mediante profundos cambios en la estructura de su educación. Impulsaron la difusión del conocimiento científico, primero creando centros de estudios en distintas partes del país y luego estableciendo universidades que promovieran el conocimiento técnico-científico. Fruto de ello, hoy Israel genera alrededor del 1% de todas las publicaciones científicas en el mundo.
El presidente Arias reconoció en su discurso de cierre, en la última Cumbre de las Américas, que la clave del desarrollo para los países latinoamericanos es la educación. Israel lo ha entendido así, y hoy cuenta con las mejores universidades de su región, centros especializados en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías y algunos de los mejores centros de estudios en medicina, agricultura y hi-tech del mundo.
El apoyo del Estado en la formulación de políticas para las pequeñas y medianas empresas en temas como la inversión en investigación y desarrollo y la educación técnica son fundamentales. Esto ha llevado a Israel a ser un país próspero, aunque casi el 60% de su territorio es desierto.
Costa Rica no está lejos de convertirse en un país como Israel. Tenemos muchas cosas en común, países pequeños en extensión y población, las democracias más sólidas de sus respectivas regiones, con altos índices de desarrollo humano y sin considerables riquezas minerales. Razones de sobra para apostar por producir los bienes y servicios que utilicen en mayor medida factores como el capital y la tecnología. A esto debemos agregar que Costa Rica cuenta con la ventaja de ser un país sin ejército y rico en biodiversidad.
Las herramientas proporcionadas por el comercio internacional son valiosas para alcanzar el desarrollo, y lo serán aún más en la medida en que tengamos una mano de obra altamente capacitada.
Por eso, llevar el gasto en educación pública al 8% del PIB debe convertirse en una política de Estado más que un plan de gobierno. Israel así lo ha entendido y hoy invierte en educación más del 9% de su PIB y esto ha facilitado la ampliación de las exportaciones de bienes y servicios, así como la mayor participación de empresas internacionales que contribuyen al crecimiento.
El mismo presidente israelí, Shimon Peres, en el marco de la reciente visita del presidente Arias, aseguró que en el futuro “el país más fuerte será aquel con el mejor sistema educativo”, por lo que, sin duda alguna, esa debiera ser nuestra meta.
Quizás el peor pecado del gobierno anterior fue incumplir su promesa de elevar al 8% del PIB el rubro de inversión en educación, y en general todo el trabajo que hemos dejado de hacer en los últimos años ya nos está pasando la factura(pésima educación pública, deserción altísima, cupos insuficientes en universidades estatales,etc.).