¡Ay, Dios mío! Esta vainera del ‘Diablo’ sigue dando de qué hablar, ¿eh? Resulta que después del fatal accidente en Astúa Pirie, donde falleció Luis Guevara Corrales, salieron a relucir unas cosillas turbias. Un agente del OIJ, parece ser, se olvidó de reportar que el pobre señor llevaba consigo una licencia de conducir vencida, ¡y encima, a nombre del mismísimo Alejandro Arias Monge, alias ‘El Diablo’! Imagínate la bronca que cayó.
La Inspección Judicial ya abrió un expediente –el 25-003541-0031-DI, pa’ los que quieran apuntarlo– para investigar si hubo alguna negligencia, o peor aún, alguna jugadera más grave detrás de toda esta historia. Al parecer, los jefes del OIJ se espavilaron cuando recibieron la información y mandaron a investigar lo que había pasado en la escena del percance. Parece que alguien no hizo bien su brete, ¿cómo diríamos?
Según la información que tenemos, la agente Rojas, que era la encargada de la escena, recibió una regañadiente de la dirección general del OIJ. Pero eso no es lo peor. Hay rumores fuertes, maes, ¡bien fuertes!, de que esta señora tiene una relación sentimental con un juez del Poder Judicial, un tipo que, casualmente, ha dictado algunas resoluciones que han favorecido a gente cercana a ‘El Diablo’. ¡Qué sal! Una vaina digna de novela.
Y ojo, porque la denuncia que llegó al OIJ también señala que los colegas de la agente Rojas en Pococí-Guácimo están preocupadísimos. Dicen que recuerdan cómo recientemente apartaron a varios funcionarios por tener contactos con grupos criminales, y ahora temen que alguien con más rango esté metido en las mismas, poniendo en riesgo la seguridad de toda la operación. ¡Qué torta, si resulta que el problema es más grande de lo que pensábamos!
La cosa se pone aún más interesante porque, según el relato, fue la propia agente Rojas quien llevó la licencia de ‘El Diablo’ a la oficina, a pesar de que su compañero le sugirió que la reportaran inmediatamente a sus superiores. Al parecer, él le avisó varias veces que ese documento era crucial, considerando que estamos hablando del fugitivo más buscado del país. Pero parece que la jueza no le prestó mucha atención... o sí, ¿quién sabe?
Cuando otros funcionarios se dieron cuenta de la posible omisión, alertaron a otra jefatura de confianza para denunciar lo que estaba pasando. Parecía que nadie confiaba en la cadena de mando local. Randall Zúñiga López, entonces director del OIJ (ahora suspendido, claro), supuestamente se comunicó con Rojas para preguntarle qué había ocurrido con la licencia. Todo indica que ahí fue cuando la licenciaron la reportaron, ¡dos días después de encontrarla! Según el libro de indicios, folio 085 del libro 122-2025, ¡pero tarde, muy tarde!
Además, señalan que la agente Rojas, siendo especialista en escenas de crimen, debería haber incorporado el indicio al libro de evidencias en menos de 24 horas, según el reglamento. Pero no lo hizo, y solo cedió a la presión del director del OIJ. ¡Una verdadera falta de profesionalismo! Y ni hablemos de las demandas de los denunciantes, quienes piden que la funcionaria sea apartada para evitar que siga comprometiendo las investigaciones y generando tensión en la oficina. Parece que la vaina está más quemada que gallina asada.
Esta situación nos plantea una pregunta importante, maes: ¿Hasta dónde llega la corrupción dentro de nuestras instituciones y cómo podemos garantizar que las investigaciones se lleven a cabo de manera transparente e imparcial? ¿Deberíamos exigir una auditoría completa de todos los expedientes relacionados con ‘El Diablo’ para asegurarnos de que no haya más sorpresas desagradables?
La Inspección Judicial ya abrió un expediente –el 25-003541-0031-DI, pa’ los que quieran apuntarlo– para investigar si hubo alguna negligencia, o peor aún, alguna jugadera más grave detrás de toda esta historia. Al parecer, los jefes del OIJ se espavilaron cuando recibieron la información y mandaron a investigar lo que había pasado en la escena del percance. Parece que alguien no hizo bien su brete, ¿cómo diríamos?
Según la información que tenemos, la agente Rojas, que era la encargada de la escena, recibió una regañadiente de la dirección general del OIJ. Pero eso no es lo peor. Hay rumores fuertes, maes, ¡bien fuertes!, de que esta señora tiene una relación sentimental con un juez del Poder Judicial, un tipo que, casualmente, ha dictado algunas resoluciones que han favorecido a gente cercana a ‘El Diablo’. ¡Qué sal! Una vaina digna de novela.
Y ojo, porque la denuncia que llegó al OIJ también señala que los colegas de la agente Rojas en Pococí-Guácimo están preocupadísimos. Dicen que recuerdan cómo recientemente apartaron a varios funcionarios por tener contactos con grupos criminales, y ahora temen que alguien con más rango esté metido en las mismas, poniendo en riesgo la seguridad de toda la operación. ¡Qué torta, si resulta que el problema es más grande de lo que pensábamos!
La cosa se pone aún más interesante porque, según el relato, fue la propia agente Rojas quien llevó la licencia de ‘El Diablo’ a la oficina, a pesar de que su compañero le sugirió que la reportaran inmediatamente a sus superiores. Al parecer, él le avisó varias veces que ese documento era crucial, considerando que estamos hablando del fugitivo más buscado del país. Pero parece que la jueza no le prestó mucha atención... o sí, ¿quién sabe?
Cuando otros funcionarios se dieron cuenta de la posible omisión, alertaron a otra jefatura de confianza para denunciar lo que estaba pasando. Parecía que nadie confiaba en la cadena de mando local. Randall Zúñiga López, entonces director del OIJ (ahora suspendido, claro), supuestamente se comunicó con Rojas para preguntarle qué había ocurrido con la licencia. Todo indica que ahí fue cuando la licenciaron la reportaron, ¡dos días después de encontrarla! Según el libro de indicios, folio 085 del libro 122-2025, ¡pero tarde, muy tarde!
Además, señalan que la agente Rojas, siendo especialista en escenas de crimen, debería haber incorporado el indicio al libro de evidencias en menos de 24 horas, según el reglamento. Pero no lo hizo, y solo cedió a la presión del director del OIJ. ¡Una verdadera falta de profesionalismo! Y ni hablemos de las demandas de los denunciantes, quienes piden que la funcionaria sea apartada para evitar que siga comprometiendo las investigaciones y generando tensión en la oficina. Parece que la vaina está más quemada que gallina asada.
Esta situación nos plantea una pregunta importante, maes: ¿Hasta dónde llega la corrupción dentro de nuestras instituciones y cómo podemos garantizar que las investigaciones se lleven a cabo de manera transparente e imparcial? ¿Deberíamos exigir una auditoría completa de todos los expedientes relacionados con ‘El Diablo’ para asegurarnos de que no haya más sorpresas desagradables?